viernes, 1 de julio de 2022

Los malos no triunfan sino donde los buenos son indiferentes

 

Orlando Guevara Núñez

Con esa afirmación concluye  Martí su artículo dirigido al director del diario venezolano  La Nación.  La carta está fechada en Nueva York, el 21 de febrero de 1883, y publicada por el citado periódico el 31 de marzo de  igual año. 

Dos temas principales se abordan en este escrito, anunciados como desgracias. Uno, el proteccionismo que va en detrimento de muchos productores nacionales. El otro, una devastadora inundación causante de destrucción   y muerte; menciona a Luisiana y Cincinnati como arrasadas. Pero Nueva York centra su atención en el oro, en las riquezas, en los aranceles

Hace referencia a los aprietos del gobierno republicano, acusado de varias medidas desfavorables para el país y los productores, de las reformas prometidas. Refiriéndose  al partido de los demócratas,  llega a una conclusión: “Todo apunta al menester supremo: sacar los negocios  públicos de manos de los que trafican en ellos”   De hecho plantea la interrogante de si los demócratas, logrado el triunfo harían gala mayor de independencia.

“La virtud –dice-  es presumible, cuando está del lado del interés, y solo en el ejercicio de la virtud reside  el triunfo”

Sobre quienes tienen la responsabilidad del gobierno, dice: “No puede ser representante honrado el que va al Parlamento lleno de gratitudes, y de mercedes recibidas, y de trata  tácita o expresa  con el cacique que lo nombra. ¡Tales siervos no pueden ser los encargados de defender la libertad!

Al  final hace mención de personas para tener puestos los ojos en lo relacionado con los bienes públicos. Es en ese contexto que afirma la verdad de que los malos no triunfan sino donde los buenos son indiferentes.

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