martes, 3 de noviembre de 2015

Operación Carlota. Pequeños relatos sobre una larga misión: Matutino medicinal

                                           
 .Orlando Guevara Núñez
A  Bartolo lo conocí ya alrededor  de septiembre de 1976, después de varios meses de estancia en Angola.
Tanto su Unidad como la mía, habían regresado a Cuba y nosotros permanecíamos allá, en el cumplimiento de otras misiones. Procedíamos de distintos Frentes, pero ahora formábamos parte de una Compañía recién creada en la capital angolana.
Bartola era una magnífico combatiente, dispuesto siembre para las misiones  de mayor peligro. Pero en los momentos de calma, sobre todo durante las noches, se obsesionaba con el recuerdo de sus hijos y demás seres queridos.
Militante del Partido Comunista de Cuba, había sido seleccionado secretario de educación del núcleo de la Compañía, del cual era yo el secretario general, tarea que compartí algún tiempo con la de Político.
Una madrugada, alrededor de la 1:30, Bartolo fue hasta mi litera y me despertó. De momento pensé en la existencia de algún problema, pero su insólita petición despejó lo que pasaba.
- Político, ¡deme una charla, cáguese en mi madre! pero necesito que me diga algo, porque no puedo dormir. Tengo a los muchachos metidos en la cabeza…
Y accedí a la petición de levantarme y cumplir solo en parte su sugerencia. Juntos nos fuimos para una inmensa nave que servía de parque para el transporte de la Compañía. Ni de hijos, ni de esposas, ni de familiares hablamos.
- ¿Cómo ves el estado anímico de los combatientes? le pregunté luego de estar sentados sobre un muro.
- La gente está respondiendo bien. Fíjese que hasta Pedro y Antúnez, que eran los más “repinchaos”, están participando en todo. Aquí no hay nadie malo, lo que pasa es que hay gente que necesita que la empujen para avanzar.
-Mañana corresponde la selección de los Destacados de la semana. Va a ser un día duro, porque también debemos reunirnos los comunistas. Creo que vas a tener que ayudarme un poco, por lo menos en el matutino. ¿Te enteraste ya de la “zumba” a la gente de la UNITA? ¡Se la están sintiendo!
Y conversamos sobre muchos temas. Uno de ellos, el contenido del matutino que dentro de pocas horas se realizaría. Y Bartolo aprobó la propuesta:
- Está bien, voy a dar el matutino…
Regresamos al dormitorio  al filo de las 3:00 de la madrugada. Por la mañana, ante la Compañía formada, Bartolo se dirigió a los combatientes y abordó el principal tema acordado.
- Nuestra disciplina en general es buena – afirmó- pero se necesita que sea mejor. Hace falta más organización en los albergues y cuidar más el porte y aspecto. Sobre la disposición combativa no es necesario hablar mucho, porque hasta ahora nadie ha tenido problemas. Así es como debemos seguir.
Se notaba concentrado en lo que decía. Y yo sabía que estaba hablando con el alma, con el ardor y la honestidad que lo caracterizaban. Y abordó el último tema acordado para ese día.
-       Muchos compañeros preguntan todos los días: ¿Cuándo nos vamos? Nosotros no sabemos cuándo nos vamos. Todos tenemos deseos de regresar a Cuba. ¡Yo estoy loco por ese momento! Pero estaremos aquí hasta que nuestro Partido, nuestro Gobierno y nuestro Comandante en Jefe lo estimen necesario.
Y la disertación se convirtió en arenga.
- Compañeros, sea cual sea el tiempo que estemos aquí y ante las dificultades que se presenten, ¡tenemos que saber cumplir! para que cuando llegue el día del regreso lo hagamos con la frente en alto. ¡Nadie puede fallar! ¡Nadie!
Al terminar su intervención, Bartolo se situó a mi lado y casi con un susurro me preguntó:
- ¿Lo hice bien, Político?
Evadí la pregunta y le contesté con otra:
- Por fin, ¿lograste dormir anoche?
Me contestó que sí. Después hablamos sobre su querida vieja, pero desde un ángulo muy distinto al que él me había solicitado la noche anterior. Habíamos asistido a un matutino medicinal.

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