Y vio el pueblo que el socialismo era bueno
.Orlando Guevara Núñez
Según la biblia, Dios creó el mundo en siete días, y cuando hacia una cosa “veía que era bueno” y emprendía otra. O lo que es lo mismo: se daba cuenta de que era bueno después que la hacía.
El 1ro. de enero de 1959 el pueblo cubano comenzó a crear una obra de la que solo sabía su nombre: Revolución; no sospechaba su dimensión, pero cada medida revolucionaria veía que para él era buena. Y la asumía como suya.
Así, cuando tempranamente fue disuelto el Congreso de la República y sus funciones pasaron al Consejo de Ministros; cuando cesan los presidentes del Banco Nacional de Cuba y del Banco de Fomento Agrícola e Industrial; cuando se modifica la Ley de Gobiernos Provinciales y Municipales y, bajo la dirección de comisiones del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en esos niveles son sustituidos los gobernadores y alcaldes, dando paso a dirigentes revolucionarios, el pueblo vio que eso era bueno.
Era bueno porque así se destruía el aparato estatal explotador, representante de los intereses contrarios a los del pueblo, electo por métodos fraudulentos nacidos de la farsa electoral de noviembre de 1958.
Cuando surge la Ley 113, que reorganiza las Fuerzas Armadas y asume la jefatura el Ejército Rebelde; cuando fue sustituido el ejército opresor y entidades como el Tribunal de Urgencia y la Sala Segunda del Tribunal Supremo, cuya función era la de condenar a loss revolucionarios y santificar los crímenes de la tiranía; cuando desaparecen la Policía Nacional, la Policía Secreta, el servicio secreto del Palacio Presidencial, el tenebroso Servicio de Inteligencia Militar, el Buró de Represión de Actividades Comunistas, dando paso a la Policía Nacional Revolucionaria y otros mecanismos de la Revolución en este campo, el pueblo vio que eso era bueno.
Cuando a inicios de febrero de 1959 se proclama la Ley Fundamental de la República, que respalda pronunciamientos progresistas de la Constitución de 1940 e incorpora medidas revolucionarias; cuando se reorganiza el Tribunal de Cuentas; cuando se modifica el Código de Defensa Social y se crea el Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, vio el pueblo que eso era bueno.
Cuando la Revolución comenzó a transformar los servicios de salud, construyendo hospitales, declarando gratuito ese derecho humano, aboliendo la medicina como negocio y la condición de clientes de los enfermos; cuando se declaró gratuita la educación y se eliminó el analfabetismo: cuando la Reforma Agraria entregó la tierra a quienes la trabajaban, eliminó el latifundismo y los desalojos campesinos; cuando la Ley de Reforma Urbana convirtió en dueños de las viviendas a quienes as habitaban y erradicó los desahucios y a los casatenientes, volvió el pueblo a ver que eso era bueno.
Y así, ley por ley, medida por medida de la Revolución, han sido vistas por el pueblo como buenas. Se convirtió en realidad lo expresado en su alegato conocido como La historia me absolverá: ”A ese pueblo, … no le íbamos a decir: “te vamos a dar”, sino “!Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad”. Y el pueblo vio que eso era bueno.
Pero hay un momento decisivo en esta obra creadora del pueblo cubano. Fue el 16 de abril de 1961, cuando Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes. Ese día se puso apellido a la Revolución: ¡Socialista!. Y vio el pueblo que el socialismo era bueno. Y ese día, con los fusiles en alto, juró defender esas ideas al precio que fuera necesario, como lo sigue haciendo hoy.
La creación del mundo fue, según el texto bíblico, en siete días. O más exacto: en seis días, porque el séptimo-ya terminada su obra -fue destinado para descansar. La obra del pueblo cubano lleva ya casi siete décadas, sin un solo día de descanso. Y continúa.
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