lunes, 20 de agosto de 2018

El triste papel del pluripartidismo en Cuba




.Orlando Guevara Núñez
El   Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado.
Organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo. Trabaja  por preservar y fortalecer la unidad patriótica de los cubanos y por desarrollar valores éticos, morales  y cívicos.
Así lo define el Proyecto de Constitución de la República de Cuba, sometido en estos momentos al análisis de la población, antes del referendo para su aprobación final. La existencia de un solo partido en Cuba tiene profundas raíces martianas. Y expresa la firme voluntad de los cubanos de no regresar  jamás al caduco pluripartidismo, cuyas huellas de corrupción, oportunismo, traición al pueblo y sepulturero de esperanzas, lastraron por decenios la vida política de este país.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido, General de Ejército Raúl Castro, definiría ese concepto de la forma siguiente:
 “Sin el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y en estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política”.
Los enemigos de la Revolución han tratado de desvirtuar el carácter autóctono de un solo partido en Cuba. Y han difundido en el mundo la mentira de que esa decisión es una copa del Partido Comunista de la Unión Soviética. Y omiten la verdad de que más de una década antes, el 10 de abril de 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano   “Para lograr con el esfuerzo reunido de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.
Ese partido se encargaría de organizar la guerra y dirigirla para, después, del triunfo, fundar la República soñada: Con todos y para el bien de todos”. No en vano, caído Martí en la contienda, luego de la intervención norteamericana en Cuba, el Partido Revolucionario Cubano fue disuelto. De aquella injerencia  yanqui, Cuba pasó, de colonia de España, a neocolonia de los Estados Unidos.
El pluripartidismo ganó entonces protagonismo en el quehacer político cubano. Comenzó a imperar el modelo yanqui. He aquí lo que fue ese sistema, entre 1900 y 1958.
El 16 de junio de 1900 –aún bajo la ocupación militar norteamericana- se desarrollaron las primeras elecciones municipales en el país, con la participación de tres partidos políticos.
La “democracia” en esas elecciones, estableció que sólo podían votar los mayores de 21 años que supieran leer y escribir y poseyeran bienes superiores a los 250 pesos, con la excepción, en el último caso, de quienes hubiesen peleado en las filas del Ejército Libertador. Esos requisitos determinaron que de una población de 1 572 000 cubanos, sólo 150 648 tuvieran derecho al voto. Sólo casi un 10%, siendo en la realidad menos los votantes.
En 1901- también bajo la ocupación yanqui- y con reglas electorales por ellos dictadas, fueron celebradas las primeras elecciones presidenciales. El presidente electo fue Tomás Estrada Palma, con un 47% de los votos de los electores inscriptos. La abstención fue de un 36%.
En las elecciones de 1905, fue reelecto el mismo presidente, con el 71% de los votos –índice más alto alcanzado por un presidente en toda la etapa republicana- y un 26% de abstención. Estas primeras elecciones se caracterizaron por una pugna profunda entre diversos partidos que con frecuencia se desbarataban, se reorganizaban o se unían con otros, actuando siempre de una forma fraccionada, sin que ninguno representara en realidad los intereses de la nación.
En 1908, resultó presidente José Miguel Gómez, electo por sólo el 43% de los votos de los electores inscriptos y con un abstencionismo que llegó al 28,9%
En los dos períodos electorales siguientes -1912 y 1916- accedió a la presidencia Mario García Menocal. Aunque no se registran datos sobre los votos y abstención, sí se conoce que en el segundo período Menocal llegó a la presidencia mediante un proceder fraudulento. No era una excepción.
En 1920, las elecciones llevaron a la presidencia a Alfredo Zayas, nada menos que con el 28% de los electores inscriptos votando a su favor y un 47% de abstenciones.
En las dos elecciones siguientes -1 924 y 1928- fue presidente uno de los tiranos más crueles y peón de Estados Unidos en Cuba: Gerardo Machado, derrocado el 12 de agosto de 1933. Sin embargo, las fuerzas revolucionarias no habían alcanzado aún la unidad de ideas y de acción para llegar al poder.
En las elecciones presidenciales de 1936, salió electo Miguel Mariano Gómez, con solo el 20% de los votos de los electores registrados y un 32% de abstenciones. En esa ocasión se inscribieron 13 partidos políticos, de los cuales seis, al final, no se presentaron  a elección.
Cuatro años después, en 1940, el peor de los tiranos en Cuba, Fulgencio Batista Zaldívar, llegó a la presidencia con el 41% de los votos y un 26% de abstenciones. A la lucha por el poder se presentaron en esa ocasión 11 partidos.
En las elecciones de 1944, ascendió a la presidencia Ramón Grau San Martín, con el 44% de votos y 19% de abstencionismo, en un proceso donde participaron 7 partidos.
En 1948, fue electo presidente Carlos Prío Socarrás, con el 36% de los votos y 21% de abstenciones, en lid donde concurrieron 6 partidos políticos. Como se conoce, Prío fue derrocado por el traicionero zarpazo batistiano del 10 de marzo de 1952, cuando se estimaba cierta la victoria del Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo) en las elecciones siguientes.
El proceso eleccionario de 1954, marcado por groseros fraudes, tuvo a Fulgencio Batista como candidato único, con un 45% de los votos y un abstencionismo que llegó al 47%. Los partidos de oposición, ante la evidencia del fraude, se retiraron de la contienda.
Las últimas elecciones, las de 1958, cuando la tiranía batistiana estaba llegando a su fin por el empuje del Ejército Rebelde con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, fue escenario también de los más burdos mecanismos de fraude. Un incondicional del tirano, Andrés Rivero Agüero, resultó “electo” por sólo un 15% de los electores, quienes en un 54% no asistieron a las urnas. Los partidos contendientes fueron 7. Esas eran las elecciones “libres” que teníamos los cubanos. Libertad para la compra de votos y la entrega de cédulas electorales para ingresar en un hospital, de asaltar colegios electorales, de fraudes en los conteos, de “votar” hasta después de muertos o sin asistir a las urnas…
Desde el triunfo de la Revolución, en 1959, Cuba no ha dependido más de partidos políticos en su mayoría al servicio de la corrupción y de  mezquinos intereses, que engañaban al pueblo y se servían de su voto para legalizar sus privilegios y riquezas mientras los cubanos éramos cada vez más pobres y marginados de los más elementales derechos.
Los cubanos iban a las urnas con la única opción de elegir a quienes utilizarían el poder contra ellos. Esa era la democracia en Cuba, santificada por los gobiernos norteamericanos de turno. Esa es la democracia que quieren retornar a nuestro país.
Ese el pluripartidismo que desean imponer de nuevo a Cuba, para verla fragmentada, dividida, debilitada, indefensa. El Partido Comunista de Cuba está integrado por obreros, campesinos, intelectuales, militares, dirigentes y representantes de otros segmentos poblacionales. El aval para el ingreso son los méritos, su fidelidad probada al pueblo. Todo lo contrario de muchos partidos capitalistas, donde los partidos políticos  están integrados por millonarios, por explotadores, por enemigos de las clases populares.
El pueblo cubano no ha olvidado su pasado, conoce bien su presente y sabe el camino correcto hacia su futuro. Con esa sabiduría, ejercerá su voto en el referendo constitucional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario