Después del combate inicial en Alegría de Pío, el 5 de diciembre, tres días después del desembarco del Granma vinieron la persecución y los asesinatos. La dictadura empleó los métodos más brutales para tratar de exterminar a los revolucionarios.
Y uno de esos métodos fue utilizar el dinero para liquidar por la vía del mercenarismo y la traición lo que no habían sido capaces de hacer con las armas, aún cuando la superioridad en armas y hombres estaba totalmente de su parte.
En esos días cruciales, tanto de forma directa como la propaganda escrita,
se llamaba a denunciar a los expedicionarios. Un ejemplo de ese método, es el
volante que por muchas vías fue difundido por la dictadura
batistiana, que por sí mismo se explica:
A todo el que pueda
interesar
Por este medio se hace saber que toda persona que facilite una información que
conduzca al éxito de una operación contra cualquier núcleo rebelde
comandado por Fidel Castro,
Raúl Castro, Crescencio Pérez, Guillermo González o cualquier otro cabecilla,
será gratificado de acuerdo con la importancia de la información, bien
entendido que nunca será menor de $ 5 000 hasta $100 000 correspondiendo esta
última cantidad o sea $100 000
por la cabeza de Fidel Castro.
Nota: El nombre del informante no
será nunca invocado.
Evidentemente, al mencionar a Guillermo González se refieren a Guillermo
García.
Ese llamado a la traición no pudo evitar que los revolucionarios recibieran la
solidaridad y apoyo de los campesinos de la zona, quienes los buscaron,
encontraron a muchos de ellos, los protegieron y los salvaron del crimen.
Celia Sánchez Manduley, cumplió bien esa misión, encomendada por el héroe de la
lucha clandestina, Frank País García.
La historia recoge hoy nombres como los de Crescencio Pérez Montano, su hijo Ignacio y su hermano Ramón, Guillermo García Frías, Manuel Fajardo Sotomayor y otros muchos que no vacilaron en arriesgar su vida para preservar la de los perseguidos.
Hubo casos aislados que se acogieron a la traición. Pero no fue necesario que el ejército batistiano divulgara sus nombres. Su ambición y su traición, fueron pagadas con su propia vida.
La inmensa mayoría de la población apoyó sin reservas a los combatientes revolucionarios.
La solidaridad y el patriotismo, le ganaron una batalla al mercenarismo
y la traición.
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