. Orlando
Guevara Núñez
Volvemos
sobre el tema de la utilización del presupuesto de la nación cubana en
beneficio del pueblo. Esta vez, sobre la educación, uno de los más sagrados
derechos humanos, violado en el ayer cubano, como lo es hoy en la mayoría de
los países, incluso en muchos del llamado primer mundo.
A la educación se dedica en Cuba el 23 por ciento
del presupuesto de gastos, lo cual garantiza la vitalidad de todo el sistema.
Antes de 1959, la situación educacional en el país era vergonzosa y contaba con
un exiguo presupuesto, agravado por el robo de los gobernantes corruptos.
Por esas
razones, cuando la Revolución triunfó, encontró un 37 por ciento de analfabetismo, el grado
escolar promedio de la población mayor de 15 años no llegaba al tercero. Entre
los 15 y 19 años de edad, solo el 17 por ciento de la población recibía algún
tipo de educación. En el país existían solo algo más de 53 000 graduados
universitarios, de ellos más de 37 000 en la capital.
En 1958 los
datos eran desgarradores. Un millón de analfabetos absolutos y más de un millón
semianalfabetos. 600 000 niños sin escuela, mientras que 10 000 maestros
estaban sin trabajo. Ese era el tipo de sistema educacional que convenía a los
capitalistas, contradiciendo la prédica martiana de que al venir a la tierra
todo hombre tiene derecho a que se eduque y después, como pago, el deber de
contribuir a la enseñanza de los demás.
Aún antes de
triunfar la Revolución, en plena guerra revolucionaria, las fuerzas rebeldes,
en las zonas donde operaban, crearon decenas de escuelas para alfabetizar a
los guerrilleros y la población
campesina.
Hoy Cuba es un ejemplo para todo el mundo en la educación
del pueblo. Es el país de un mayor número de docentes por educandos. Erradicó
el analfabetismo en solo un año, y la enseñanza llega, gratuita, a todos los
ciudadanos del país, en todos los niveles. No existen niños sin maestros, ni
maestros sin escuelas. La enseñanza especial está garantizada para todos los necesitados de ella.
La preocupación del Estado socialista ha sido tan
exquisita en la educación, que hubo un momento en que más de un centenar de
escuelas en las zonas muy intrincadas, principalmente en las montañas, que
contaban con una sola matrícula. Y en los momentos más duros del bloqueo
imperialista, no hubo ni una sola aula
cerrada.
La obra cubana en la educación trasciende sus fronteras, pues miles de maestros han
marchado a decenas de países para luchar contra el analfabetismo, mientras que
casi 10 millones de personas en otras tierras han aprendido a leer y escribir
con el método cubano Yo sí puedo.
Su personal docente tiene un alto nivel profesional. Y
tiene, sobre todo, la capacidad no solo para instruir, sino también para
educar, preparar a los educandos para la vida, con un alto sentido de
patriotismo, de ética y de moral.
Hoy, solo la provincia de Santiago de Cuba tiene un
presupuesto educacional que multiplica por 17 al de todo el país al triunfar la
Revolución. Y un dato interesante: los estudiantes universitarios no solo reciben educación gratuita, sino,
además, un estipendio para sus gastos. Y, al final de su carrera, tienen el
trabajo asegurado.
Ese es el socialismo que defendemos los cubanos.
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