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Orlando Guevara Núñez
La
Plata, primer combate victorioso del naciente
Ejército Rebelde, el 17 de enero de 1957, marcó un hito
importante en el ulterior desarrollo de la guerra revolucionaria hasta el triunfo
final contra la sangrienta tiranía que durante siete años hundió al país en el
oprobio y el crimen.
Era
la época en que todavía se contaba con más hombres que armas, pues éstas
sumaban sólo 24, mientras que los hombres eran 29.
Para
el ataque, fueron formados cuatro
pequeños grupos, integrados de la forma siguiente: Fidel Castro, el máximo jefe
guerrillero, con Ernesto Guevara (Che),
Calixto García, Manuel Fajardo Sotomayor, Luis Crespo y Universo Sánchez. Otro
grupo estuvo encabezado por Raúl Castro y lo integraron Ciro Redondo, Efigenio
Aimejeiras, Armando Rodríguez y José Morán (luego traidor).
Juan
Almeida Bosque, tuvo a su mando a Guillermo García, Crecencio Pérez, Manuel
Acuña, Ignacio Pérez, Sergio Acuña y Sergio Pérez. Y otro grupo fue dirigido
por Julito Díaz e integrado por Camilo Cienfuegos, Calixto Morales y Reynaldo
Benítez.
Cuatro
combatientes recibieron la misión de custodiar al chivato Chicho Osorio y a
otros detenidos civiles. Ellos fueron: Daniel Motolà, Julio Zenón, Yayo
Castillo y Nango Rey.
Una ráfaga disparada por Fidel, inició el
combate alrededor de las 2:00 de la madrugada, extendiéndose durante unos 40
minutos. El pequeño cuartel, ubicado en la zona costera, estaba ocupado por
cinco soldados y cinco marineros, bajo el mando de un sargento.
El
saldo final fue de dos muertos y cinco heridos por parte del enemigo. De los
heridos, tres fallecieron después. Nueve fusiles y una ametralladora pasaron a
manos de los rebeldes, quienes, por primera vez, contaban con más armas que
hombres. La guerrilla no tuvo ni muertos ni heridos. La victoria había sido
total.
La
victoria de La Plata,
demostró que la guerrilla existía, que no había sido aniquilada como lo informaba la dictadura batistiana.. Fue,
además, un factor importante para el crecimiento del apoyo campesino y de los
luchadores clandestinos a la guerra revolucionaria recién iniciada.
Se
iniciaba con esa acción, el método de lucha guerrillera, obligando a las
fuerzas de la tiranía a combatir de una forma en la cual no estaban preparadas,
ni podrían tener éxito durante toda la guerra.
Dos
aspectos que caracterizaron al Ejército Rebelde hasta el mismo triunfo
revolucionario, estuvieron presentes en La Plata.
El primero, arrebatarles las armas al enemigo. Segundo, la
ética, el respeto a los vencidos.
En
los apuntes de su diario, el hoy General de Ejército Raúl Castro señaló sobre
el combate de La Plata.
“Le prendí fuego al cuartel, la única casa que quedaba sin arder y después de
colocar los heridos distantes del fuego, nos marchamos. El herido que me regaló
el cuchillo, creyendo que nos íbamos, empezó a gritar lastimosamente: ´No me
dejen solo que me muero´. El ignoraba que momentos después volverían tres de
sus compañeros con medicinas nuestras para curarlos”.
En
otra parte de sus notas, Raúl plasma con nitidez los principios del naciente
Ejército Rebelde: “Tomamos rumbo hacia el campamento. Me puse al lado de un
prisionero y echándole un brazo por arriba de los hombros, así fui hablando con
él de la ideología de nuestra lucha, del engaño de que eran víctimas ellos por
parte del gobierno y todo lo
concerniente al tema que el tiempo y lo corto del camino nos permitió. El me
pidió que anotara su nombre y que en el futuro no me olvidara de él, ya que era
pobre, que mantenía a su mamá, y él no sabía lo que iba a pasar. Nos despedimos
de los prisioneros con un abrazo, soltamos a los civiles presos. Unos de ellos
nos serviría de guía” (…)
Al
conmemorar otro aniversario de la histórica victoria de La Plata, primer triunfo que abrió el camino hacia el 1ro.
de enero de 1959, se cumple con creces el vaticinio hecho por Raúl cuando los
guerrilleros regresaban a las montañas luego de terminado el combate: “Desde lo
lejos, se veían arder sobre los cuarteles de la opresión, las llamas de la
libertad. Algún día no lejano, sobre esas cenizas levantaremos escuelas”.
Hoy,
la Patria toda
es una gigantesca escuela. Y las llamas de La Plata, continúan iluminando el camino de la Revolución.
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