sábado, 28 de junio de 2025

 

Hacia el aniversario 510 de Santiago de Cuba

Vilma, sobre una historia de la cual ella fue protagonista

.Orlando Guevara Núñez

Cuando se hable del heroísmo de Santiago de Cuba, el nombre de Vilma Espín  Guillois será siempre imprescindible. Ella fue protagonista del heroísmo de los días más difíciles. Heroína de la clandestinidad y del Ejército Rebelde. Heroína de la República de Cuba. La Vilma de Santiago y de toda Cuba.

En el libro Una Revolución que comienza, de la Editorial Oriente,  pág. 79, Vilma dejó plasmadas algunas de sus vivencias sobre Santiago de Cuba.

La caída de Frank País.

“Bueno, esa tarde fue tremenda para todos nosotros. Inmediatamente llamamos a la mamá de Frank y a su novia América Domitro para que fueran enseguida a reclamar el cadáver”.

“Frank estaba tirado en medio de la calle y todo el pueblo se fue arremolinando allí, se pusieron cordones. Había una situación popular tremenda. Frank muerto, y Santiago de Cuba estaba hirviendo. Esa misma tarde, los dueños de los almacenes y la gente de la Resistencia Cívica empezaron una huelga; los patronos y los obreros, todo el mundo. Ahí si es verdad que todo el mundo se puso de acuerdo, y empezaron a cerrar”.

Por fin me pusieron a Rosario al teléfono. Entonces yo le dije: “Usted tiene que ir y fajarse de cualquier manera, con los dientes, de cualquier manera para que le entreguen el cadáver de Frank”. Y ella, que es una mujer de un temple tremendo, arrancó para allá con una fuerza enorme”.

 “Ya lo habían llevado para el necrocomio cuando ella llegó, porque en los primeros momentos la gente quería llegar hasta el cadáver y hubo forcejeos con los guardias. Es que la reacción popular fue espontánea, muy poderosa, y desde ese momento se paró la ciudad, la gente se dedicó a ir donde estaba Frank. Entonces ellos entregaron el cadáver. Actuaron inteligentemente en ese momento: lo que hicieron fue replegar todas las fuerzas y acuartelarlas, mientras la gente se aglomeraba alrededor de la casa de América, que fue donde se tendió”.

Allí se le puso el uniforme, porque Frank tenía dos vocaciones bien marcadas, pero yo diría que la primera era la militar y la segunda, la de maestro. Yo insistí en que le pusieran el uniforme y la boina sobre el pecho, porque a él le gustaba la boina y la usaba desde antes, y que le pusieran una rosa blanca sobre la boina y el brazalete del 26. Además, los grados de tres estrellas correspondientes al plan de los nuevos grados que él estaba elaborando para mandárselo a Fidel”.

El entierro fue una manifestación de todo el pueblo. Los centros de trabajo estaban cerrados, no había fuerzas públicas por ninguna parte y la ciudad entera estaba tomada por el pueblo. La gente que no iba en el entierro, tiraba flores a su paso, y hubo caso de gente de la Marina que esperaron el entierro y se cuadraban cuando pasaba; fueron los que participaron, menos de dos meses después, en la acción de Cienfuegos (esto lo supe luego)…”

En carta  a Léster Rodríguez, sobre la muerte de Frank, Vilma escribe:

“El día 31 fue el día más extraordinario de cuantos han conocido en esta etapa de la historia de Cuba, aún así, ni siquiera tuvo el consuelo de poder ver cuanto ocurrió. Sabes que ese día vino el Embajador Smith; aún antes de lo de Frank ya se tenía preparada una demostración de las mujeres santiagueras; imagínate tú lo enardecidas que estaban todas con lo que acababa de ocurrir, ese día la mujer santiaguera escribió una página admirable de coraje. Fueron golpeadas, vejadas, les pusieron las mangueras de los carros de bomberos y no se movieron”.

“Según se llevaban un grupo de mujeres por un lado del parque, aparecía otro por el otro extremo. A las doce del día había 50 mujeres presas en el Palacio Provincial y el embajador estaba asqueado e indignado con la represión policíaca. Toda la preocupación de las presas ensopadas y golpeadas era que las soltaran a tiempo para ir al entierro. Esta fue la más imponente y colosal demostración de duelo que se ha visto en Cuba. Por la tarde no abrió ningún comercio para que todo el mundo pudiera ir al entierro. La ciudad entera se quedó vacía mientras se acumulaban más de 20 cuadras de gente en apretada masa desde la casa de América. Procuramos que el entierro de Pujol se uniera, sabes que él fue formidable, según me dicen, trató de cubrir a Frank con su cuerpo”.

“Todo ese imponente desfile de la ciudadanía santiaguera bajó Heredia hasta San Pedro y de ahí al cementerio. Martí estaba abarrotada  de gente que se unió luego, de los balcones caían flores al paso del cortejo. Se procuró que fueran solamente cantando el Himno Nacional, pero de vez en cuando salía un grito de rebeldía apoyado por todo el pueblo. Los viva y los  ¡abajo! Pudieron contenerse un poco al principio, pero luego se desbordaron”.

“Las autoridades tuvieron el buen tino de acuartelar sus tropas, aquella multitud no hubiera temido a nada; a la vista de un uniforme hubieran destrozado al que lo llevara. Se izaron banderas del 26 en el cementerio.  (…)”

 “Ese día Frank ganó la más grande de sus batallas, con sus estrellas de coronel, me hice la idea de que sonreía”.                

Sobre  otro  momento trágico para  los revolucionarios santiagueros,  la muerte de Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, el 30 de noviembre de 1956, Vilma  ofrece su testimonio sobre lo acontecido  cuando se velaba el cadáver de Pepito.  Recogido en el libro José Tey Saint-Blancard, su última cita de honor, de Yolanda Portuondo López, pág. 304,  citando como fuente al diario  Juventud Rebelde, de 30 de noviembre de 1966.

“Al día siguiente se efectuó el entierro de Pepito Tey, que fue al doblar de nuestra casa de San Jerónimo. Fuimos hasta allí Haydée, Armando y yo. Todavía estaban los guardias haciendo disparos, pues el pánico los invadía. Recuerdo que uno de ellos, trepado en un camión, se orinó en los pantalones a la vista de todos. No sabían qué hacer. Mucha gente concurrió al velorio. Había de todas las procedencias: comerciantes, obreros, gente acomodada, gente humilde. Los soldados estaban frente a la puerta de la funeraria provocando. En cierto momento pasó un soldado y disparó una ráfaga de ametralladora contra el entierro. El público se lanzó al suelo y el féretro salió rodando en el correcorre. Tuve que sacar de allí a la mamá de Pepito. La soldadesca trató de entrar al velorio y se produjo un momento emocionante. La gente que estaba allí, en casi su totalidad, eran  gente pacífica, gente del pueblo. Pero cuando los militares se movieron hacia la entrada, los hombres que se hallaban en el vestíbulo, calladamente, como respondiendo a un impulso interior, formaron un semicírculo y se quedaron aguardando con los puños cerrados. Un sargento se dio cuenta de que iba a haber pelea y decidió llamar por teléfono para pedir instrucciones. Entonces le dieron órdenes de no dejar entrar más público al velorio.

Armando, Haydée y yo nos situamos en la escalinata de la funeraria y al pasar  el féretro saludamos militarmente. Los soldados estaban tan nerviosos que no hicieron caso de aquello.

viernes, 27 de junio de 2025

 

Hacia el aniversario 510 de Santiago de Cuba

La pasión de Melba por esta ciudad y sus habitantes

Orlando Guevara Núñez 

 

 La pasión de Melba  por Santiago de Cuba-por la  ciudad y por los santiagueros- es conmovedora.

En entrevista realizada por este autor, con motivo del aniversario 40 del asalto al Cuartel Moncada, la  combatiente  revolucionaria expresó:

Llegué a Santiago de Cuba sobre las cuatro de la tarde. Nunca había ido a Santiago de Cuba, no obstante haber soñado siempre con esa ciudad como símbolo de la Patria, como símbolo de rebeldía, como expresión de los Maceo, expresión de nuestras luchas mambisas. Siempre soñaba con Santiago de Cuba. Llegué allí y me esperaban en la estación de ferrocarril Abel Santamaría y Renato Guitart. Esperé a que bajara un poco de gente para eludir la curiosidad sobre el cargamento que llevaba. Y así fue”.

Santiago de Cuba forma parte de la historia de Melba y Haydée; y Haydée y Melba forman parte de la historia de Santiago de Cuba. ¿Ha reflexionado alguna vez sobre esa realidad?

Sobre Santiago y nosotras, ¿cómo no habríamos de reflexionar mucho Yeyé y yo?  Santiago se convirtió para nosotras…  Santiago guarda lo más sagrado de nosotras, Santiago guarda a nuestros compañeros caídos, asesinados; caídos en combate no, asesinados por aquellos esbirros. Santiago, desde el primer instante, se convirtió en una fuerza nueva en nuestra decisión de lucha”.

 

 Luchábamos por la Patria, por rescatar la libertad y la independencia de Cuba, luchábamos por Cuba en sentido general, luchábamos en particular por Santiago de Cuba. Tengo que decirlo así.  Después, en el trabajo clandestino, fui muchas veces a Santiago de Cuba, acompañada por la doctora María Antonia Figueroa e iba a la casa de Cayita  Araújo. Pude comprobar lo que Abel me había dicho en el momento de mi llegada a Santiago de Cuba y el acierto de Fidel cuando se escogió a Santiago para nuestra acción”.

Yo tengo que decir que Santiago de Cuba, cuando la lucha clandestina, cuando yo iba entrando a la ciudad, sentía fuerzas nuevas. Y hoy, cuando visito a Santiago, yo reflexiono mucho, yo pienso mucho en Frank, en los muchachos santiagueros, yo tengo muy presente a Cayita Araújo, a María Antonia, que fue una valiente luchadora santiaguera que nos acompañó y nos siguió en todas nuestras gestiones de lucha cuantas veces fue necesario”.

Y yo tengo un sentimiento muy profundo de gratitud, porque siempre hemos sentido el sostén de la mano santiaguera muy en la nuestra. Y todo nuestro pueblo es igual. El pueblo cubano tiene la misma firmeza, la misma decisión, también lo miro con mucho amor y con mucha gratitud. Sobre todo el hecho de que hoy nos entiendan y que hagan suyos los planteamientos de Fidel en el momento actual, la firmeza ante la defensa del carácter socialista de nuestra Patria”.

Eso es lo que yo siento por Santiago de Cuba y, efectivamente, Santiago está en nosotros y nosotros estamos en Santiago. Y me atrevo a hablar así en nombre de Yeyé también, quien guardó siempre este reconocimiento y estos recuerdos de gratitud para Santiago y los santiagueros”.

Cuando visita a Santiago de Cuba, ¿Qué es lo que más le impresiona?

“Cuando visito a Santiago de Cuba, yo quisiera llevármelo todo en mi cabeza, quisiera verlo todo. A mí allí todo me impresiona. Algo que yo no puedo mirar sin emocionarme es esa calle de Padre Pico; ese lugar allí, ver las escalinatas, me dice: ¡Ya estás en Santiago de  Cuba!  Y a mí allí me impresiona todo”.

Como es natural, la Granjita Siboney para nosotros es Santiago, para los santiagueros, para los combatientes del 26 de Julio. Me atrevo a mencionar también a Almeida. La Granjita Siboney nos guarda a nosotros, guarda a los que ya no están y debemos cuidarla y conservarla por siempre para la historia, para cuantas generaciones tienen que venir. El Cuartel Moncada, muy importante. Lo caminamos, lo registramos. Siempre que entramos a él, reconstruimos aquellas horas del 26 de Julio de 1953. En Santiago me gusta verlo todo, sentirlo todo, lo amo todo allí. No puedo decir otra cosa. Para mi es un honor que fuera Santiago de Cuba donde se celebrara el Cuarto Congreso del Partido, en el cual se me reeligiera miembro del Comité Central del Partido. Para mí, Santiago es eso”.

Sobre su prisión en Boniato.

Allí, en la cárcel de Boniato, fueron días en los cuales, a pesar del grado de incomunicación en que estábamos, recibíamos mensajes de los santiagueros que estaban fuera de la cárcel, que no podían llegar hasta nosotros, pero siempre se valían o del médico o de algún preso que tenía cierta libertad para moverse y a través de estos santiagueros recibíamos el mensaje y el apoyo del pueblo de Santiago de Cuba”.

 Allí, en la cárcel de Boniato, estrenamos la marcha del 26 de Julio, dirigida por su autor, el compañero Agustín Díaz Cartaya y la acompañamos con golpes en cajones, en latas; las voces de los muchachos resonaban y llegaban hasta allá, hasta el pabellón donde radicaba la dirección penal.

Y en ese caso tengo que referirme a una gloriosa santiaguera que todos ustedes recuerdan, a la compañera Gloria Cuadras y al esposo de ella, quienes desde el primer instante en que empezaron a trasladar los cuerpos de nuestros compañeros muertos para el cementerio Santa Ifigenia, se ligaron a nosotros. Ellos cuidaron de nuestros gloriosos cadáveres hasta dejarlos  depositados en Santa Ifigenia y siempre nos mandaron mensajes de que estaban bien cuidados y de que se les ponía flores. Siempre muy cerca de nosotros el pueblo de Santiago de Cuba y muy especial el caso ejemplar de esa luchadora que se llamó Gloria Cuadras y de su esposo (Amaro Iglesias, N.A.) un compañero altamente querido, que cada vez que voy a Santiago lo visito”.

 

 

 

jueves, 26 de junio de 2025

 

Hacia el 510 aniversario de Santiago de Cuba

Haydée Santamaría Cuadrado, la heroína sobre la ciudad  heroica

Haydée Santamaría Cuadrado estuvo muy ligada a la lucha revolucionaria desde Santiago. Heroína del Moncada, combatiente clandestina  e integrante del Estado Mayor de Frank País durante el Levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956. Conoció muy de cerca la solidaridad del pueblo santiaguero.

En 1963, en un conversatorio publicado por el periódico Hoy, reproducido en el diario Granma el 29 de noviembre de  2006, afirmó:

“Transcurrían los primeros días de noviembre. Días antes, en una reunión con Frank País, habíamos acordado reunirnos con él en Santiago de Cuba. Durante esta conversación, después de analizar la situación, decidimos que donde único podíamos hacer algo efectivo era en Santiago”.

“Se podía  actuar en Santiago, se recibía una gran  cooperación”.

. En  el libro Una Revolución que comienza, de la Editorial Oriente, la heroína revive sus memorias sobre Santiago de Cuba. (pág  29, 30 y 32)

 (…)  Y oigo la voz de Frank que empieza a gritar : ¡Médico! ¡Médico!, que era como le decíamos clandestinamente (se refiere a Faustino Pérez,  expedicionario del Granma, cuando bajó de la Sierra Maestra). Todo esto en mitad de la cuadra. Y yo hago así, miro a un lado y a otro, todo el mundo asomado a las ventanas, por las puertas…” “Cuando entramos a casa de Vilma, recuerdo que Faustino mismo nos dice:

´Bueno, esto no es la Sierra Maestra, si alguien viene ahora a agarrarnos aquí, ¿qué pasa?´ Pero no pasaron ni diez minutos y la gente aquella de la cuadra de San Jerónimo empieza a mandarnos papelitos: “Pasó una patrulla. Tengan cuidado”  ¨Por las cercanías se vio un yipe del Ejército. Cuídense^. En fin, se preocupaban, y nos protegían; ´Si necesitan algo, avisen´. La cuadra entera cuidándonos”.

“La reacción que tuvieron los santiagueros el 30 de noviembre fue tan grandiosa, tan alentadora, que  ese fue uno de los días que más feliz me sentí de haber salido con vida del Moncada. Porque vivir esa solidaridad fue algo que nunca podré olvidar. ¡Cuántas veces Armando y yo lo recordamos”!

“Ya lo habíamos sentido Melba y yo cuando estuvimos en la cárcel. Ahora cuando el  mismo 30 de noviembre empezamos a conocer que familias y más familias dejaban abiertas las puertas de sus casas para ayudar a esconderse o escapar a gente que ni siquiera conocían, sacándolos por los tejados, ocultándolos, y que todo el que había empujado una puerta se había salvado, no había caído en manos de los esbirros… Las pocas bajas que tuvimos el 30 se debieron a eso, que si no, hubieran sido muchas más “(…)

“Muchos compañeros se salvaron gracias a aquellas puertas abiertas que dejaban las familias santiagueras. Cuántas veces, en otras oportunidades Armando y yo veníamos de una misión, o se daba un tiroteo, veíamos acercarse una patrulla, entrábamos en la primera casa y decíamos: ¿Qué tal?, pedíamos un poquito de agua, nos ofrecían café y cuando ya había pasado la patrulla: “Bueno, hasta luego, gracias”. Nadie preguntaba nada. Y no estoy hablando de gente que nos conociera, porque empujábamos la puerta más próxima. Cualquiera, no teníamos ni que tocar la puerta: ¿Tienen un poquito de agua?  “Cómo no, pasen, ¿quieren un poquito de café? Así como se los cuento. No puedo ni recordar cada una de las casas en que entramos, ni creo que ellos nos recuerden a cada uno de nosotros, porque seguro que en esos años acogieron a muchos otros compañeros. Claro, si una patrulla nos hubiera sorprendido y atacado en la calle, y tenemos que enfrentarnos a ella, no íbamos a meternos en una casa para resistir allí, arriesgando la vida de toda una familia”.