.Orlando
Guevara Núñez
Hoy,
5 de marzo, se cumplen 56 años del memorable discurso de Fidel Castro al
despedir el duelo por los cubanos víctimas del criminal sabotaje al vapor
francés La Coubre, en el puerto de La Habana.
Esta
nave venía cargada de armas que serían entregadas al pueblo para su defensa,
las que habían sido compradas en Bélgica, pese a las presiones del gobierno de
los Estados Unidos para impedirlo.
Ese
día, el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, hizo un detallado análisis
del suceso que llenó de luto a todos los cubanos. Y pronunció, por primera vez,
las palabras que hoy siguen acompañando a nuestro pueblo en su incansable lucha
contra sus enemigos: ¡Patria o Muerte!
Como
recordación de aquel episodio doloroso, reproducimos aquí algunos párrafos de
aquel discurso, con vigencia plena para los tiempos presentes y los que están
por venir.
“Nunca
seríamos fuertes para agredir a nadie, no solo porque no tendríamos
numéricamente armas, ni hombres, ni recursos, sino porque nunca tendríamos
derecho para agredir a nadie; y por eso nunca seríamos fuertes, aunque
tuviéramos recursos y armas, sencillamente porque no tendríamos derecho a
hacerlo. Y en cambio, nos sentimos
fuertes para defendernos, estamos seguros de que somos fuertes para
defendernos, porque estaremos defendiendo un derecho y sabremos defenderlo”.
“Entonces,
¿por qué no se quiere que tengamos los medios necesarios? Es sencillamente porque se quiere que no
podamos defendernos, se quiere que estemos indefensos. ¿Y por qué se quiere que estemos
indefensos? Para doblegarnos, para
someternos, para que no resistamos a las presiones, para que no resistamos a
las agresiones. ¿Y tienen precisamente
derecho a obstaculizar nuestros esfuerzos para adquirir los medios para
defendernos las autoridades de un país que no ha podido impedir que su
territorio sea utilizado sistemáticamente para bombardearnos?”
“Es
posible que mañana los diarios de ese país salgan diciendo que analizar estas
verdades y estas razones es un insulto al pueblo de Estados Unidos. Y valga aclarar que nosotros no insultamos al
pueblo de Estados Unidos, ni nunca hemos insultado al pueblo de Estados
Unidos; lo que ocurre es que a las verdades las llaman insultos, y las llaman
insulto al pueblo para presentar a nuestro pueblo como un pueblo enemigo del
pueblo de Estados Unidos. Y las razones
que nosotros argumentamos a los gobernantes —que son los responsables de la
política de ese país— no son insultos al pueblo; porque entendemos, por el
contrario, que quienes le hacen daño al pueblo norteamericano son los que
cometen errores semejantes; los que ofenden al pueblo norteamericano son los
que cometen errores semejantes. Razonar,
llamar las cosas por su nombre, aclararle al pueblo estas verdades, lo pintan
como insulto, porque quieren dificultades de pueblo a pueblo, y aquí no hay
dificultades de pueblo a pueblo, porque Cuba nunca tendrá dificultades de
pueblo a pueblo con ningún pueblo del mundo”.
“Los
pueblos son buenos, y no se pueden juzgar por sus gobernantes. No habría sido justo juzgar a los cubanos, a
este pueblo magnífico, por los gobernantes que la Revolución derrocó. Los pueblos no tienen la culpa”.
“Nosotros
hemos logrado el triunfo del pueblo después de siete años de cruenta lucha y de
inmenso sacrificio. En aquellos tiempos
cualquier ciudadano podía ser torturado, cualquier ciudadano podía ser asesinado
en las calles de las ciudades o en los campos, la tiranía más atroz imperaba en
nuestra patria; mas eso no era obstáculo para que de Estados Unidos llegaran
los barcos cargados de bombas y llegaran los barcos cargados de metralla, que
en cambio no estallaban en el puerto de La Habana. Sin embargo, nosotros no asesinamos a nadie,
nosotros no torturamos a nadie, nosotros no golpeamos a un solo ser humano,
nosotros hemos establecido en nuestra patria el imperio del respeto a la
dignidad humana, a la sensibilidad humana, y nuestro Gobierno Revolucionario se
ha caracterizado por ese clima de seguridad que tiene el ciudadano, por esa
sensación de tranquilidad, de seguridad y de respeto que tiene el ciudadano;
nosotros no torturamos, nosotros no asesinamos, y sin embargo, las armas que
vienen para defender este régimen estallan al llegar a puerto. En cambio, los torturadores de nuestro
pueblo, los verdugos de nuestro pueblo, los que arrancaron la vida de
20 000 compatriotas, los que asesinaban estudiantes, campesinos, obreros,
los que asesinaban hombres y mujeres, los que asesinaban profesionales, los que
asesinaban a cualquier ciudadano, esos recibían directamente armas y pertrechos
que no estallaban”.
“Cuando se trata de un régimen revolucionario justo, un régimen
revolucionario humano, un régimen que tanto se ha esforzado por defender los
intereses del pueblo, los intereses de nuestro pueblo sufrido y explotado
—explotado por los monopolios, explotado por los latifundios, explotado por los
privilegiados—, un régimen que ha librado al pueblo de todas esas injusticias,
un régimen de la mayoría del país, un régimen humano, lo combaten. Al régimen criminal e inhumano, al régimen de
los monopolios y de los privilegios, lo ayudaban. ¡Vaya democracia que ayuda a los criminales y
ayuda a los explotadores! ¡Democracia es
esta, donde el hombre vale para nosotros y valdrá siempre más que el
dinero! Porque por dinero no
derramaremos jamás una gota de sangre humana; por dinero, por intereses
egoístas, no sacrificaremos jamás una gota de sangre humana”.
“Y sin inmutarnos por las amenazas, sin inmutarnos por las
maniobras, recordando que un día nosotros fuimos 12 hombres solamente y que,
comparada aquella fuerza nuestra con la fuerza de la tiranía, nuestra fuerza
era tan pequeña y tan insignificante, que nadie habría creído posible resistir;
sin embargo, nosotros creíamos que resistíamos entonces, como creemos hoy que
resistimos a cualquier agresión. Y no solo que sabremos resistir cualquier
agresión, sino que sabremos vencer cualquier agresión, y que nuevamente no
tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más
todavía: libertad quiere decir patria. Y
la disyuntiva nuestra sería patria o muerte”.
“Y
así un día como hoy, luctuoso y trágico, doloroso para el pueblo, doloroso para
el gobierno, doloroso para los familiares de los obreros y los soldados, y los
ciudadanos que cayeron; en un momento como este, importante, es bueno que
dejemos sentadas estas cosas, y que nuestra disposición de resistir no es solo
la disposición de resistir militarmente.
Creen tal vez que tenemos valor para morir, pero que no tenemos valor
para resistir las privaciones, y los hombres tienen valor para resistir,
incluso las privaciones que menos se imaginan”.
“Si
aquellos hombres que comenzaron la lucha en las montañas no hubiesen tenido
valor para resistir las privaciones, habrían sido vencidos; mas, no fue así,
porque tuvieron entereza para resistir las privaciones. Hombres débiles son los que no tienen
entereza para resistir las privaciones; hombres o mujeres fuertes son los que
tienen entereza para resistir las privaciones.
Y un pueblo que tiene el valor de cualquier sacrificio en el combate,
debe también tener el valor de cualquier privación. Porque se equivocan también cuando creen que
mediante represalias económicas nos van a derrotar. Y aquí cabría decir que más vale pasar hambre
en libertad que vivir esclavizados en la opulencia; que más vale ser pobres
pero ser libres, aunque nos cueste mucho y aunque fuese largo el camino del
desarrollo de nuestras riquezas —algún día habremos alcanzado también esa
meta—, pero más vale ser pobres pero ser libres, que ser ricos y ser esclavos;
mucho más cuando aquí éramos esclavos y pobres, y por lo menos ahora somos
pobres pero libres, y algún día seremos libres y además ricos”.
“¡Quién iba a soñar siquiera que un
día militares y obreros no serían enemigos, que un día militares y obreros y
estudiantes y campesinos y pueblo no serían enemigos; que algún día los
intelectuales marcharían del brazo de los hombres armados; que algún día el
pensamiento, la fuerza de trabajo y el fusil marcharían juntos, como han
marchado hoy!”
“Antes marchaban separados, antes
eran enemigos, antes habían hecho de la patria disímiles intereses, disímiles
grupos, disímiles instituciones, y hoy la patria es un solo sentimiento, la
patria es una sola fuerza, la patria es un solo grupo. Hoy no combaten muriendo entre sí campesinos
y soldados, o estudiantes y policías, pueblo y fuerzas armadas; hoy, surgimos
todos del mismo anhelo y de la misma aspiración; pueblo y militar son idéntica
cosa. Antes combatían entre sí, hoy
combaten juntos; antes marchaban por disímiles caminos, hoy marchan juntos, hoy
luchan juntos obreros y soldados, hoy mueren juntos, unos a los otros
ayudándose, unos dando las vidas por salvar a los otros Hoy he visto —como decía— más gloriosa y más heroica a
nuestra patria, más admirable a nuestro pueblo digno de admirarse como se
admira a una columna que regresa del combate, digno de identificarse y
solidarizarse con él como se solidarizan los hombres de un ejército después de
una batalla”.
“Lo
que importa no son los claros en las filas; lo que importa es la presencia de
ánimo de los que permanecen en pie. Y no
una, sino muchas veces, vimos claros en nuestras filas, en las filas de nuestro
ejército; vimos claros dolorosos, como hoy vemos claros en las filas del
pueblo, pero lo que importa sobre todo es la entereza del pueblo que se
mantiene en pie”.
“Y
así, al despedir a los caídos de hoy, a esos soldados y a esos obreros, no
tengo otra idea, para decirles adiós, sino la idea que simboliza esta lucha y
simboliza lo que es hoy nuestro pueblo:
¡Descansen juntos en paz! Juntos
obreros y soldados, juntos en sus tumbas, como juntos lucharon, como juntos
murieron y como juntos estamos dispuestos a morir”.
“Y
al despedirlos, en el umbral del cementerio, una promesa, que más que promesa
de hoy es promesa de ayer y de siempre:
¡Cuba no se acobardará, Cuba no retrocederá; la Revolución no se
detendrá, la Revolución no retrocederá, la Revolución seguirá adelante
victoriosamente, la Revolución continuará inquebrantable su marcha!
Y esa es nuestra promesa no a los que han muerto, porque
morir por la patria es vivir, sino a los compañeros que llevaremos siempre en
el recuerdo como algo nuestro; y no en el recuerdo en el corazón de un hombre,
o de hombres, sino en el recuerdo único que no puede borrarse nunca: el recuerdo
en el corazón de un pueblo.
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