.Orlando Guevara Núñez
Aún recuerdo aquellos días en que el gobierno de los Estados Unidos rompió
sus relaciones diplomáticas con Cuba. Lejos estaba esa potencia de pensar que
54 años más tarde esas relaciones serían restablecidas con el mismo gobierno
revolucionario al cual le habían pronosticado pocos meses –algunos decían que
semanas- de vida. Fue el 3 de enero de 1961.
El 31 de enero del siguiente año, en Punta del Este, Uruguay, el gobierno de
los Estados Unidos consiguió que la Organización de Estados Americanos (OEA)
expulsara a Cuba de su seno, trillando el camino para, pocos días después
oficializar el bloqueo económico, comercial y financiero al país.
Ese bloqueo criminal, que aún se mantiene, fue oficializado por el
presidente de los Estados Unidos el 3 de febrero. Los enemigos de la Revolución
habían calculado que el Gobierno Revolucionario, con Fidel a la cabeza, no
podría resistir. Contra Cuba se juntaron el bloqueo, la política de
aislamiento, las agresiones, las amenazas, los sabotajes, las más groseras
calumnias.
Los cubanos comenzamos a sufrir los efectos de esa guerra económica,
política y militar. Pero hemos resistido. Y por eso decimos con orgullo
patriótico que este reinicio de las relaciones con los Estados Unidos es una
victoria de nuestro pueblo. Nos quedamos en aquella ocasión sin tener a quien
venderle ni a quien comprarle. Nos privaron de la cuota azucarera –primer
renglón económico en ese entonces-; nos suspendieron la venta de petróleo y se
negaron a refinar el suministrado por la otrora Unión Soviética. Nos negaron
la venta de piezas de repuesto para una
tecnología dependiente, en lo fundamental, de ellos.
Cualquier otro gobierno que no hubiese contado con el respaldo inmensamente
mayoritario del pueblo, no habría durado nada en el poder. Pero se toparon, por
primera vez, con gobierno que era pueblo y con un pueblo que era gobierno.
La visión de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, pronosticó la victoria
cubana y la derrota de la política imperialista no solo en Cuba, sino también
en América Latina. El 4 de febrero de 1962
tuvo lugar la Segunda Declaración de La Habana, donde más de un millón
de cubanos reafirmaron, en nombre de todo el pueblo, el más firme apoyo a la
Revolución.
En esa ocasión, Fidel definió la esencia de la reunión de Punta del Este,
donde se consumó el complot imperial contra nuestro país, con el apoyo de
varios gobiernos oligárquicos latinoamericanos. Puede decirse que Fidel
vislumbró el futuro que está siendo hoy presente.
"En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la
Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién
habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las
masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos
explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la
intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados
Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados
Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el
latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el
subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y
el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de
cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo
de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados
Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre.
Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación.
Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados
Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad;
Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron
en Girón para salvar la Patria del
dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven
al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados
Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos,
por el capitalismo
La evaluación del momento histórico, la disposición a la lucha, fueron
expuestas con claridad por el máximo jefe de la Revolución cubana, en momentos
en que la correlación de fuerzas era significativamente adversa.
"Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América
Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de
latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía
para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial
español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy
le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema
imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más
grande del que le prestaron nuestros antepasados”.
La confianza en el porvenir, expresada por Fidel, para muchos era un sueño,
para otros una utopía. Para muchos fue una experanza. Hoy vemos aquel augurio
como una realidad.
"Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas
hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van
a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que
tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina; lucha de masas y
de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y
despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que
ya empiezan a quitarle el sueño".
“En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese
hecho no lo determina la voluntad de nadie. Está determinado por las espantosas
condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la
conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el
movimiento universal de lucha de los pueblos subyugados”.
“La inquietud que hoy se
registra es síntoma inequívoco de rebelión. Se agitan las entrañas de un
continente que ha sido testigo de cuatro siglos de explotación esclava y feudal
del hombre desde sus moradores aborígenes y los esclavos traídos de África,
hasta los núcleos nacionales que surgieron después: blancos, negros, mulatos,
mestizos e indios que hoy hermanan el desprecio, la humillación y el yugo
yanqui, como hermana la esperanza de un mañana mejor”
En un párrafo de aquella
histórica intervención de Fidel, comparable con un poema o un himno cual
heraldo de Revolución, podrá observar el lector la visión de futuro sobre la
América nuestra, del Comandante en Jefe de un pueblo de soldados.
“Pero la hora de su
reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la viene señalando, con
precisión, ahora, también de un extremo a otro del continente. Ahora, esta masa
anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el
Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que
empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir
con su sangre, la empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por los campos y
las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus
selvas, entre la soledad o en el tráfico de las ciudades o en las costas de los
grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones,
con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus
derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí, la
historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y
vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos
mismos, para siempre, su historia. Ya se les ve por los caminos un día y otro,
a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los
«olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras,
de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras,
fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su
vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas sus consignas;
haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos.
Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado
que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no
parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman
los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las
riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora
despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron”.
Y el cierre de las palabras
de Fidel aquel 4 de febrero de 1962, fue como un adelanto de la realidad de
hoy.
“Porque esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su
marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera
independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en
todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón,
morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia”.
Eso es lo que está aconteciendo hoy en América Latina. Cuba ni fue aislada
ni fue vencida. Nuestro pueblo ha sufrido agresiones de todo tipo. Sin embargo
no hemos renunciado nunca a nuestros derechos, a nuestros principios ni a
nuestros sentimientos solidarios. Hemos cumplido con el legado martiano de que
los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre. Y con la
enseñanza fidelista de que primero se hundirá la Isla en el mar antes que
consintamos en ser esclavos de nadie.
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