viernes, 23 de diciembre de 2016

Fidel en los últimos días de la guerra




.Orlando Guevara Núñez
Diciembre de 1958 fue particularmente intenso para el Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba en su punto culminante la contraofensiva estratégica contra las fuerzas de la tiranía batistiana. No había día sin combates. El Ejército Rebelde, luego de expulsar  de la Sierra Maestra al enemigo, ahora lo acorralaba en sus propias madrigueras en las ciudades, lo cercaba, lo acosaba, lo desalojaba, lo rendía.
En la zona oriental, las fuerzas de los frentes comandados por Fidel, Raúl y Almeida, avanzaban de forma indetenible. El cerco sobre Santiago de Cuba se cerraba cada día. En el norte de Oriente y límites con  Camagüey, el Cuarto Frente Simón Bolívar  batía también al ejército del tirano e impedía el paso de refuerzos para esta zona.  Gibara,  Las Tunas, Los Güiros, Velazco, San Agustín, Puerto Padre, Holguín y Chaparra están bajo la presión rebelde.
En la zona central, las columnas invasoras de Camilo y el Che cumplían a cabalidad su misión. En Pinar del Río el frente guerrillero estaba también acosando al enemigo.
En Oriente habían sido liberados El Cristo, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire, El Cobre, Jiguaní, Contramaestre, sumados  otros  poblados del territorio del Segundo Frente. Se combatía en Maffo y se preparaba  el ataque a Palma Soriano. Otros muchos poblados, cercados y hostigados.
En esas circunstancias, la actividad de Fidel se multiplicaba. En la Comandancia Central, ubicada en La Rinconada, se realizaba, el 18 de diciembre, la elección del presidente provisional de la República, Manuel Urrutia Lleó y otros miembros del futuro Ejecutivo.  Desde la guerra, se trazaban objetivos para  después de la victoria. El propósito era que este presidente jurara su cargo el 24 de febrero en el histórico poblado de Baire, pero el triunfo aceleró el proceso, teniendo lugar ese juramento en Santiago de Cuba, durante la proclamación del triunfo.
Allí, en La Rinconada, se produce, casi exactamente dos años después de Cinco Palmas, otro histórico  abrazo de Fidel y Raúl. La vez anterior, con ocho hombres y siete fusiles, ante los cuales expresó Fidel: ¡Ahora sí ganamos la guerra! En esta ocasión, con centenares de combatientes, un Ejército Rebelde  a punto de ganar la guerra,  y las armas arrebatadas al enemigo.
Fidel está plenamente convencido de que el triunfo revolucionario está cerca. Pero advierte los peligros internos y externos. Y sobre ello alerta a todos los mandos rebeldes.
Desde su puesto de mando,  precisa detalles para todos los frentes y columnas. Cursa órdenes. Exige disciplina. Ordena el combate sin tregua hasta la rendición incondicional del enemigo.
El 20 de diciembre, la Comandancia Central se traslada para el ingenio  América (hoy América Libre) aledaño a Contramaestre. El 22, en El Tamarindo, cercano a Palma Soriano, se precisan los planes para el ataque a Palma Soriano y el avance final hacia Santiago de Cuba. Por primera vez, actuarían juntas las fuerzas del Primer, Segundo y Tercer Frente. En la madrugada del 23 comenzaría el asedio a la Ciudad del Cauto, tomada por asalto el día 27.
 Caimanera, Cueto, Sagua de Tánamo y Cayo Mambí, se sumaban a los territorios liberados en Oriente. Fomento,  Meneses, Zulueta, Placetas, Sancti Espíritus, en la zona central.  La moral del Ejército Rebelde crece en cada acción; la del enemigo disminuye.
Fidel indica  a  las jefaturas rebeldes  no continuar devolviendo soldados hechos prisioneros, partiendo de que en esos momentos el ejército batistiano, que ha recibido nuevas armas, está necesitado de fuerzas. Los soldados devueltos son utilizados para suplir a los de guarniciones,  enviados a las zonas de operaciones.
Así se llega al 24 de diciembre. Fidel escribiría sobre ese día: “El  día de Noche Buena, acompañado por Celia y varios combatientes, visité a mi madre en Birán. Luego fui a Marcané y de allí reemprendí el camino de regreso. En el recorrido hicimos un alto en Mangos de Baraguá, lugar de la histórica protesta de Antonio Maceo”.
Faltaba todavía una semana de intensa lucha. En esos días, quedaría más evidenciada la grandeza militar y política de Fidel para derrotar al enemigo y alcanzar la victoria definitiva.

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