.Orlando Guevara Núñez
El mantenimiento de la Ley de Ajuste
Cubano que, según el gobierno norteamericano no será modificada, pese al
reclamo en su contra de varios países latinoamericanos, es, en su esencia, una
muestra del desprecio yanqui a los inmigrantes cubanos hacia ese país.
Los mezquinos intereses políticos
sustituyen al interés humanitario.Lo que interesa a esa potencia imperial no es
la seguridad ni el bienestar de los cubanos que buscan llegar a ese país, sino
utilizarlos como instrumentos para tratar de dañar la imagen de la Revolución
cubana.
Entre Cuba y Estados Unidos existe
un añejo convenio de facilitar la salida segura de 20 000 personas cada año;
pero la cantidad de visas otorgadas por la parte norteamericana es irrisoria. Y
las pocas concedidas, de forma absurda y burlesca, se otorgan por sorteos, sin
tener en cuenta ningún principio humano.
Así, muchas personas no han tenido
otra alternativa que salir ilegalmente de este país, arriesgando y múltiples
casos perdiendo la vida o sufriendo los maltratos, el robo y otros males por
parte de las bandas traficantes, que hacen de eso un lucrativo negocio.
La política de “pies secos y pies
mojados” aplicada por el gobierno norteamericano a los emigrantes cubanos, es
una clara aberración jurídica. Pero detrás de esa politica hay más: un cubano
puede llegar allí con pies secos, haber salido de Cuba cometiendo delitos, e
incluso crímenes, y es recibido allí no solo con los derechos sabidos, sino
también como héroe. Así ha sido y sigue siendo.
Ser emigrante cubano en Estados
Unidos es una patente de corso, un privilegio negado a millones de
latinoamericanos y otras latitudes que llegan a ese país, donde viven
idocumentados, sin derecho al trabajo, a la salud, a la educación y son muchas
veces expulsados hacia sus países de origen. Eso demuestra que la política
migratoria de Estados Unidos hacia Cuba no centra su interés en las personas,
sino en el odio hacia nuestro país, que no excluye a los propios inmigrantes.
Algunos hechos anteriores demuestran
esa aseveración.
El 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado
Mayor de los Estados Unidos, se planteó
en un documento secreto: “La determinación de que una sublevación
interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de los próximos 9 a 10
meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos en el sentido de
fabricar una provocación que justifique una acción militar norteamericana
positiva”.
Así, dos días después, la Oficina del Secretario de
Defensa de ese país, sometió a la consideración de esa Junta el documento
Pretextos para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en
Cuba. Como ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre
juntos en la política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro
país.
Un simple vistazo a las medidas contenidas en el
referido documento, pone al descubierto la realidad de que los vende patrias
cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del imperio yanqui
contra la Revolución cubana.
“Pudiéramos hundir una embarcación llena de cubanos en
ruta hacia la Florida (real o simulada)”
“Pudiéramos promover intentos contra las vidas de los refugiados cubanos
en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de herir a algunos de ellos en
casos que serían ampliamente divulgados”.
La demencia iba mucho más allá, con total desprecio a
la vida humana. “Es posible crear un incidente que demuestre de manera
convincente que un avión cubano atacó y derribó a un avión civil arrendado que
volaba de los Estados Unidos a Jamaica, Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los
pasajeros pudieran ser un grupo de estudiantes universitarios o cualquier otro
grupo de personas con intereses comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y la criminalidad sobrepasaban los límites
y retrataban al imperio norteamericano en toda su dimensión terrorista. Por
acabar con la Revolución cubana, los más atroces procedimientos tomaban
categoría de política de Estado en el gobierno de los Estados Unidos.
“Pudiéramos desarrollar una campaña terrorista
cubano-comunista en el área de Miami, en otras ciudades de la Florida y en
Washington. La campaña de terror podría estar encaminada contra los refugiados
cubanos que buscan asilo en los Estados Unidos”.
Del desprecio hacia los cubanos, no escapan ni
siquiera quienes abandonan su país para ir a vivir a los Estados Unidos. Puede
decirse que más que acogerlos con cariño, los soportan y han estado dispuestos
a sacrificarlos en múltiples ocasiones.
Esa es la realidad. Cuba está dispuesta – y así lo ha
demostrado siempre- a que todo cubano que quiera emigrar hacia Estados Unidos
lo haga de una forma segura, sin riesgos para su vida. Es el gobierno
norteamericano el que boicotea esa vía. Y la seguirá boicoteando,según sus
propias declaraciones, aunque se sigan perdiendo vidas humanas y el tráfico de
personas persista como negocio, cuya mercancía seguirán siendo los cubanos que,
por diversas razones, quieren radicarse en ese país.
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