.Orlando Guevara Núñez
El Departamento de Estado de los Estados Unidos, en
fechas recientes, ha repetido las más
burdas mentiras para tratar de restar prestigio a la Revolución cubana. Lo que
no ha podido lograr por la fuerza, quiere lograrlo con las calumnias más
groseras.
De nuevo ha incluido a Cuba entre los países
promotores del terrorismo. Y también ha acusado a nuestro país de tráfico de
personas y especialmente de niños. Ni ellos mismos – estoy seguro- creen lo que
dicen.
Desde el mismo triunfo de la Revolución, los
gobiernos imperiales norteamericanos no han cesado de ejercer el terrorismo
contra Cuba. Esa sucia política ha costado a este país 3 478 muertos, 2 099
impedidos físicos permanentes y millones de pesos de pérdidas económicas por
sabotajes, sin contar los cuantiosos daños provocados por el bloqueo que aún
permanece en pie, para vergüenza de los gobernantes que se auto titulan modelo de la democracia y de los derechos
humanos, a las vez que son los principales responsables de que en el mundo
existan cientos de millones de seres humanos sin derechos.
Cuba no ha realizado nunca un acto terrorista contra
los Estados Unidos ni contra ningún otro país.
En nuestro país los niños son protegidos y gozan de
todos los derechos y oportunidades para crecer y desarrollarse como hombres y
mujeres libres. Ninguno de ellos forma parte de los casi 250 millones de
infantes que en el mundo tienen que trabajar- a veces en condiciones de
esclavitud- para ganar su sustento y ayudar a su familia.
Ningún niño cubano carece de escuelas y maestros, ni
de asistencia médica, ni de oportunidades para estudiar hasta el nivel
universitario. Puede afirmarse, sin temor a equívocos, que los niños son
atendidos antes de nacer. Y todos esos derechos, sin costo alguno para los
padres. ¿Podría decir lo mismo el gobierno de los Estados Unidos, donde más de
8 millones de pequeños viven en la pobreza y unos tres millones no tienen techo
propio donde pasar la noche?
Si alguna persona honesta, independientemente de su
filiación ideológica, conociera a fondo la verdad sobre todo el engaño que ha
sido el proceso que llevó a la cárcel en Estados Unidos a cinco cubanos detenidos en 1998 por ser
antiterroristas, por monitorear a grupos terroristas que desde ese país operan
contra el nuestro con entera impunidad y –lo peor- con incondicional apoyo, no
tendría otra opción que repudiar esa injusticia e identificar a ese gobierno
como lo que en realidad es: el máximo exponente del terrorismo de estado.
Sin dudas, el verdadero objetivo de esas falsas
acusaciones es fabricar argumentos con el objetivo de realizar una intervención
en Cuba, en nombre de los derechos humanos y de la democracia, palabras que
encubren, únicamente, el apetito imperial de destruir a la Revolución e
implantar de nuevo el capitalismo salvaje que ya, para los cubanos, no tendrá
jamás presente ni futuro.
Si las mentiras del Departamento de Estado fueran
castigadas como en el caso de Pinocho, es decir, haciéndole crecer la nariz, la
suya adquiriría dimensiones trasatlánticas.
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