sábado, 23 de noviembre de 2013

Hacia el aniversario 55 de la Revolución ( 1 ) Junto al triunfo, el inicio de otra guerra



. Orlando Guevara Núñez
La conmemoración de un acontecimiento importante convoca siempre al recuento. Así sucede con el aniversario 55 del triunfo de la Revolución cubana, el hecho  histórico más  extraordinario  del siglo XX  en nuestro país, cuya repercusión trasciende las fronteras de nuestra patria para insertarse en la historia de América Latina y más allá.
La última etapa del combate para alcanzar ese triunfo comenzó en Santiago de Cuba y Bayamo, el 26 de julio de 1953; se reinició el 30 de noviembre de 1956 y el desembarco del Granma; continuó con la lucha guerrillera en las montañas y clandestina en los llanos y ciudades; la guerra se extendió a todo el país, hasta la derrota total de la tiranía hasta el triunfo definitivo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959.
Ese día glorioso terminó para los cubanos una cruenta guerra; pero, al contrario de lo que muchos pensábamos entonces, comenzó para el pueblo otra batalla no menos heroica: construir la obra por la cual se había combatido.
El 8 de enero de 1959, en la capital del país, el Comandante en Jefe Fidel Castro lo definiría con pocas palabras  “Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”.
La tarea inmediata fue romper las estructuras militares represivas, los aparatos políticos  y administrativos de la tiranía que sostenían el injusto sistema social capitalista. Y sobre las ruinas de éstos, cimentar las bases para construir una nueva sociedad. Lo segundo sería mucho más complejo.
Habíamos heredado un país pobre y saqueado. Enfrentar los graves problemas económicos y sociales necesitaba  grandes recursos financieros inexistentes. ¿Cómo dar ocupación a los 371 mil cubanos sin empleo absoluto y a los 661 mil sin empleo o subempleados? ¿Cómo eliminar el oprobio de casi un millón de analfabetos, de 10 mil  maestros sin escuelas, de 400 mil niños sin escuelas y sin maestros? ¿Cómo enfrentar la tragedia de la carencia de atención a la salud de la población?
No repetiremos, en esta ocasión, las tenebrosas cifras que ilustran los males heredados por la Revolución, denunciados por Fidel en su alegato histórico La historia me absolverá, sintetizados en los problemas de la tierra, de la industrialización, del desempleo, de la educación, de la salud y de la vivienda. Pero vale citar otras, poco conocidas, sobre todo por las nuevas generaciones.
En las arcas del Estado, en 1959, existían sólo 70 millones de pesos. Los principales jerarcas de la tiranía se habían robado unos 424 millones que, en oro y en dólares, respaldaban el valor del peso cubano. El país quedaba  no solo empobrecido, sino también endeudado.
La deuda externa de Cuba alcanzaba los 788 millones de dólares, es decir, más de diez veces superior a sus reservas, mientras que la balanza comercial con Estados Unidos le era desfavorable al país en más de 600 millones.
A estas dificultades, se unieron desde el primer día las impuestas por el gobierno de los Estados Unidos, dispuesto a destruir la Revolución. La imposición del bloqueo económico, financiero y comercial; la suspensión de la cuota azucarera, del suministro del petróleo; la pretensión de aislar a Cuba hasta el punto de que en América Latina sólo México mantuvo relaciones con este país. La suspensión de todos los créditos.
Y todos esos obstáculos, agravados por  los sabotajes, las agresiones,  las amenazas perennes y la creación de las bandas contrarrevolucionarias organizadas, armadas, entrenadas y financiadas por los gobiernos de los Estados Unidos y su Agencia Central de Inteligencia.
A todo eso – y es solo una parte-  ha tenido que enfrentarse el pueblo cubano en estos casi 55 años de Revolución. Con sobradas razones, ha planteado el General de Ejército Raúl Castro que mantener esta Revolución ha sido la mayor proeza de nuestro pueblo.
Para los cubanos, el triunfo de la Revolución fue, en realidad, el inicio de otra guerra, esta vez contra el más poderoso y agresivo imperialismo que ha conocido – y aún padece-  la historia de la  humanidad: el de los Estados Unidos.
De ahí venimos. Nuestra obra está fraguada con trabajo, con sudor, con sangre y con sacrificio. Son los mismos ingredientes necesarios para seguirla manteniendo y engrandeciendo, sin olvidar nunca que el enemigo es el mismo, sus intenciones son las mismas e idéntico su propósito estratégico, regresarnos a un pasado que los cubanos no podemos admitir otra vez como presente.

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