lunes, 24 de septiembre de 2018

Fidel en la ONU: un discurso que hizo historia ( I )




.Orlando Guevara Núñez
Al anunciarse la visita del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez a Estados Unidos, para participar en los debates de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), vienen a la memoria los días de aquel septiembre de 1960, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro asombró al mundo antes y después de hablar en ese foro de los pueblos.
El gobierno de ese país había montado una sucia campaña difamatoria contra la Revolución cubana y utilizado contra nuestra delegación una hostil política que violaba todos los principios del respeto establecidos por la propia ONU. Pero, hasta ese momento, desde el estrado de ese evento, nadie había hablado tan claro, ni había denunciado con tanta fuerza y valentía el papel avasallador del gobierno imperialista de los Estados Unidos, ni había defendido el derecho de los pueblos a su libre determinación, sin tutela de nadie.
.”Nosotros  vamos a hablar claro”, advirtió Fidel. Y la claridad de sus palabras, puso al descubierto, la explotación, las agresiones, los crímenes, los derechos pisoteados, la prepotencia imperial, los peligros de la guerra y sus verdaderos culpables. Fidel habló no solo por en nombre de Cuba. Lo hizo en nombre de todos los pueblos del mundo.
Hasta ese momento, los oídos del imperio estaban acostumbrados a escuchar elogios y edulcorados reclamos que quedaban archivados, como aspiraciones incumplibles. Pero Fidel rompió ese mito.
“Si nosotros fuésemos de la calaña de hombres que se nos quiere pintar a toda costa, no habría perdido su esperanza el imperialismo, como la ha perdido hace mucho rato, de comprarnos o seducirnos de alguna manera.  Mas como la esperanza la han perdido desde hace mucho rato, y no tuvieron nunca razón para albergarla, al menos, después de afirmar que la delegación cubana se alojó en un burdel debían reconocer que el capital financiero imperialista es una ramera que no puede seducirnos.  Y no precisamente "La Ramera Respetuosa" de Jean Paul Sartre.
Se ellos habían llamado burdel al hotel donde se había alojado la delegación cubana, al serle negada la entrada a todos los demás hoteles. Era el hotel Teresa, de Harlem, de negros, que con valentía y dignidad acogieron a los cubanos.
Fidel denunció como, después de una larga lucha de más de 30 años en la que los cubanos habían vencido al poder colonial  hispano, se produjo la infame intervención norteamericana en Cuba.
“Entonces comenzó la nueva colonización de nuestra patria, la adquisición de las mejores tierras de cultivo por las compañías norteamericanas; concesiones de sus recursos naturales, sus minas; concesiones de los servicios públicos, para la explotación de los servicios públicos; concesiones comerciales, concesiones de todo tipo, que unidas al derecho constitucional —constitucional a la fuerza— de intervenir en nuestro país, convirtieron a nuestra patria, de colonia española en colonia norteamericana.
“En los libros de geografía aparecía una bandera más, un escudo más; en los mapas geográficos aparecía un color más, pero allí no existía una república independiente.  Nadie se engañe, que con engañarnos no hacemos más que el ridículo; nadie se engañe, allí no había una república independiente, allí había una colonia, donde el que mandaba era el embajador de Estados Unidos”.
“No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo! “
Luego de explicar la grave situación que encontró la Revolución al llegar al poder, la miseria que sufría el pueblo y la explotación por parte de Estados Unidos, afirmó el máximo líder de la Revolución:
· ¿Cuál era la alternativa del Gobierno Revolucionario?  ¿Traicionar al pueblo?  Desde luego que para el señor Presidente de Estados Unidos lo que nosotros hemos hecho por nuestro pueblo, es traición a nuestro pueblo; y no lo sería con toda seguridad si en vez de ser nosotros leales a nuestro pueblo hubiésemos sido leales a los grandes monopolios norteamericanos que explotaban la economía de nuestro país.  Al menos, ¡quede constancia de las "maravillas" que encontró la Revolución al llegar al poder, que son, ni más ni menos, que las maravillas del imperialismo, que son, ni más ni menos, que las “maravillas” del "mundo libre" para nosotros los países colonizados!”
Y denunció cómo, en  inamistoso acto, el gobierno yanqui había recibido  a  “Toda una pandilla de criminales que habían dejado ensangrentada a nuestra patria; hombres que habían llegado a asesinar a cientos de campesinos indefensos, que no se cansaron de torturar a prisioneros durante muchos años, que mataron a diestro y siniestro, fueron recibidos aquí con los brazos abiertos” 
Para hacer la Revolución en beneficio del pueblo, había que chocar contra los monopolios y como monopolios y gobierno de Estados Unidos eran la misma cosa, era inevitable la confrontación.
“Pero la histeria es capaz de todo.  La histeria es capaz de hacer las afirmaciones más inverosímiles y más absurdas.  Por supuesto, nadie crea que vamos a entonar aquí un "mea culpa".  Ningún "mea culpa".  Nosotros no le tenemos que pedir perdón a nadie.  Lo que hemos hecho, lo hemos hecho muy conscientes, y sobre todo muy convencidos de nuestros derechos a hacerlo.
Nunca los gobernantes imperiales habían escuchado tantas verdades juntas, expresadas- otra cosa que les dolía, por el representante de un país  pequeño, hasta hacía poco subordinado incondicionalmente a sus dictados.




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