lunes, 1 de septiembre de 2025

 

2 de septiembre de 1960

Primera Declaración de La Habana,

decisión de pueblo. Vigencia total

>Orlando Guevara Núñez

Había transcurrido sólo un año y ocho meses desde el triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959 en Cuba. Nuestro país estaba dedicado por entero al trabajo para reconstruir la nación, luego de una lucha cruenta que costó la vida  de 20 000 cubanos. El país había quedado devastado no solo como consecuencia de la guerra, sino también por el saqueo de la pandilla batistiana que dejó vacías las arcas del Estado, además de heredar una débil economía, dominada por los monopolios extranjeros, principalmente de los Estados Unidos.

Pero el imperio del Norte no estaba dispuesto a permitir que en nuestro continente existiera un país decidido  a dirigir su propio destino. Ya las agresiones económicas se hacían sentir, al tiempo que los sabotajes y apoyo a la contrarrevolución, mediante grupos que impunemente actuaban desde territorio norteamericano, costaban vidas y recursos al pueblo cubano.

En ese contexto, del 22 al 29 de agosto de 1960 sesionó, en San José de Costa Rica, la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA)  instrumentada por el gobierno de los Estados Unidos para condenar y aislar a Cuba, como parte de la preparación del escenario para la agresión – ya programada- que se produjo el 17 de abril de 1961, mediante la invasión mercenaria de Playa Girón, con el objetivo de destruir a la Revolución. El infame documento fue aprobado, con la excepción de los cancilleres de Venezuela y Perú, quienes, además de no firmar la declaración, renunciaron a sus cargos.

No se equivocó el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando ese 2 de septiembre afirmó, refiriéndose a la reunión anticubana, que “se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo yanqui”.

La respuesta del pueblo fue contundente. En la Plaza Cívica de la capital, un millón de cubanos se reunieron y, en representación de toda la nación se constituyeron en Asamblea General del Pueblo de Cuba. Nuestro país levantó su voz no solo en nombre propio, sino también de todos los pueblos de América.

Y sus pronunciamientos fueron claros, precisos y contundentes.

Esa Asamblea proclamó el derecho de los campesinos a la tierra; del obrero al fruto de su trabajo; de los niños a la educación; de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; de los jóvenes al trabajo; de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica.

Para Cuba y más allá de sus fronteras, la Asamblea General proclamó también el derecho de los negros y del indio a la dignidad plena del hombre; de la mujer a la igualdad civil, social y política; del anciano a una vejez segura; de los intelectuales, artistas y científicos a luchar con sus obras por un mundo mejor.

Y sumó a sus postulados el derecho de los Estados a nacionalizar los monopolios imperialistas, rescatando así sus riquezas y recursos nacionales; de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo y de las naciones a su plena soberanía.

Otro derecho defendido por el pueblo cubano en aquella histórica jornada, fue el de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas y armar a sus obreros, a sus campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados para que defendieran por sí mismos sus derechos y su destino.

Aquella gigantesca Asamblea del pueblo, postuló el deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de la mujer y de los ancianos, de luchar por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales, así como también de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación.

Proclamó, además, el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se encuentren y las distancias geográficas que los separen.

Los cubanos, como respuesta a la declaración de San José de Costa Rica, que declaraba a Cuba no compatible con el sistema democrático de este continente y la conminaba a plegarse a los dictámenes del gobierno norteamericano, no sólo condenamos ese documento dictado por los Estados Unidos, sino también que denunciamos las intervenciones yanquis contra los pueblos de México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Cuba y otros, escudándose en su superioridad militar, los Tratados desiguales y la sumisión de gobiernos traidores a sus pueblos. Así, frente al panamericanismo hipócrita en aras del dominio imperial, Cuba proclamó el latinoamericanismo liberador y solidario.

Uno de los más cínicos argumentos del gobierno de los Estados Unidos, compartidos por la OEA, para condenar a Cuba, era el peligro que representaban para este continente las relaciones de nuestro país con los gobiernos de la Unión Soviética y China. Cuba no sólo no cedió un ápice en sus principios, sino que fortaleció la amistad con ambos países y, en el caso de  la República Popular China, reconoció a ese gobierno como único representante legal del pueblo chino, quedando de esa forma establecidas las relaciones que cada día son más fuertes.

Durante los días posteriores a la proclamación de la Declaración de La Habana, el pueblo, en sus respetivos territorios, en masivas concentraciones,  apoyó su contenido y luego firmó el documento de forma individual. En la entonces provincia de Oriente – actuales provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín, Granma y Las Tunas- un millón de personas participaron en las concentraciones.

La Asamblea General del Pueblo de Cuba, del 2 de septiembre de 1960, fue una genuina demostración de democracia que rompió esquemas tradicionales. Sobre ese tema, plantearía el Comandante en Jefe Fidel Castro que la democracia no puede consistir solo en el ejercicio de un voto electoral, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir su propio destino.

Este 2 de septiembre del 2025, se cumplen 65 años de la Primera Declaración de La Habana. Las agresiones contra Cuba, provenientes del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí, aunque con otro ropaje, siguen su absurda  carrera. Nuestro país, sin embargo, con su sacrificio, su sudor y su sangre, ha hecho valer sus principios proclamados aquel día. El aislamiento fracasó, el intento de doblegarnos por el temor, falló; el intento de vencernos por la fuerza, por hambre y enfermedades, fracasó. Cuba, en esa ocasión, prometió a los pueblos que no les fallaría, y no les ha fallado.

En ese mismo septiembre, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó, en nombre de todos los cubanos, que nuestro país tenía un recurso: resistir cuando la ONU y la OEA no garantizaran nuestros derechos. Hemos resistido, hemos vencido y seguiremos venciendo.

Los principios de hace seis décadas y media, proclamados por nuestro pueblo, mantienen no solo su validez histórica, sino también su plena vigencia para los tiempos presentes. Y para los que están por venir.

 

sábado, 23 de agosto de 2025

 

¿Casualidad?  ¿O continuidad?

. Orlando Guevara Núñez

Hay acontecimientos, relacionados con hechos o personas, que se hermanan en la historia en un mismo día, aunque de distintos años.  También abrazan en una misma idea y obra a hombres y mujeres. Es usual llamarle a esto casualidad. Pero, por su extraordinario nexo, creo válida también  la calificación de continuidad.

Dos mujeres  son raíces de  hombres y hechos coincidentes en fechas en la historia cubana. Ellas son las Doñas Mariana Grajales Cuello y Rosario García Calviño. Dos santiagueras.  Madres del Lugarteniente General del Ejército Libertador Cubano, y de Frank País García, héroe de la lucha clandestina cubana.

 De Mariana dijo   Martí:¿No estuvo ella de pie, en la guerra entera, rodeada de sus hijos? ¿No animaba a sus compatriotas a pelear, y luego, cubanos ó españoles, curaba a los heridos? ¿No fue, sangrándole los pies, por aquellas veredas, detrás de la camilla de su hijo moribundo, hecha de ramas de árbol?”.

De Rosario dijo Fidel:  Madre heroica es la madre de nuestro inolvidable Frank País  que perdió dos hijos en la contienda y que, para prestigio de la Federación de Mujeres Cubanas, preside a las mujeres de Oriente .

Antonio Maceo cayó en combate el 7 de diciembre de 1896. Frank País nació un  7 de diciembre, exactamente 34 años después. ¿Casualidad o continuidad?  La caída de Maceo simboliza el homenaje a todos los caídos en nuestras gestas independentistas; la caída de Frank,  marca el homenaje a todos los mártires de la última etapa de lucha de los  cubanos por su libertad e independencia; ¿Casualidad  o continuidad? 

Así Maceo y Frank simbolizan el martirologio cubano. Los dos, santiagueros, ciudad calificada por el Comandante en Jefe Fidel Castro como la ciudad mártir de Cuba.  ¿Casualidad o continuidad?

Pero hay otros hechos que, en este caso, hermanan a dos actitudes de dos mujeres: Mariana y Rosario. Cuando  Mariana atendía a su hijo Antonio, herido de gravedad, ante el llanto  de otras mujeres, exclamó: ¡Fuera faldas de aquí, no aguanto lágrimas!.  Y exhortó a su hijo más pequeño a empinarse para sumarse al combate. Y cuando Rosario, ante su hijo muerto escuchó a su lado el llanto de la esposa de Raúl Pujols, caído junto a Frank, exclamó: ¡No, hija, no,  nada de lágrimas! Este no es momento de llanto. ¡Es hora de enfrentar al enemigo!    ¿Casualidad o continuidad?

Hay otros hechos significativos. Frank  no solo nació  un día igual a la muerte de Maceo.  Murió un 30 de julio,  fecha de 1896,  en que cayó en el campo de batalla, en Quivicàn, territorio habanero, el general del Ejército Libertador Cubano Juan Bruno Zayas Alfonso, nacido el 8 de junio de 1867 en El Cerro, La Habana y tenía al caer 29 años de edad, siendo entonces el general más joven de las huestes mambisas.

 Se conoce también que a un año  exacto de caer Frank  cayó en combate en El Jobal, Sierra Maestra, el Comandante del Ejército Rebelde René Ramos Latour (Daniel) quien había sustituido al jefe clandestino en la jefatura nacional de Acción del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.

Como colofón,  El 30 de julio de 1967, diez años después de la Ecaída de Frank País, murió en combate otro revolucionario cubano: el capitán José María Martínez Tamayo (Papi). Su caída se produjo en Bolivia, cuando formaba parte de la guerrilla internacionalista del Comandante Ernesto Che Guevara. Nacido el 30 de marzo de 1936,  en Mayarí, tenía 31 años en el momento de su caída. El 30 de julio ha sido para Cuba un torrente de sangre bravía.

Así, ¿Casualidad o continuidad? . ¡Juzgue el lector!

 

 

domingo, 17 de agosto de 2025

 

Y porque murió  por la patria

¡Perucho sigue viviendo!

 

.Orlando Guevara Núñez

 

 

Aquí, en Santiago de Cuba, a poca distancia del cementerio de Santa Ifigenia, donde se atesoran sus restos, fue fusilado por el ejército colonial español, el 17 de agosto de 1870, el Mayor General del Ejército Libertador Cubano, Pedro Figueredo Cisneros (Perucho) autor de nuestro  Himno Nacional.

Abogado, poeta, músico y patriota, Perucho formó parte, junto a Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo Osorio, del Comité Revolucionario que en Bayamo apoyó el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua, primera gran gesta independentista cubana contra el colonialismo hispano.

Su vertical posición independentista, se puso de manifiesto cuando expresó su decisión de unirse a Carlos Manuel de Céspedes y marchar con él a la gloria o al cadalso. En la ciudad de Bayamo, montado sobre su caballo y en medio del fragor de la lucha, escribió las notas del Himno Nacional Cubano, estrenado el 20 de octubre de 1868 y el cual proclama que “Vivir en cadenas es vivir en afrenta y oprobio sumido” y que “Morir por la Patria es vivir”.

Luego del incendio de Bayamo- ciudad incinerada por los patriotas antes que entregarla al poder colonial español- Perucho Figueredo marchó a la manigua. Allí enfermó de tifus y las lesiones en los pies le impedían caminar. En esas condiciones fue hecho prisionero y conducido luego a Santiago  de Cuba, donde fue juzgado, sancionado a pena de muerte y fusilado pocos días después de su apresamiento.

Recoge la historia que las autoridades españolas, para mancillar el honor del patriota, como él no podía caminar, lo condujeron hasta el lugar del fusilamiento montado en un asno. A tal ofensa, Perucho respondió diciendo que no era el primer patriota que montaba en ese tipo de cabalgadura.

Antes de la ejecución, las autoridades coloniales, desconociendo los valores de Perucho, le propusieron perdonarle la vida si hacía dejación de la lucha, lo cual fue rechazado con hidalguía por el insigne cubano, quien expresó que sentía la muerte “Sólo por no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra redentora que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos”. Y una sentencia suya fue confirmada por la historia: ¡España ha perdido a Cuba!.


¡Morir por la Patria es vivir!, expresó en sus últimos instantes de existencia el patriota. Esas palabras, lejos de perecer acribilladas por las balas de los enemigos, resurgió con mayor fuerza y se multiplicó en los campos de batalla, como símbolo de una decisión que, generación tras generación, se hizo patrimonio de los cubanos hasta su libertad definitiva y adquiere hoy mayor dimensión ante las actuales amenazas, esta vez contra un enemigo más brutal y traicionero que trata por cualquier medio de destruirnos: el imperialismo norteamericano.