.Orlando Guevara Núñez
Fernando González Llort, uno de
los cinco antiterroristas cubanos presos
en los Estados Unidos por el único delito de monitorear a grupos
terroristas que en ese país actúan con impunidad y apoyo contra Cuba, acaba de
ser liberado de su prisión, tras cumplir íntegramente su injusta condena durante más de 15 años.
Su excarcelación no rectifica
la injusticia. Ni él ni los otros cuatro: Gerardo, Ramón, Antonio y René, este
último liberado el pasado año, cometieron los delitos por los cuales la mal
llamada justicia norteamericana los condenó a penas, además de injustificadas,
desproporcionadas.
Los cargos principales contra
ellos: Conspiración para cometer asesinato en primer grado (en el caso de
Gerardo); conspiración para cometer espionaje (atribuida a Gerardo, Ramón y
Antonio) y conspiración para cometer
delitos contra Estados Unidos, atribuida a los Cinco, carecieron por completo
de pruebas. Eso quedó probado en el propio juicio; pero la verdad fue opacada
por la mentira, el odio venció a la razón y la injusticia se impuso a la
justicia.
Muchos prestigiosos juristas
norteamericanos se siente avergonzados del lodo que ha caído sobre el sistema
judicial de su país, no solo por haber fabricado esta maniobra que viola hasta
la propio Constitución de la potencia imperial que se auto proclama campeón de
los derechos humanos y de la democracia en el mundo.
La injusticia continúa en pie.
En prisión queda Gerardo, condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de
prisión; Ramón Labañino, con sanción de 30 años y Antonio Guerrero, con
reclusión de 21 años con 10 meses.
Hoy la solidaridad internacional
se intensifica, incluyendo la de muchas personas honestas en los Estados
Unidos, para que se ponga fin a la arbitrariedad, y los cinco cubanos regresen
al seno de su familia y de su pueblo.
En las manos del presidente
Obama está la posibilidad de liberar a estos prisioneros. El no engendró esa bochornosa patraña, pero la ha asumido o,
al menos la ha permitido, posición que desdice de su Premio Nobel de la Paz y
de categoría de Profesor en Derecho Constitucional.
Diversos medios de prensa se
hacen eco hoy de la reciente liberación de Fernando, el que está ya en tierra
cubana. Y publican también el mensaje de
Gerardo Hernández Nordelo por ese acontecimiento, el cual a continuación
reproduzco, tomado de Cubadebate y acreditado al periódico Granma:
FERNANDO EL GIGANTE
A cada
uno de los Cinco nos toca ser
—obviamente— el más o el menos “algo” entre nosotros. De la misma manera en que
Ramón es el más alto, seguido muy de cerca por René, a Fernando le tocó ser el
de menos estatura física, mientras que el segundo lugar en esa categoría se lo
quité a Tony por un pelo. (Aunque eso del pelo sea un decir). Ese “título” de
Fernando le valió que, en parte por cariño, y también por la arraigada
costumbre profesional de evitar los nombres, a veces, entre nosotros, le
llamáramos “el pequeño”.
Lo
anterior podría parecer inmaterial, y hasta algo frívolo, pero en estos días de
alegría y ansiedad, cuando lo separan apenas unas horas de su libertad (y ojalá
también de su regreso) mientras recuerdo tantas muestras de grandeza que ha
dado nuestro hermano, he reparado en la ironía que encierra el llamar “pequeño”
a ese gigante.
Cuando
nos arrestaron, Fernando tenía razones extra para sentir angustia, dolor,
frustración… En términos del béisbol que tanto le gusta: él lanzaba también
juegos completos, pero su misión en Miami aquella vez, era de relevo corto.
Debía regresar a Cuba pronto. Su boda estaba casi lista. La novia, esa Rosa
guerrera que por él sacrificó todo en la vida, quedó casi vestida. Aun así, del
gigante jamás escuchamos un lamento.
Presencié
cuando su abogado del juicio, Joaquín Méndez, le advirtió con toda razón
profesional que, dada la menor gravedad de los cargos que a él se le imputaban,
cualquier defensor de respeto optaría por separarlo de los demás como
estrategia. La respuesta de Fernando, como la de René ante similar sugerencia,
fue tajante e inequívoca.
Quince
años y medio después, Fernando, como René, saldrá de la prisión con la frente
en alto. Tampoco a él le regalaron nada. Su sentencia fue la máxima posible, y
el tiempo descontado por buena conducta se lo ganó, y por ley tenían que
dárselo.
Quienes
lo queremos y admiramos, hoy celebramos. Convencidos de que nuestra lucha se
refuerza con otro abanderado, le hacemos llegar un fuerte abrazo, y le decimos:
¡Felicidades
gigante!
¡Gracias
por tu ejemplo!
Gerardo
Hernández Nordelo
Prisión
Federal de Victorville
California,
Febrero 25, 2014.
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