.Orlando Guevara Núñez
Luego de salir de la prisión de Isla de Pinos gracias a la
presión popular, el 15 de mayo de 1955, el joven dirigente revolucionario Fidel
Castro reinició de inmediato la lucha contra la tiranía batistiana. Pero,
convencido de que la persecución y la opresión serían un fuerte obstáculo para
sus aspiraciones libertarias que nada tenían que ver con las farsas electoreras
y la corrupción de los partidos políticos que se turnaban el poder, el 7 de
julio de ese mismo año partió hacia el exilio en México, con el fin de
organizar el regreso para reiniciar la lucha armada.
Allí comenzó a reclutar y entrenar hombres para la nueva
epopeya, a la cual se sumaron varios jóvenes que lo habían acompañado en el
asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en
Bayamo, el 26 de Julio de 1953, junto a otros que se habían sumado a la lucha
revolucionaria.
Durante su estancia en ese país, Fidel visitó los Estados
Unidos, con el fin de difundir las ideas de la lucha contra la tiranía
batistiana y recaudar fondos para sufragar los gastos del nuevo proyecto
emprendido. En esa ocasión, quedaron integrados varios clubes patrióticos en
ciudades importantes.
El 30 de octubre de 1955, Fidel y Juan Manuel Márquez, quien
vendría luego como segundo jefe de la expedición del Granma, presidirían un
acto con el Club Patriótico de Nueva York, en el Hotel Palm Garden, de esa
ciudad. Allí, ante unos 800 participantes, Fidel pronunció unas palabras que se
convertirían en bandera de lucha de los revolucionarios, como expresión de
decisión y disposición de ofrendar su vida por la libertad de la Patria.
"Puedo informarles, con toda responsabilidad que en el
año 1956 seremos libres o seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el
10 de marzo, dura ya casi cuatro años y terminará con el último día de la
dictadura o el último día nuestro".
Muchos, acostumbrados a los rejuegos políticos, al falso
patriotismo de politiqueros que convivían con la tiranía o engañaban al pueblo
con falsas promesas que renacían en cada campaña electoral para morir
inmediatamente después de las elecciones, se mostraron incrédulos.
Hasta muchos personeros del gobierno no creían que Fidel
Castro y sus compañeros cumplirían esa palabra empeñada.
Los futuros expedicionarios, sin embargo, aún en las
condiciones más difíciles, no vacilaron nunca, ni claudicaron en el empeño.
Muchos de ellos, incluyendo a Fidel y al Che, sufrieron persecución y presidio
allí en México, pero los preparativos continuaron.
Hubo compañeros que no pudieron venir en el Granma por estar
todavía presos. Tal fue el case de Pedro Miret y Enio Leiva, quienes a una
semana de la salida del yate hacia Cuba, dejaron el siguiente testimonio
escrito en una losa de la prisión que los guardaba:
Pedro Miret
Enio Leiva
Noviembre 17 de 1956
Incomunicados por defender la libertad de su país:
"Cuba".
A continuación relacionaban las armas y parque que les
habían ocupado, incluidos 50 000 cartuchos 30.06, fusiles, ametralladoras
ligeras y pistolas ametralladoras.
Pero allí, encerrados, indefensos, la estatura
revolucionaria de los dos combatientes creció. Y su voluntad de lucha y
confianza en la victoria final quedó también plasmada para la historia en
aquella nota, recuperada intacta y expuesta hoy en el Museo de la Revolución, de La Habana.
"Pero esto no impedirá la caída de la dictadura, este
año "1956"
Seremos libres o seremos mártires"
Con ese espíritu, partieron los expedicionarios del Granma
hacia Cuba, el 25 de noviembre de 1956, con pocos
recursos, pero -al decir del Che - con la frente llena de martianas estrellas insurrectas.
Ahora aquel compromiso de honor de Fidel
sigue siendo para los cubanos un ejemplo de que la palabra empeñada con la
Patria, hay que cumplirla aún al costo de la propia vida.
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