martes, 10 de enero de 2017

Los cambios que para los cubanos quieren sus enemigos





.Orlando Guevara Núñez

Los cambios que para el proceso revolucionario cubano quieren y han querido siempre los enemigos de nuestro pueblo, tienen un verdadero nombre, a veces oculto, otras veces explícito: capitalismo. Ejemplos sobran para avalar esta afirmación, no solo en la teoría, sino, sobre todo, en la práctica.
Cuando se produjo la invasión mercenaria de Playa Girón, entre quienes vinieron a “salvarnos” figuraron  194 ex militares y esbirros de la tiranía batistiana, muchos de ellos criminales escapados de aquí, protegidos y apoyados por el gobierno de los Estados Unidos, el que organizó, armó, entrenó y financió con más de 40 millones de dólares la agresión que costó a Cuba   157 muertos y centenares de heridos.
Vinieron l00 latifundistas, 112 grandes comerciantes y 35 magnates industriales, con el propósito no de liberar a los cubanos, sino de arrebatarles las propiedades que les había devuelto la Revolución. Venían a quitarles la tierra a los campesinos, a explotar a los  obreros, a sumir de nuevo a los cubanos en la miseria y la explotación.
Entre los “libertadores” formaron parte de la invasión mercenaria 67 casatenientes, 24 grandes propietarios, 179 personas acomodadas económicamente. Y un elemento que no podía faltar, los lumpens, 112, que no trabajaban, y pretendían volver a vivir en Cuba a costa del sudor del pueblo.
Documentos desclasificados en Estados Unidos, afirman que, de haberse logrado el propósito de la invasión, integrantes de la llamada Operación 40, “Se apoderarían de los archivos de la Seguridad y la Policía cubanas, ocuparían las sedes de los principales organismos de la administración central del Estado, en especial los institutos armados y los centros claves de la economía y detendrían a los dirigentes más destacados como paso previo a la depuración masiva de la población. Para ello se valdrían de planillas de color rojo, verde o blanco que se rellenarían con las generales de dirigentes políticos, sindicales, estudiantiles, campesinos, intelectuales y militares. De adjudicársele una planilla roja, el sujeto sería eliminado de inmediato; recluido en prisiones, si la planilla era verde, y quedaría pendiente de investigación, si la planilla era blanca”.
El baño de sangre habría sido monstruoso. Pero esos sueños “redentores” quedaron frustrados en unas 66 horas, cuando los “héroes” fueron aplastados por el pueblo uniformado de Cuba. Todavía siguen rumiando  aquella bochornosa derrota.
Los despojos de la llamada Brigada 2506  se revuelcan en su propio fango en los Estados Unidos, donde el electo presidente de ese país, Donald  Trump, les ha prometido acompañarlos hasta lograr “la liberación de Cuba”.
En el Plan Bush, con objetivos públicos para destruir a la Revolución cubana, se consignan  esas aspiraciones. Téngase en cuenta que en los 11 gobiernos norteamericanos que han desfilado desde el triunfo de enero de 1959, esas administraciones y la mafia contrarrevolucionaria, en perfecto maridaje, se han trazado las mismas metas, con las mismas aspiraciones y comunidad de intereses. La única diferencia del ahora saliente, Barack Obama, es que trató de hacerlo con otros métodos, al reconocer el fracaso de los hasta ahora aplicados.
Para ellos sigue siendo una obsesión un llamado “gobierno de transición” en Cuba. O lo que es lo mismo: una etapa para el paso del socialismo al capitalismo. En ese período, se concretaría la devolución de las propiedades a los antiguos explotadores; más claro: devolución de las tierras a los latifundistas, de las viviendas a los casatenientes; de las fábricas a los monopolios.
Para el pueblo cubano renacerían los desalojos de  los campesinos, los desahucios para quienes no pudieran pagar los altos alquileres que resurgirían.
Ese “plan para liberar al pueblo cubano”, incluía o incluye la privatización de todas las ramas de la economía, bajo la dirección de un Comité del gobierno de los Estados Unidos. Quedarían abolidos los subsidios y los controles de precios a los bienes y servicios recibidos por la población.
Serían  suprimidos, por constituir una carga insostenible para el nuevo gobierno, los beneficios de la seguridad y asistencia social, sin respetar siquiera el pago de jubilaciones y pensiones.
Una decisión  bastante pregonada en todos los planes enemigos del socialismo en Cuba, ha sido y sigue siendo  la privatización de los servicios de salud y de educación,
Reconociendo que esas medidas serían rechazadas con fuerza por el pueblo cubano, se plasmó en los planes enemigos la creación de fuerzas represivas organizadas, entrenadas, equipadas y asesoradas por el gobierno de los Estados Unidos.

Según nuestros enemigos, todo lo previeron para desmantelar el socialismo en Cuba. A lo que es bueno agregar que todo, menos la capacidad de los cubanos para defender y seguir desarrollando el sistema político, económico y social libremente por nosotros escogido.

Cuba sigue haciendo cambios importantes en su economía  y su sociedad  y los continuará haciendo, pero siempre para fortalecer el socialismo y garantizar que para los cubanos, el capitalismo sea un pasado sin presente ni futuro. Sabemos que esa determinación tenemos y tendremos que pagarla a un alto precio impuesto por la potencia más fuerte y agresora del mundo, pero nada podrá impedir que lo hagamos para seguir siendo lo que somos y no regresar jamás a lo que fuimos.

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