.Orlando
Guevara Núñez
Transcurridos
ya más de 14 meses de anunciado el incio del proceso para la normalización de
las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, es evidente que en el primer obstáculo para ese fin – el bloqueo
norteamericano a nuestro país- hay un
gran trecho entre el propósito expresado
por el presidente Obama de eliminarlo, y
las medidas por él adoptadas para que así sea.
En
su esencia, el bloqueo –léase guerra económica- sigue intacto. Las medidas
adoptadas, tienen la clara intención no
de beneficiar al pueblo cubano, como ha
dicho el propio presidente de Estados Unidos, sino de abrir brechas en la
economía y el sistema socialista cubano para llegar al postulado-también
anunciado- de derrotar a la Revolución con otros métodos, no el fracasado hasta
ahora.
Para
el presidente norteño y sus asesores, una estrategia es la de aupar al sector
privado cubano, con el fin de convertirlo en una fuerza interna que mine la
economía e influya en lo político contra
el sistema socialista. Y por otra parte, desarrollar internet – lo mismo que
siempre han bloqueado- pensando que por esa vía pueden socavar la ideología de los cubanos, como lo han
logrado en otros países.
Otro
es el tema de los derechos humanos. Tema mal escogido por el mandatario Obama
para el análisis con Cuba sobre la normalización de las relaciones. Estados
Unidos, sin temor a equívocos, es hoy el gobierno más responsable de que en el
mundo existan más humanos sin derechos, incluyendo a su propio país. Pienso que
si han escogido ese tema, es porque para ellos, esas personas no son
consideradas humanas.
Cuba,
en esa materia, tiene logros como no muchos países pueden exhibirlos, incluidos
los de contribuir con cientos de miles de sus hijos a salvar vidas, aliviar
dolores, prevenir enfermedades, erradicar el analfabetismo, desarrollar la
cultura y el deporte, en decenas de países, poniendo el interés humano por
encima, incluso, de diferencias en las concepciones ideológicas.
Muchos,
sobre todo en los Estados Unidos, no se cansan de pregonar que el mayor
obstáculo para la normalización de las relaciones entre ese país y el nuestro,
es la negativa cubana de “hacer cambios” en su política y su economía. Cuba
está haciendo cambios, pero los que necesita para fortalecer el socialismo, no
para debilitarlo. Y los seguirá haciendo, con el apoyo y la participación de todo el pueblo
hasta vencer, por cualquier vía, el bloqueo, condenado por todos los países del
mundo, con excepción del maridaje Estados Unidos Israel.
Se
sabe que el presidente Obama tiene el poder para socavar el bloqueo hasta
dejarlo en un esqueleto que le correspondería al Congreso estadounidense
certificar su defunción. Pero al paso actual, la vida de esa criminal, ilegal,
obsoleta y absurda medida puede
sobrepasar la edad que el propio mandatario ha dicho desear para ella.
Es
un signo de prepotencia imperial la
posición de muchos personeros gubernamentales – y apirantes a serlo- de que
Cuba tenga que hacer concesiones para que Estados Unidos decida eliminar el
bloqueo. Pretenden que nuestro país pacte con ellos, sacrificando su soberanía,
su independencia y sus principios.
Cuba,
en primer lugar, no tiene nada de que arrepentirse en su trayectoria desde que
triunfó la Revolución. Ni implora el perdón que, en todo caso, debían pedir los
agresores. Para ese tipo de gente, vale responder como en su tiempo lo hizo el
Lugateniente General del Ejército Libertador Cubano, Antonio Maceo Grajales,
cuando nos enseñó a no hacer nunca pactos indignos con el enemigo, y que mendigar derechos es propio de cobardes
incapaces de ejercitarlos.
Pienso
que, en el tema de las relaciones Cuba-Estados Unidos, del dicho al hecho sigue
existiendo mucho trecho. Pronto Obama cumplirá su visita a Cuba. Lo
recibiremos, como se ha dicho, con respeto y buena atención, con la educación y
la cultura política de un pueblo al que más de medio siglo de bloqueo y
agresiones no ha podido matarle la caballerosidad ni la capacidad para
dialogar, en condiciones de absoluta igualdad, con cualquier adversario.
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