Orlando Guevara Núñez

“Fue aquel
invierno de angustia en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en
Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos”
Martí veía, en ese convite, un peligro para los pueblos
de nuestra América y para Cuba. Y llama a estos
versos “sencillez, escrita como jugando”.
Se imprimen estos versos porque el afecto con que los
acogieron, en una noche de poesía y amistad, algunas almas buenas, los ha hecho
ya públicos. Y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el
sentimiento en formas llanas y sinceras.
Los Versos Sencillos fueron dedicados por José Martí a sus amigos
Manuel Mercado, mexicano, y Enrique Estrázulas, uruguayo.
He aquí algunos de esos versos, tan conocidos por los
cubanos.
. Yo soy un hombre sincero- de donde crece la palma- y antes de morirme quiero- echar
mis versos del alma.
. Yo he visto al águila herida/ volar al azul
sereno, y morir en su guarida la víbora del veneno.
.
Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar: el arroyo de la sierra
me complace más que el mar.
. Si
ves un monte de espuma, es mi verso lo que ves; mi verso es un monte y es/ un
abanico de plumas.
. Mi
verso es de un verde claro y de un carmín encendido: mi verso es un ciervo
herido que busca en el monte amparo.
. No
me pongan en lo oscuro a morir como un traidor: ¡yo soy bueno, y como bueno,
moriré de cara al sol!
. Yo
pienso cuando me alegro/ como un escolar sencillo, en el canario amarillo, ¡Qué
tiene el ojo tan negro!
. Yo
quiero cuando me muera/ sin patria, pero sin amo, tener en mi losa un ramo/ de
flores, 1y una bandera!.
.
Rojo, como en el desierto, salió el sol al horizonte: / y alumbró a un
esclavo muerte/ colgado a un ceibo del
monte.
56 OCJM
Tomo 16 p 61
. Vamos, pues, hijo viril: / vamos los dos, si
yo muero/ me besas, si tú … ¡prefiero/ verte muerto a verte vil!
. Yo sé de un pesar profundo/ entre las penas
sin nombres:/ ¡La esclavitud de los hombres/ es la gran pena del mundo!
.
¿Del tirano? Del tirano/ dí todo, ¡dí
más; y clava/ con furia de mano esclava/ sobre su oprobio al tirano.
.
Cultivo una rosa blanca,/ en julio como
en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca.
Tiene el leopardo su abrigo/ en un monte seco
y pardo: /Yo tengo más que el leopardo/ porque tengo un buen amigo.
.
¡Verso, nos hablan de un Dios/ donde van los difuntos:/ verso o nos condenan
juntos/ o nos salvamos los dos!
A esta colección pertenecen dos joyas de la poesía martiana:
La niña de Guatemala y La
bailarina española.
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