.Orlando Guevara Núñez
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha
proclamado el fracaso del bloqueo que su país impuso a Cuba desde el 3 de
febrero de 1962. Pero su lamento no es por
el daño que esa medida genocida ha causado y causa al pueblo cubano; su
pesar es porque con ese puñal no se ha podido ni se podrá derrotar a la
Revolución socialista, ni ablandar a un pueblo heroico que ha convertido la
resistencia en victoria.
Por un lado, Obama no se ha cansado de pedir al Congreso
de su país el levantamiento del “embargo”, palabra con la cual el imperio
quiere desvirtuar la verdadera esencia de un bloqueo genocida, de una guerra
económica, comercial y financiera, impuesta desde el 3 de febrero de 1962 a
nuestro país. Por otro, bajo su gobierno ese bloqueo no ha cesado de crecer,
cediendo solo en aspectos cuyos mayores beneficiarios son los intereses
imperiales.
En las mentes enfermizas de los gobernantes
estadounidenses, es como si ellos tuviesen el derecho de condenar a muerte al
pueblo cubano y a escoger el método con el cual ejecutan el crimen. Es como
marchar desde el fracaso hasta el ridículo.
Pero cuando uno estudia la nueva directiva presidencial
de Obama sobre Cuba, sin mucho esfuerzo, llega a la conclusión de sólo constituye una estrategia anticubana,
que pretende llevar a la perpetuidad no el mejoramiento de las relaciones entre
ambos países, sino la política imperial, la mentalidad colonial y el sueño, tan
fracasado como el bloqueo, de destruir a la Revolución.
En su obra teatral de pésima factura, refiriéndose a los
proyectos subversivos contra Cuba, esa política habla de objetivos como el de “apoyar
derechos y principios consagrados universalmente, entre ellos la prohibición de
la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; el derecho
a un juicio justo, ante un tribunal independiente e imparcial; el derecho a la
intimidad; libertad de movimiento dentro de su país; el derecho a la libertad
de pensamiento, de conciencia y de religión”.
Ese objetivo se
cumplió en Cuba desde que en 1959 triunfó la Revolución. Así, sería mucho más
productivo para el gobierno norteamericano dejar de destinar millones de
dólares para actuar en otro país –que no lo necesita- y utilizarlos en el suyo,
donde una parte importante de su población sufre esos males.
En un país donde la tortura está reconocida como método
válido para obtener confesiones, donde miles de ciudadanos van a las prisiones
sin cargos ni pruebas, donde se soborna a jueces, o se les amenaza, donde cada
día son asesinados por la policía, víctimas de la discriminación racial,
personas negras, ¿Cómo puede su gobierno tener el cinismo de hablar sobre ese
tema?
¿Cómo puede el gobierno norteamericano hablar del derecho
al trabajo en condiciones de dignidad, con una remuneración justa y derecho a
formar y afiliarse a sindicatos para la protección de los intereses de los
trabajadores? Un país donde aún las
mujeres, con calificación y puestos
iguales que los hombres, obtienen salarios menores. Un país rico con millones
de desempleados y personas sumidas en la pobreza, incluyendo niños que trabajan
en condiciones de esclavitud, sin ni siquiera un techo bajo el cual dormir. Un
país donde apenas llega a un 10 por ciento el número de trabajadores afiliados
a los sindicatos. Un país con unos 12 millones de indocumentados, privados de
derechos, explotados y muchas veces expulsados del país- en eso Obama tiene un
buen average- incluso sin poder llevar a sus hijos, nacidos en una nación que
los desprecia.
¿Cómo puede hablar de libertad de conciencia, de
pensamiento y religión, el gobierno de un país donde estos derechos se violan a
diario? Un país donde los medios de comunicación envenenan las mentes con las
mentiras, la difusión de falsos patrones, las calumnias, y son instrumentos de
un poder que será más fuerte mientras más ignorantes existan.
De otras muchas cosas podría hablarse. Y hay que seguir hablando. Me encuentro entre
quienes tienen la convicción de que esta nueva política liderada por Obama, en
nombre de un imperio agresor, fracasará como el mismo bloqueo.
Este 26 de octubre, de nuevo la Asamblea General de las
Naciones Unidas será escenario de otra derrota imperial, cuando se lleve a
votación la resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico,
comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
Para que nadie se engañe, para que se conozca mejor la realidad de que entre lo dicho por Obama
sobre Cuba, y lo que él mismo hace, hay un trecho grande. Y se reafirme una vez
más, el legado fidelista de que “Nacimos
en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla
en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”
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