. Orlando Guevara Núñez
“Tenía que caminar aunque fuera una cuadra,
una calle, una esquina. Sentir de cerca las manos, los rostros, el cariño de
los santiagueros”. Ese fue el sentimiento expresado por el Comandante bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías aquel
histórico 22 de diciembre de 2007, cuando estuvo de visita en esta ciudad… ¡y
aquí se quedó viviendo!
Lo vimos y lo admiramos
junto al General de Ejército Raúl Castro. Ese día, no hubo visitantes, sino
encuentro entre hermanos. Todos queríamos verlo desde cerca. Y él correspondía
a esa admiración de pueblo. Se sintió uno más entre nosotros.
“Cuando veníamos, desde
el aire miraba la Sierra Maestra y entonces uno se imaginaba haber sido soldado
de la Sierra Maestra. Yo soy un soldado guerrillero de la Sierra Maestra, del
Cuartel Moncada, de ahí venimos. ¿Santiago? Santiago sigue siendo lo que ha
sido: Cuna y motor de la Revolución”.
Ese sueño, tuvo un
simbólico momento de realización, cuando Raúl le mostró al seguidor de
Bolívar el fusil de mira telescópica con
el cual combatió el Comandante en Jefe Fidel Castro en las montañas orientales.
Chávez enarboló el histórico fusil, lo situó junto al brazo de Fidel, en la
foto situada al fondo del escenario, y
luego lo llevó a su hombro, imaginando ser uno de los soldados de Fidel en
nuestros combates por la libertad.
Su amplia y franca
sonrisa, se espontaneidad, su facilidad de comunicación, sin protocolos, su
familiaridad, lo fundieron con el pueblo santiaguero. Y también
un atributo que mucho admiramos porque ha acompañado siempre a los principales
dirigentes de la Revolución cubana: la modestia ante los honores recibidos.
“Estoy muy emocionado al
recibir la Réplica del Machete del Titán de Bronce Antonio Maceo. Yo soy un
soldado patriota de las huestes de Antonio Maceo, de Simón Bolívar, de Miranda,
de Sucre, de esos grandes titanes de oro, de bronce, de granito (…) Uno hubiese
querido ser soldado raso de la Sierra Maestra, de las tropas de Fidel, de la
guerrilla revolucionaria de Fidel. Y ahora
me entregan ustedes la Réplica del Machete de Antonio Maceo”.
Su cariño por esta
ciudad, la misma que queremos los santiagueros, los orientales y todos los
cubanos, lo expresó Chávez con palabras sencillas como él mismo.
“¡Llegó el día de llegar a Santiago! He
conocido hoy la otra mitad del mundo (…) Lo de hoy ha sido una avalancha de
pueblo, de amor del bueno, como dice una canción (…) Estamos de nuevo en la hora de los hornos.
(…) Somos una sola nación. Esta no ha sido una reunión internacional. No nos
separa el Caribe, nos une”.
Por aquí pasó Chávez. Y
desde ese día, la figura del Comandante venezolano quedó más repartida, más
compartida.
Al momento de la partida,
fue despedido un amigo, un hermano, pero el recuerdo de Chávez, quedó aquí
atesorado.
En su visita al otrora
Cuartel Moncada, el Comandante Chávez dejó testimonio escrito de su admiración
por esta ciudad y su historia: “Moncada: cuna, viento, alma profunda y sencilla
y semilla de la Revolución martiana…y de la Revolución bolivariana. Nosotros,
hijos de esta estela, te saludamos y rendimos armas tremolando banderas.
¡Patria, Socialismo o Muerte! ¡Venceremos!”
Hoy las banderas que
hizo tremolar Chávez aquel día, en el lugar donde el 26 de Julio de 1953
flamearon las de la Generación del Centenario, con Fidel al frente, siguen
enhiestas, como preludio de las nuevas victorias de Venezuela y de Cuba, como
confirmación de que en la América nuestra, Bolívar y Martí continúan la obra
truncada por los holocaustos de Santa Marta y de Dos Ríos.
Desde aquel día
memorable, Santiago de Cuba fue más de Chávez y Chávez fue más de Santiago de
Cuba.
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