.Orlando Guevara Núñez
Las cenizas de Pedro Miret
Prieto, Comandante del Ejército Rebelde, reposan ya en el cementerio de Santa
Ifigenia, en Santiago de Cuba, tierra que lo vio nacer y a la que él acudió, el
26 de julio de 1953, junto a un grupo de jóvenes con Fidel Castro al frente,
dispuesto a ofrendar su sangre y su vida para que José Martí siguiera viviendo
en el alma de la Patria.
Miret fue herido durante el
asalto al Moncada. Durante el juicio por ese suceso, el fiscal le dijo que esa
herida le impediría negar su responsabilidad
en los hechos juzgados, a lo que él, con dignidad respondió: “No he venido a
negar aquí lo que es un hecho real, del cual viviré orgulloso siempre,
participé en el asalto al Moncada.
-¿Disparó usted? Interrogó el
fiscal.
- Sí, estuve disparando casi
por espacio de tres horas en la posta 3, donde únicamente se libró combate.
-¿Recibía o daba órdenes usted?
- Ambas cosas, recibía órdenes
del doctor Fidel Castro y daba órdenes a compañeros que estaban en el sector
donde yo era responsable.
En ese testimonio recogido en
el libro El juicio del Moncada, de la
periodista Marta Rojas, está reflejada la gallardía y patriotismo del entonces
joven combatiente, integrante del Comité
Militar del Movimiento de los asaltantes, quien estuvo a punto de ser asesinado
por los esbirros de la tiranía batistiana.
Condenado a 13 años de prisión,
fue puesto en libertad, junto a Fidel y demás compañeros, el 15 de mayo de
1955, cuando la solidaridad del pueblo obligó a la tiranía a la amnistía. Luego
marchó hacia México, con el objetivo de unirse de nuevo a Fidel en los
preparativos de la expedición del Granma, que reiniciaría la lucha armada en
Cuba.
Otro momento en que se puso de
manifiesto la grandeza de Pedro Miret, fue cuando al momento de partir el yate
Granma hacia Cuba, él no pudo estar entre los expedicionarios, pues había sido
hecho prisionero, junto a su compañero Enio Leyva.
En esa situación, ambos
escribieron en una losa de la prisión mexicana:
Pedro Miret
Enio Leya
Noviembre 17 de 1956
Incomunicados por defender la libertad de su país: "Cuba".
A continuación relacionaban las
armas y parque que les habían ocupado, incluidos 50 000 cartuchos 30.06,
fusiles, ametralladoras ligeras y pistolas ametralladoras.
Pero allí, encerrados,
indefensos, la estatura revolucionaria de los dos combatientes creció. Y su
voluntad de lucha y confianza en la victoria final quedó también plasmada para
la historia en aquella nota, recuperada intacta y expuesta hoy en el Museo de
la Revolución, de La Habana.
"Pero esto no impedirá la
caída de la dictadura, este año "1956"
Seremos libres o seremos
mártires".
Liberados, los
dos combatientes se incorporaron a la lucha revolucionaria cubana. Pedro Miret Prieto, fue
ascendido, en diciembre de 1958, al grado de Comandante del Ejército Rebelde.
Ahora, con sus restos, suman 41 los asaltantes del 26
de julio de 1953 que reposan en el cementerio de Santa Ifigenia. Después del
triunfo de la Revolución, el actual panteón, ubicado al lado del Mausoleo de
José Martí, guardó los restos de 37 de los 61 moncadistas que perdieron la vida
- seis caídos en combate y 55 asesinados- en los primeros momentos de la
acción.
Ellos fueron:
Abel Santamaría
Cuadrado, Angelo Guerra Díaz, Manuel Rojo Pérez, Félix Rivero Vasallo, Gerardo
Álvarez Álvarez, Giraldo Córdova Cardìn, Jacinto García Espinosa, José Luis
Tasende de las Muñecas, Juan Domínguez Díaz, Julio Reyes Cairo, Manuel Isla
Pérez, Mario Muñoz Monroy, Oscar Alberto Ortega Lora, Pablo Cartas Rodríguez,
Ramón Méndez Cabezón, Raúl Gómez García, Reemberto Abad Alemán Rodríguez,
Roberto Mederos Rodríguez, Virginio Gómez Reyes, Andrés Valdés Fuentes, Armando
Valle López, Elpidio Sosa González, Fernando Chenard Piña, Gildo Fleitas López,
Horacio Matheu Orihuela, José de Jesús Madera Fernández, Wilfredo Matheu
Orihuela, Juan Manuel Ameijeiras Delgado, Julio Trigo López, Manuel Saìz
Sánchez, Miguel Oramas Alfonso, Osvaldo Socarrás Martínez, Pedro Marrero
Aispurùa, Raúl de Aguiar Fernández, Boris Luis Santa Coloma, Renato Guitart
Rosell y Rolando San Román de las Llanas.
En posteriores fechas, se unieron a esos héroes los
restos de otros moncadistas fallecidos después del triunfo. Fueron los casos de
Léster Rodríguez Pérez, Haydée Santamaría Cuadrado, Melba Hernández Rodríguez
del Rey, y ahora Pedro Miret.
Los santiagueros
estaremos listos siempre para el homenaje
a estos héroes eternos de la Patria. Y no será el homenaje de un día, sino el de
siempre, a quienes merecen no un minuto de silencio, sino una vida entera de
himnos de combate y de trabajo para continuar forjando y defendiendo la
obra por ellos iniciada.
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