En homenaje al Comandante en Jefe
Fidel Castro por su 90 cumpleaños, en éste y sucesivos trabajos, recordaremos
algunas de sus palabras desde el día inicial del triunfo hasta el día 8 de enero de 1959, cuando se
produjo su entrada en La Habana. En esa ocasión, el máximo líder salió desde
Santiago de Cuba en la Caravana de la Victoria y habló en las capitales de las
entonces seis provincias cubanas. Es parte de la historia que los cubanos no
debemos olvidar, para reforzar nuestra decisión de seguir siendo lo que somos y
no volver a ser nunca lo que fuimos.
Fragmentos de su discurso, el 1ro. de enero de enero de 1959, en Santiago
de Cuba, cuando proclamó el triunfo de la Revolución cubana.
.Orlando Guevara Núñez
La Revolución empieza ahora, la
Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena
de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para
establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución (Gritos
y aplausos); para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente
respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la
Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra (Gritos y aplausos). En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra
tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas (Aplausos).
Esta vez, por fortuna para Cuba, la
Revolución llegará de verdad al poder.
No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños
de esto (Aplausos). Intervinieron a
última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había
peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba
(Aplausos). No será como en el 33 que
cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el
señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una
dictadura por once años. No será como en
el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo
había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni
intervencionistas. Esta vez sí que es la
Revolución.
La libertad nos la quitaron mediante
un golpe de Estado, pero para que se acabaran de una vez y para siempre los
golpes de Estado, había que conquistar la libertad a fuerza de sacrificio de
pueblo, porque no hacíamos nada con que dieran un golpe mañana y otro pasado y
otro dentro de dos años y otro dentro de tres años; porque aquí quien tiene que
decidir, definitivamente, quién debe gobernar es el pueblo y nadie más que el
pueblo (Aplausos).
Los
dejaron escapar con sus millones de pesos, los dejaron escapar con los 300 ó
400 millones de pesos que se han robado y ¡muy caro nos va a costar eso! Porque ahora van a estar desde Santo Domingo
y desde otros países haciendo propaganda contra la Revolución, fraguando todo
el daño posible contra nuestra causa. Y
durante muchos años los vamos a tener ahí amenazando a nuestro pueblo,
manteniéndolo en constante estado de alerta, porque van a pagar y a fraguar
conspiraciones contra nosotros.
Y todo por la debilidad, por la irresponsabilidad y por la traición
de los que promovieron el golpe contrarrevolucionario de la madrugada de hoy.
Yo no voy a decir que la Revolución
tiene el pueblo, eso ni se dice, eso lo sabe todo el mundo. Yo decía que el pueblo, que antes tenía
escopeticas, ya tiene artillería, tanques y fragatas; y tiene muchos técnicos
capacitados del Ejército que nos van a ayudar a manejarlas, si fuese necesario
(Aplausos). ¡Ahora sí que el pueblo está
armado! Yo les aseguro que si cuando
éramos 12 hombres solamente no perdimos la fe (Aplausos), ahora que tenemos ahí
12 tanques cómo vamos a perder la fe.
Yo solo pido
tiempo para nosotros y para el poder civil de la República a fin de ir realizando
las cosas a gusto del pueblo, pero poco a poco (Aplausos). Solo le pido una cosa al pueblo, y es que
tenga calma. (Del público le dicen: “¡Oriente federal, Oriente capital!”). ¡No!, ¡no!, la República unida siempre y por
encima de todas las cosas (Aplausos). Lo
que hay que pedir es justicia para Oriente (Aplausos). En todo, el tiempo es un factor
importante. La Revolución no se podrá
hacer en dos días; ahora, tengan la seguridad de que la Revolución la
hacemos. Tengan la seguridad de que por
primera vez de verdad la República será enteramente libre y el pueblo tendrá lo
que merece (Aplausos). El poder no ha
sido fruto de la política, ha sido fruto del sacrificio de cientos y de miles
de nuestros compañeros. No hay otro
compromiso que con el pueblo y con la nación cubana. Llega al poder un hombre sin compromisos con
nadie, sino con el pueblo exclusivamente (Aplausos).
Los institutos
armados de la República serán en el futuro modelos de instituciones, por su
capacidad, por su educación y por su identificación con la causa del
pueblo. Porque los fusiles, de ahora en
adelante, solo estarán siempre al servicio del pueblo (Aplausos).
No creemos que todos los problemas
se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está preñado de
obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a
las grandes dificultades (Aplausos).
Podrá estar seguro el pueblo de una
cosa, y es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá
decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos, que hicimos negocios
sucios, que usamos el favoritismo, que usamos los privilegios (Aplausos). Y yo sé que el pueblo los errores los
perdona, y lo que no perdona son las sinvergüencerías, y los que hemos tenido
son sinvergüenzas (Aplausos).
Nunca nos dejaremos arrastrar por la
vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de
maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber como
lo hemos estado haciendo hasta hoy, y como lo haremos siempre. Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en
nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria
del pueblo (Aplausos).
Hablo del
profundo sentimiento de respeto y de devoción hacia nuestros muertos, que no
serán olvidados. Los caídos tendrán en
nosotros los más fieles compañeros. Esta
vez no se podrá decir, como otras, que se ha traicionado la memoria de los
muertos, porque los muertos seguirán mandando.
Físicamente no están aquí Frank País, Josué País, Pepito Tey ni tantos
otros, pero están moralmente, están espiritualmente; y solo la satisfacción de
saber que el sacrificio no ha sido vano, compensa el inmenso vacío que dejaron
en el camino (Aplausos). Sus tumbas
seguirán teniendo flores frescas. Sus
hijos no serán olvidados, porque los familiares de los caídos serán ayudados
(Aplausos).
Vela por el curso y el destino de
esta Revolución la América entera. Toda ella tiene sus ojos puestos en
nosotros. Toda ella nos acompaña con sus mejores deseos de triunfo. Toda ella nos respaldará en nuestros momentos
difíciles. Esta alegría de hoy no solo
es en Cuba, sino en América entera. Como nosotros nos hemos alegrado cuando ha
caído un dictador en la América Latina, ellos también se alegran hoy por los
cubanos.
Pero, cuando nuestro pueblo se vea
amenazado, no pelearán solo los 30 000 ó 40 000 miembros de las
Fuerzas Armadas, sino pelearán los 300 000, 400 000 ó 500 000
cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas (Gritos y aplausos).
Habrá armas necesarias para que aquí se
arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender nuestra
independencia (Aplausos). Porque está demostrado que no solo pelean los
hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba (Aplausos), y la mejor prueba
es el pelotón Mariana Grajales, que tanto se distinguió en numerosos combates
(Aplausos). Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores
soldados hombres (Aplausos).
Yo quería demostrar que las mujeres
podían ser tan buenos soldados, y que existían muchos prejuicios con relación a
la mujer, y que la mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser
redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros
muchos aspectos de la vida (Aplausos).
Organizamos las unidades de mujeres,
que demostraron que las mujeres pueden pelear.
Y cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres,
ese pueblo es invencible.
Mantendremos organizadas las
milicias o la reserva de combatientes femeninas, y las mantendremos entrenadas,
todos los voluntarios. Y estas jóvenes que hoy veo con los vestidos negro y
rojo, del 26 de Julio, yo aspiro a que aprendan también a manejar las armas
(Aplausos).
Ardo en esperanzas de ver al pueblo
a lo largo de nuestro recorrido hacia la capital, porque sé que es la misma
esperanza, la misma fe de un pueblo entero que se ha levantado, que soportó
paciente todos los sacrificios, que no le importó el hambre; que cuando dimos
permiso tres días para que se restablecieran las comunicaciones, para que no
pasara hambre, todo el mundo protestó (Aplausos). Es verdad, porque lo que
querían era lograr la victoria costara lo que costara. Y este pueblo bien
merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha
logrado en sus 50 años de República; bien merece convertirse en uno de los
primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su espíritu
(Aplausos).
Nadie puede pensar que hablo
demagógicamente, nadie puede pensar que quiero halagar al pueblo. He demostrado suficientemente mi fe en el
pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba, y la gente
decía que nosotros estábamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos
ganar la guerra, yo dije: “porque tenemos al pueblo” (Aplausos).
Y cuando fuimos derrotados la
primera vez, y quedamos un puñado de hombres, y persistimos en la lucha,
sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo. Cuando nos dispersaron cinco veces en el
término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque
teníamos fe en el pueblo; y hoy es la más palpable demostración de que aquella
fe era fundamentada (Aplausos).
Tengo la satisfacción de haber
creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis
compañeros. Esa fe, que más que una fe es una seguridad completa en todos
nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en ustedes es la fe que
nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre (Aplausos).
La República no fue libre en el 95 y
el sueño de los mambises se frustró a última hora. La Revolución no se realizó en el 33 y fue
frustrada por los enemigos de ella. Esta
vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios,
tiene a los militares honorables. ¡Es
tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está
asegurado!
Podemos decir con júbilo que en los
cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente
libres (Aplausos), y la obra de los mambises se cumplirá (Aplausos).
Hace breves
días, el 24 de diciembre, me fue imposible resistir la tentación de ir a
visitar a mi madre, la que no veía desde hacía varios años. Cuando regresaba por el camino que cruza a
través de los Mangos de Baraguá, en horas de la noche, un sentimiento de
profunda devoción a los que viajábamos en aquel vehículo, nos hizo detener
allí, en aquel lugar donde se levanta el monumento que conmemora la Protesta de
Baraguá y el inicio de la Invasión. En
aquella hora, la presencia en aquellos sitios, el pensamiento de aquellas
proezas de nuestras guerras de independencia, la idea de que aquellos hombres
hubiesen luchado durante 30 años para no ver logrados sus sueños, para que la
República se frustrara, y el presentimiento de que muy pronto la Revolución que
ellos soñaron, la patria que ellos soñaron sería realidad, nos hizo
experimentar una de las sensaciones más emocionantes que puedan concebirse.
Veía revivir aquellos hombres con
sus sacrificios, con aquellos sacrificios que nosotros hemos conocido también
de cerca. Pensaba en sus sueños y sus ilusiones, que eran los sueños y las
ilusiones nuestras, y pensé que esta generación cubana ha de rendir, y ha
rendido ya, el más fervoroso tributo de reconocimiento y de lealtad a los
héroes de nuestra independencia.
Los hombres que cayeron en nuestras
tres guerras de independencia juntan hoy su esfuerzo con los hombres que han
caído en esta guerra; y a todos nuestros muertos en las luchas por la libertad
podemos decirles que por fin ha llegado la hora en que sus sueños se cumplan.
Ha llegado la
hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble,
nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe; nuestro pueblo que quiere de
gratis, que confía de gratis, que premia a los hombres con cariño más allá de
todo merecimiento, tendrá lo que necesita (Aplausos). Y solo aquí me resta
decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que aquí en
nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores
leales, que solo tendrán por divisa servirles (Aplausos).
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