martes, 25 de octubre de 2016

La directiva presidencial de Obama sobre Cuba: del fracaso al ridículo




.Orlando Guevara Núñez

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha proclamado el fracaso del bloqueo que su país impuso a Cuba desde el 3 de febrero de 1962. Pero su lamento no es por  el daño que esa medida genocida ha causado y causa al pueblo cubano; su pesar es porque con ese puñal no se ha podido ni se podrá derrotar a la Revolución socialista, ni ablandar a un pueblo heroico que ha convertido la resistencia en victoria.
Por un lado, Obama no se ha cansado de pedir al Congreso de su país el levantamiento del “embargo”, palabra con la cual el imperio quiere desvirtuar la verdadera esencia de un bloqueo genocida, de una guerra económica, comercial y financiera, impuesta desde el 3 de febrero de 1962 a nuestro país. Por otro, bajo su gobierno ese bloqueo no ha cesado de crecer, cediendo solo en aspectos cuyos mayores beneficiarios son los intereses imperiales.
En las mentes enfermizas de los gobernantes estadounidenses, es como si ellos tuviesen el derecho de condenar a muerte al pueblo cubano y a escoger el método con el cual ejecutan el crimen. Es como marchar desde el fracaso hasta el ridículo.
Pero cuando uno estudia la nueva directiva presidencial de Obama sobre Cuba, sin mucho esfuerzo, llega a la conclusión  de sólo constituye una estrategia anticubana, que pretende llevar a la perpetuidad no el mejoramiento de las relaciones entre ambos países, sino la política imperial, la mentalidad colonial y el sueño, tan fracasado como el bloqueo, de destruir a la Revolución.
En su obra teatral de pésima factura, refiriéndose a los proyectos subversivos contra Cuba, esa política habla de objetivos como el de “apoyar derechos y principios consagrados universalmente, entre ellos la prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a un juicio justo, ante un tribunal independiente e imparcial; el derecho a la intimidad; libertad de movimiento dentro de su país; el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”.
Ese objetivo  se cumplió en Cuba desde que en 1959 triunfó la Revolución. Así, sería mucho más productivo para el gobierno norteamericano dejar de destinar millones de dólares para actuar en otro país –que no lo necesita- y utilizarlos en el suyo, donde una parte importante de su población sufre esos males.
En un país donde la tortura está reconocida como método válido para obtener confesiones, donde miles de ciudadanos van a las prisiones sin cargos ni pruebas, donde se soborna a jueces, o se les amenaza, donde cada día son asesinados por la policía, víctimas de la discriminación racial, personas negras, ¿Cómo puede su gobierno tener el cinismo de hablar sobre ese tema?
¿Cómo puede el gobierno norteamericano hablar del derecho al trabajo en condiciones de dignidad, con una remuneración justa y derecho a formar y afiliarse a sindicatos para la protección de los intereses de los trabajadores?  Un país donde aún las mujeres, con calificación  y puestos iguales que los hombres, obtienen salarios menores. Un país rico con millones de desempleados y personas sumidas en la pobreza, incluyendo niños que trabajan en condiciones de esclavitud, sin ni siquiera un techo bajo el cual dormir. Un país donde apenas llega a un 10 por ciento el número de trabajadores afiliados a los sindicatos. Un país con unos 12 millones de indocumentados, privados de derechos, explotados y muchas veces expulsados del país- en eso Obama tiene un buen average- incluso sin poder llevar a sus hijos, nacidos en una nación que los desprecia.
¿Cómo puede hablar de libertad de conciencia, de pensamiento y religión, el gobierno de un país donde estos derechos se violan a diario? Un país donde los medios de comunicación envenenan las mentes con las mentiras, la difusión de falsos patrones, las calumnias, y son instrumentos de un poder que será más fuerte mientras más ignorantes existan.
De otras muchas cosas podría hablarse. Y  hay que seguir hablando. Me encuentro entre quienes tienen la convicción de que esta nueva política liderada por Obama, en nombre de un imperio agresor, fracasará como el mismo bloqueo.
Este 26 de octubre, de nuevo la Asamblea General de las Naciones Unidas será escenario de otra derrota imperial, cuando se lleve a votación la resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
Para que nadie se engañe, para que se conozca mejor  la realidad de que entre lo dicho por Obama sobre Cuba, y lo que él mismo hace, hay un trecho grande. Y se reafirme una vez más, el legado fidelista de que  “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”

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