lunes, 18 de julio de 2016

Tiempos de Revolución: Pueblo



        
 .Orlando Guevara Núñez
Cuando el 26 de Julio de 1953 se produjo el histórico asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, sólo un grupo de combatientes participó en la lucha. Luego, otro grupo, aún más reducido, los expedicionarios del Granma, reiniciarían la gesta armada para derrocar a la sangrienta tiranía batistiana. En ambos casos, los revolucionarios, estuvieron a punto de ser exterminados.
   La insurrección encabezada por Fidel escaló la Sierra Maestra, bajó a los llanos y en algo más de dos años se convirtió en fuerza victoriosa. La lucha clandestina escribió páginas de heroísmo y de gloria. Las montañas y las calles de las ciudades fueron épicos escenarios donde los hombres y mujeres forjaron con sacrificio y sangre la libertad.
   Hasta el momento del triunfo, podía hablarse de un decidido apoyo popular. Pero lo acontecido después fue un fenómeno sin precedentes en la historia cubana.
   El concepto de pueblo se fue cimentando en cada hecho o momento trascendente de la Revolución. Así, cuando comenzaron a proclamarse las leyes revolucionarias, el abrumador apoyo popular fue decisivo. Sólo que esta vez las masas actuarían no como espectadoras, sino como protagonistas.
Recuérdese que en enero de 1960, cuando el cambio de presidente en los Estados Unidos, acompañado de amenazas a la Revolución cubana, decenas de miles de milicianos - cuya inmensa mayoría no había tenido participación directa en la lucha  contra la tiranía batistiana - ocuparon las trincheras y estuvieron dispuestos a enfrentar una agresión yanqui.
 Igual sucedió pocos meses después en Playa Girón y luego durante la Crisis de Octubre. Sólo en la indómita región oriental, más de cien mil milicianos se movilizaron, conscientes del peligro de un holocausto nuclear del cual podíamos nosotros ser el epicentro.
   En la lucha contra las bandas mercenarias organizadas, financiadas y dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia y el gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país, miles de obreros y campesinos se sumaron a la contienda hasta exterminarlas.
   Millones de personas, organizadas en los Comités de Defensa de la Revolución, inmovilizaron a la contrarrevolución interna. La conciencia nacional se había impuesto como fuerza decisiva y había ganado la categoría de invencible. Creo que no haber comprendido y aceptado ese fenómeno ha sido el más garrafal error del enemigo imperialista.  Y no fue sólo en la defensa armada. Igual protagonismo popular tuvo lugar en la Campaña de Alfabetización, en las Zafras del Pueblo, en el trabajo voluntario, en la salud y en cuanta meta fuera planteada por el Gobierno Revolucionario.
   Cada  héroe  de la guerra, fue multiplicado por muchos  después del triunfo de la Revolución.
 Ahora la historia de este pueblo es mucho más grande, rica y trascendente. En selvas, desiertos, montañas, valles, ríos  e  inhóspitos lugares de disímiles partes del mundo donde la barbarie colonial, el capitalismo brutal, la agresión imperialista y el más desolador abandono han convertido a los pueblos en presas de la explotación y el atropello, las manos francas del noble pueblo cubano no han vacilado en extenderse para contribuir a la libertad, defender la independencia, salvar una vida, curar una enfermedad , luchar contra la ignorancia o compartir las esperanzas de un mundo mejor que  ya sabemos posible.
   Un pueblo héroe que ha ganado ese peldaño en una lucha de más de cinco   décadas, sin un minuto de tregua. De este pueblo, dígase su nombre completo: Pueblo revolucionario de Cuba.
   El año 196l fue particularmente rico en acontecimientos de relevancia. Y en cada uno de ellos, la juventud estuvo a la vanguardia. Es que la propia dirección revolucionaria estaba integrada por jóvenes. Una nueva hornada, entre la adolescencia y la juventud, brotaba con bríos incontenibles y asimilaba las grandes tareas, a la vez que se preparaba para nuevos empeños.

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