:Orlando Guevara Núñez
Con estas certeras palabras, inicia
José Martí un artículo titulado La Guerra,
publicado en el periódico Patria,
el 9 de julio de 1892. Y
argumenta: “Porque cerremos los ojos, no desaparece de nuestra vista lo que
está delante de ella, Con ponerle las manos al paso, no se desvía el rayo de
nuestras cabezas”.
Se refiere a las riquezas materiales y
a las morales. Y conoce cómo actúan esos factores en la conducta de los
hombres. Por eso afirma: “Pero los pueblos no están hechos de los hombres como
debieran ser, sino de los hombres como son. Y las revoluciones no triunfan, y
los pueblos no se mejoran si aguardan a que la naturaleza humana cambie; sino
que han de obrar conforme a la
naturaleza humana y de batallar con los hombres como son, o contra ellos.
Y vuelve sobre el tema de la
hipocresía. “Pena es que la sangre no le hierva al hombre en las venas, como hirvió la de nuestros padres,
mucho más ricos que nosotros, cuando un dueño brutal se le sienta sobre toda la
casa, y lo obliga a la perpetua cobardía de la mentira, y emplea en
mantener escandalosos vicios, a la
puerta de nuestros hogares arruinados, el tributo que tenemos que pagar con el
alquiler de nuestra honra y la hipoteca de nuestras fincas”.
“Pena es que el hombre- continúa
Martí- no vea que la riqueza material,
aún cuando esté más segura que la de los hijos del sesenta y ocho está bajo el
sable de sus deportadores, no da a la vida el goce y plenitud de la riqueza
menor, o de la mayor pobreza, cuando por todo el rededor palpita, en la franca
aspiración criolla, el hombre libre”. Y
plantea una interrogante: ¿Qué diferencia hay, en el fondo, entre un esclavo
que rompe la tierra, y un esclavo que gasta en el aturdimiento lo que le deja
de su tierra una metrópolis voraz? El bochorno de la inercia hará más amarga,
aunque él se lo disimule, la existencia del esclavo dorado”.
Otra
aseveración incluye: “Pena es que el hombre no salte de su asiento al
ver que vive sin poder sacar la verdad a los labios, que acata y besa la mano
que lo burla y que lo azota, que crecen en la tiniebla y en la persecución sus
hijos”. Y comenta que de ese argumento del interés hay que tomar nota por lo
que tiene de humano, de fuerte y lo que hay en él de justo.
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