domingo, 16 de febrero de 2020

Tiene el mundo dos razas: parecida a los insectos la una, la de los egoístas; resplandeciente, como si en sí llevara luz la otra, la de los generosos





 .Orlando Guevara Núñez

A estas palabras, agrega Martí que “los  unos los sacrifican todo: patria, amistad, estimación, hasta estimación de sí mismos a su beneficio y  contentamiento”  Y sobre los  generosos  afirma que “aunque en las horas de sosiego puedan pagar tributo a los apetitos y flaquezas de la naturaleza humana, cuando la hora del atrevimiento y de la grandeza suena; cuando el honor humano o el honor patrio están en peligro (…)  se arrojan apretadamente a la pelea, camino de la luz”
Este análisis martiano aparece en unas notas para un discurso en elogio a Santo Domingo, pieza oratoria que no existe constancia de que la haya pronunciado. Se   hacía  un recordatorio  a  Gregorio Luperón Olazábal, un patriota dominicano de amplia trayectoria militar y política en ese país. El convite lo había hecho Francisco  Gregorio Billini, primo de Máximo Gómez, quien, como Luperón fue Presidente de ese hermano país.
Habla Martí de la grandeza de este hombre que sintió admiración por la causa cubana, que honró a Ignacio Agramonte cuando su caída y denegó a España un pedido de extradición de Antonio Maceo. Que no ambicionó cargos, pero estuvo siempre presto al combate por la libertad y bienestar de su pueblo.
 “Yo no sé qué simpático atractivo y no sé qué  fraternales impulsos, me llevan a mirar como mías propias las bravuras, padecimientos y esperanzas de la
tierra dominicana”, escribe. Y a continuación afirma que “Hija favorecida me parece América, que no escribe poemas, pero los hace. Luego se refiere a la identidad entre Santo Domingo y Cuba. Y sobre Luperón dice que es mucho más grande que un tirano quien no ha querido serlo. Y que la luz de la libertad lo viste.

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