jueves, 5 de abril de 2018

Ante tantos cierres de caminos los pueblos abrirán un día sus trochas o grandes alamedas



.Orlando Guevara Núñez
Las fuerzas más reaccionarias en nuestra América, utilizando en algunos casos el poder alcanzado en elecciones casi siempre fraudulentas, traicionando en otros las promesas que los llevaron al trono, y en no pocas ocasiones lanzando calumnias, amenazas y dictando sanciones contra las personas, movimientos o gobiernos progresistas, cierran  los caminos que podrían conducir a los pueblos a su verdadera redención.
Ahí  está, con toda su crudeza, el caso de Brasil. Primero la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, violando los principios elementales de la democracia, para instalar en el poder a un grupo de políticos corruptos, principales violadores de la justicia en ese país. Ahora hacen cumplir una sentencia injusta contra Lula, bajo el pretexto de una acusación que se sabe falsa y cuyo único objetivo es impedir su acceso  a la presidencia en las elecciones venideras.
¿Qué camino le queda al pueblo brasileño ante tanto fraude, tanto engaño y tanta ignominia?  Porque si se le cierra al pueblo el único camino para hacer valer sus derechos, ¿se resignará a vivir eternamente sin ellos?
Al pueblo argentino pretenden avasallarlo con los mismos métodos, con una implacable y mendaz campaña contra Cristina Fernández. Sucias campañas se han realizado también contra presidentes como Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua. Y el caso más connotado es el de la hermana Venezuela, donde, encabezada  por el gobierno imperialista de los Estados Unidos una política agresiva hace todo lo posible por desestabilizar al país hasta  destruir el rumbo democráticamente escogido por el pueblo.
En cualquier lugar que un gobierno se decida a echar su suerte junto al pueblo, allí estará la mano de las fuerzas reaccionarias. Allí se juntan mecanismos políticos, el poder de las grandes cadenas de prensa, engranajes jurídicos, amenazas, sanciones, intentos de aislamiento.
El cierre de caminos es un hecho que ahoga las aspiraciones de los pueblos. Así era en Cuba antes del triunfo revolucionario de enero de 1959. Hasta que el pueblo, encabezado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, abrió la gran trocha que desde entonces se ha venido ensanchando, y por donde el mismo pueblo sigue transitando libre, soberano, independiente, construyendo y defendiendo su Revolución.
Algún día, ante ese brutal cierre de caminos, esas grandes trochas, o las grandes alamedas, al decir de Salvador Allende, serán abiertas e infranqueables. Costará tiempo y sacrificio, pero vendrán, sin duda, para que en ellas florezcan las esperanzas, los sueños, y crezca lozana la obra redentora, la realidad de un mundo mejor que ahora se sabe posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario