domingo, 21 de septiembre de 2014

Primer Congreso Campesino en Armas Mantener y engrandecer la obra conquistada



                                               

 .Orlando Guevara Nùñez
Soledad de Mayarí Arriba. Desde distintos puntos del territorio rebelde del Segundo Frente Oriental Frank País, llegan campesinos a pie, a caballo, en camiones o yipes. Para algunos, el trayecto dura hasta cinco días desafiando la lluvia, el fango, los ríos crecidos. Vienen desde el propio Mayarí, de Baracoa, Guantánamo, Yateras y otras zonas  distantes. Estaban convocados para desarrollar el  Primer Congreso Campesino en Armas. Era el 21 de septiembre de 1958.
Campesinos pequeños, aparceros, precaristas, semiproletarios. Gente explotada y esquilmada por los terratenientes. Oprimidos, pero no vencidos. A esta cita acudieron no para enumerar y archivar lamentos, sino para trazar un camino que los condujera al alcance de sus sueños, tantas veces traicionados por los  poderosos. 
No fue aquel Congreso un evento para la expresión de criterios aislados. Desde julio de ese mismo año, se había creado el Comité Regional Campesino que abarcaba el territorio donde operaba el Segundo Frente Oriental Frank País, mando rebelde bajo la jefatura del entonces Comandante Raúl Castro Ruz.
Los 35 comités de cuartones existentes y 2 695 campesinos organizados al crearse aquel Comité Regional, se habían convertido en 63 comités agrarios, con unos 5 000 campesinos agrupados en ellos. Y de esa masa, de sus sentimientos, sufrimientos y aspiraciones, surgieron los aspectos que debían formar parte de las discusiones y decisiones del  Congreso.
Los objetivos estaban muy claros. Lucha abierta contra la tiranía que sumía al país en el crimen, la violación de todos los derechos y el más bárbaro abuso contra los pobres del campo. Esa lucha, con clara visión histórica, se hacía extensiva hacia el sistema capitalista en Cuba y su sostén, el imperialismo norteamericano.
La erradicación del analfabetismo, sueño inconcluso de Martí, recobraba vida en los objetivos plasmados ahora por los campesinos. Y la Reforma Agraria radical que extirpara al latifundismo, a los terratenientes, devolviera las tierras a sus legítimos dueños y terminara para siempre la explotación de los entonces preteridos hombres del campo.
Pero no se trataba de una simple exposición de demandas para que otros hicieran el milagro de satisfacerlas. Existía una clara comprensión de que bajo el gobierno tiránico nada de esto podría jamás alcanzarse. Y por ello, una decisión era fundamental y fue adoptada y cumplida: apoyar incondicionalmente al Ejército Rebelde, con medidas concretas, como  fueron la de aportar el diez por ciento del valor de las cosechas y de la venta de animales y madera para  la causa revolucionaria.
 Un aporte de significación especial, decisivo para la lucha guerrillera y su victoria, se había puesto ya en práctica: la incorporación al Ejército Rebelde y su apoyo logístico en los territorios donde se combatía.
Así, bajo condiciones meteorológicas adversas, con limitados recursos  y hostigados por la metralla enemiga, los delegados al Primer Congreso Campesino en Armas escribieron una página decisiva de nuestra historia.
Este 21 de septiembre, en el mismo escenario de Mayarí Arriba, estarán muchos de ellos. Y de seguro, en sus memorias se reproducirán muchas escenas de aquellos días de combate. Las intervenciones de los participantes cimentando unidad y desbaratando componendas de quienes no estaban interesados en los cambios. Descubriendo y emprendiendo el camino verdadero. Y recordarán, sobre todo, las proféticas palabras de Raúl Castro, proclamando sueños que hoy son realidad.
Desde Soledad de Mayarí Arriba, los recios luchadores de ayer  y sus firmes seguidores de hoy, tendrán muchas razones para conmemorar con júbilo el nuevo aniversario  del Primer Congreso Campesino en Armas. La obra revolucionaria, para satisfacción de todos, ha superado en mucho las aspiraciones que aquel día reunieron a tan aguerrido grupo de combatientes.
Más que Reforma, una profunda revolución agraria sin antecedentes en el continente que habitamos. Ni latifundistas, ni terratenientes, ni desalojos, ni abusos, ni crímenes,  ni campesinos sin ser dueños de sus tierras.
Ni analfabetos, ni hambrientos, ni niños sin escuela. Ningún trabajador de la tierra en Cuba es paria en su propio suelo. El capitalismo es recordado sólo para reafirmar la decisión de que sea un pasado sin regreso.
Por eso este 21 de septiembre, en el histórico lugar donde ayer se alzaron las voces rebeldes,serán entonados hoy nuevos himnos de lucha para mantener y engrandecer la obra  conquistada.



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