.Orlando
Guevara Núñez
El
presidente de los Estados Unidos con sus recién anunciadas medidas contra Cuba,
está bloqueando a su propio pueblo. No ha tenido en cuenta que el 65 por ciento
de los norteamericanos encuestados hace pocas horas se han pronunciado contra
el retroceso en las relaciones iniciadas por el presidente Obama, luego de
reconocer el fracaso del bloqueo. Basta que dos tipejos, como Díaz Balart y
Marco Rubio le hayan adulado – y tal vez chantajeado- para desdeñar los
sentimientos mayoritarios de los norteamericanos.
Resulta
que ahora Trump limita de nuevo la visita de los norteamericanos a Cuba. Y los
que vengan tendrán que rendirle cuenta al gobierno de cada paso y acción en
nuestro país, lo cual no es nuevo. Recuerdo a un conocido que venía bajo esos
requisitos. Estaba autorizado solo a visitar iglesias. Y de regreso, hasta un
hago constar buscó, falso desde luego, emitido por una de esas instituciones la
cual reconoció el fraude bajo la justificación del socorro piadoso a una
persona cuyo único fin era ver a su familia.
Dijo
el presidente que restringirá el turismo hacia nuestro país. Bueno, ya vendrán
otros, de otros países. Si eso no es un bloqueo al pueblo de los Estados
Unidos, que venga Lucifer y me lo discuta. Restricción para sus comerciantes
que, según datos publicados, perderán más de seis mil millones de
dólares, al tiempo que se perderán unos doce mil empleos. Pero ninguna de esas
dos cosas les interesan al mandatario yanqui, ni a la pandilla que lo asesora
respecto a Cuba.
Cosa
ridícula, que los norteamericanos sean castigados por su gobierno a no visitar
a Cuba, y les prohíba consumir su famoso ron, fumar sus inigualables
tabacos y saborear su aromático café, además de gozar sus playas y tener
contacto abierto con un pueblo que, tras más de medio siglo de bloqueado, ha
aprendido a no odiarlos, identificando a los gobernantes como los únicos
culpables de tales aberraciones.
Si
alguien conoce en el mundo otro pueblo cuyo gobierno le imponga esas absurdas
restricciones, valdría la pena señalarlo.
A
eso noble pueblo no solo lo respetamos los cubanos, sino que en este momento,
lo compadecemos por haber sentado en el poder a un irracional, creyente de que
el mundo es una empresa, precisamente de las suyas. Los cubanos seguiremos
luchando contra el criminal bloqueo. Y sin dudas, el propio pueblo
estadounidense arreciará su lucha por el mismo objetivo.
Cuando
escribo estas líneas, no tengo a manos la versión total del discurso de Trump.
Por eso me refiero solo a una parte de los muchos disparates seguramente
rumiados.
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