viernes, 26 de agosto de 2016

Ni niños sin escuelas y maestros, ni maestros sin aulas. Eso es Cuba

. Orlando Guevara Núñez
Una reciente cifra ofrecida a la prensa por la Ministra de Educación cubana, fija en 1 700 000  alumnos los que irán a las clases a partir del próximo 5 de septiembre, inicio del nuevo curso escolar. Se refiere a la enseñanza desde el prescolar hasta el preuniversitario. Otras decenas de miles irán a las universidades.
Pero las cifras, por sí solas, no lo dicen todo. Hay otra realidad más reveladora: en Cuba no hay un solo niño sin escuelas y maestros, ni maestro sin aulas. El país entero es una inmensa escuela. Incluso hay decenas de aulas con menos de cinco alumnos, por estar en lugares con poca población. Si un solo alumno vive en un lugar muy apartado, hasta allí llega el maestro. Recuerdo una cifra de cursos anteriores cuando llegaron a existir más de un centenar escuelas con un solo alumno.
Al ver esta obra, vienen a mi mente los recuerdos de la etapa anterior a 1959. Un millón de analfabetos. Falta de escuelas. Niños sin acceso a la educación, mientras 10 000 maestros estaban sin empleo.
En la zona rural donde nací y viví los primeros años, el analfabetismo alcanzaba el  más del 80 por ciento de la población. Y muchas escuelas, solo impartían hasta el tercer grado de escolaridad. Aún recuerdo el día en que llegué a ese nivel. No hubo fiesta, sino deseos frustrados de seguir los estudios.
Mi padre hizo el intento de que yo siguiera estudiando y comenzó a pagarle un peso a un maestro particular y tres a una profesora de mecanografía, que vivían en el pueblo, a 12 kilómetros de mi barrio rural. El transporte era un caballo. Pero pronto el intento quedó trunco, porque cuatro pesos eran mucho capital para  poder pagar ese derecho humano que para entonces el gobierno de los Estados Unidos, en lugar de criticar a la dictadura de Fulgencio Batista por violarlo, le suministraba armas y asesores militares para hacerlo cada día más inhumano.
Cuba es hoy el país con más docentes por alumno. Como es también el de más médicos por habitantes. En ambos casos, servicios gratuitos para toda la población, sin discriminación de ningún tipo. Un país que en el tercer año de la Revolución erradicó el analfabetismo. Y que  ha enviado decenas de miles de maestros a otros países a  luchar contra  ese mal. Más de ocho millones de personas han aprendido a leer y escribier fuera de nuestras fronteras, gracias a esa cooperación, cumpliendo el legado martiano de que al venir a la tierra todo hombre tiene derecho a que se le eduque y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás.
El 5 de septiembre, educadores y educandos  iniciarán otra página de gloria para la educación cubana. Mientras tanto allá, en el norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de Martí, se siguen fraguando planes de subversión contra el pueblo de Cuba, el más reciente con internet como arma, con las esperanzas de revivir el capitalismo, privatizar la educación y la salud y que los cubanos volvamos a la indigencia y el analfabetismo.
Vale recordarles otra sentencia martiana: Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Y eso somos los cubanos. Todos con el derecho y la oportunidad de llegar a los más altos niveles educacionales, hasta donde su capacidad y dedicación los respalden.


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