.Orlando Guevara Núñez
El tema del restablecimiento de las relaciones
entre Cuba y los Estados Unidos, incluyendo la reapertura de las respectivas
embajadas, sigue ocupando lugares prominentes en disímiles medios de
comunicación en el mundo. Los enfoques, desde luego, están en correspondencia
con las diversas posiciones sustentadas frente a ese hecho trascendente.
Me sigo contando entre quienes piensan que es un
paso positivo para preparar el camino que conduzca a relaciones verdaderamente
normales, de mutuo respeto, con apego estricto a las normas internacionales,
sin menoscabo para ninguna de las
partes.
Esas relaciones fueron rotas, de forma
unilateral, cuando el 3 de enero de 1961 así lo dispuso el gobierno de los
Estados Unidos. Y, desde entonces hasta hoy, Cuba ha sido víctima de una
política cuyo fin ha sido el derrocamiento de la Revolución a través de los más
variados métodos: agresiones, bloqueo, sabotajes, intento de aislamiento
internacional, campañas difamatorias, apoyo a grupos contrarrevolucionarios, financiamiento
de planes subversivos y adopción de leyes criminales y absurdas, como las de
Ajuste Cubano, la Helms-Burtton y la Torricelli.
El presidente Obama reconoció públicamente el
fracaso total de ese método. Y ha dicho también- cosa que han recalcado con más
fuerza funcionarios norteamericanos- que de lo que se trata es de cambiar el
método para conseguir el mismo fin.
Se hace énfasis en las profundas diferencias y concepciones de
ambas partes sobre temas claves, entre éstos los relacionados con los derechos
humanos y la democracia.
Cuba ha expresado su disposición a discutirlo
todo, siempre sobre la base de que jamás negociará su soberanía y sus
principios. Hasta ahora, el gobierno de los Estados Unidos parece estar de
acuerdo en que así sea.
Las grandes diferencias son bien visibles para
todos. La mayor, consiste en que Estados Unidos es un país imperialista,
acostumbrado a relaciones basadas en la prepotencia, la fuerza, con afanes de
dominio, mientras que Cuba es un país socialista, con relaciones sustentadas en
la solidaridad, el respeto y el altruismo de compartir con los más necesitados
no lo que le sobra, sino lo que tiene e inclluso necesita.
En Estados Unidos, dos de los principales derechos
humanos, la salud y la educación, no están al alcance de todos, como sí lo están en Cuba. El sistema democrático
cubano de elecciones, es infinitamente superior al de los Estados Unidos. Allí
se eligen gobernantes para garantizar la supevivencia de un sistema donde
siempre la riqueza se ensañará con la pobreza. La propaganda engañosa defiende
ese modelo y trata de venderlo como un paradigma de democracia, pretendiendo
disputarle a Dios el don de la omnipotencia y obligar a los demás a moldearse a
su imagen y semejanza.
No es difícil tener como cierto que esas
diferencias se mantendrán durante mucho tiempo y que una verdadera normalidad
de las relaciones tendrá que basarse no solo en el reconocimiento, sino,
además, en el respeto a esas desigualdades.
Hemos seguido con atención las medidas que el
presidente Obama ha adoptado a partir del 17 de diciembre del pasado año.
Retirar a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo, en la que nunca
debió estar; la apertura de las embajadas; cierta flexibilización de los
ciudadanos de ese país al nuestro, y recientemente, reducir la lista de empresas sancionadas por hacer
operaciones con Cuba, víctimas éstas de
una política imperial violatoria del derecho internacional y de las normas del
comercio entre las naciones.
Sin embargo, el bloqueo se mantiene, al igual
que las leyes criminales contra Cuba. Ahí está la ilegal Base Naval de
Guantánamo. Se mantiene el presupuesto millonario para promover la subversión
en Cuba. Se sigue recibiendo en suelo norteamericano a pesonas que salen del
país de forma ilegal, arriesgando su vida, al tiempo que privilegian a muchos
falsos “perseguidos políticos” que llegan por diversas vías alternativas a esa
nación, la misma que les niega la salida legal y segura. No hay
pronunciamientos sobre la indeminización a Cuba por los graves daños causados
durante estos años de bloqueo y agresiones.
Hoy las medidas de Obama contra el bloqueo,
dependen de lo que él pueda hacer y de lo que el Congreso le permita . Muchos
especialistas opinan que lo hecho por el presidente hasta ahora en esa
dirección es una mínima parte de lo que él tiene potestad de determinar. En los
próximos días, dos acontecimientos podrían ser un medidor de hasta dónde está
dispuesto a llegar Obama y hasta dónde le es permitido llegar, en relación con
el bloqueo a Cuba. Uno, el 14 de septiembre, cuando debe decidir si prorroga
por otro año la aplicación de la Ley de Comercio con el Enemigo, justificante
del cerco actual. Otro, cuando en el próximo octubre, como ha venido sucediendo
durante más de dos décadas, se someta a la consideración de la ONU otra propuesta de resolución cubana sobre la necesidad de poner fin al
bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba.
Si Obama ha declarado fracasado e inoperante el
bloqueo, si ha pedido al Congreso su eliminación, ¿Qué sucederá en estas dos
ocasiones?
En Estados Unidos, muchos demócratas y
republicanos se han pronunciado por eliminar las restricciones que para los
empresarios que ellos representan constituye la prohibicion del comercio con
Cuba. Muchos sueñan con jugosos negocios, pensando que Cuba abrirá las puertas
a todo cuanto ellos quieran, sin tener en cuenta el carácter de la economía
cubana y la función de cada inversión extranjera que se admita.
En dos direcciones se ha mostrado especial
interés por parte de empresas norteamericanas. Una, el campo de las
comunicaciones. Otra, el respaldo a cuentapropistas. A buenos entendedores,
sobran explicaciones. Otros aspiran a que Cuba, en su empeño por el desarrollo
ecónomico, basado en un nuevo modelo, caiga en manos del Fondo Monetario
Internacional, del Banco Mundial y del capital financiero especulativo, nombres
que a menudo aparecen asociados a las políticas de choque, a las deudas
impagables, a las crisis, al desempleo y la pérdida de capacidad de las
naciones para asegurar el bienestar de sus pueblos. Cuba, en ese sentido, sabe
bien hacia dónde va y ha dejado bien claro que todo cuanto haga en el campo de
la economía será para fortalecer el socialismo, no para debilitarlo.
Las negociaciones seguirán. Algunos han llegado
a catalogar este reinicio de las relaciones, como un perdón de los Estados
Unidos hacia Cuba. Cuba no pide, ni necesita, perdón alguno. Esta ha sido una
victoria cubana. Victoria de la dirección política de la Revolución y del pueblo que ha protagonizado la hazaña de
resistir y vencer una absurda política que hoy sus propios promotores reconocen
como fracasada.
Bienvenidos los nuevos pasos que se den para
normalizar las relaciones Cuba-Estados Unidos. Sabemos que en cada una de estos,
los intereses del pueblo estarán bien representados, bien defendidos y, por
tanto, bien asegurados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario