.Orlando Guevara Núñez
El 30 de diciembre de 1958, a las 5:30 de la tarde, las fuerzas de la tiranía batistiana guarecidas en la fortaleza de Maffo, aledaña a Contramaestre, admitían su derrota y se rendían incondicionalmente ante el Ejército Rebelde, bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Luego de 20 días de combates, llegaba a su fin una de las más difíciles y decisivas batallas por la liberación definitiva de la Patria.
En los almacenes del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), de este pequeño poblado, se habían refugiado la jefatura de un batallón de infantería, una compañía del mismo batallón, así como también las guarniciones de Contramaestre, del propio Maffo y del Central América, acosadas por la ofensiva rebelde.
Las características constructivas, trincheras, casamatas y una muralla de sacos de arena, convertían al lugar en una fortaleza difícil de penetrar. El enemigo contaba con buenas armas y solo la certeza de la derrota lo condujo a la capitulación.
Cercar al enemigo, hostigarlo sin tregua y batir a los refuerzos que acudieran en su ayuda, interrumpir las comunicaciones, vías de acceso y tomar poblados, había sido la táctica guerrillera desde que se concibió la Campaña de Oriente u Operación Santiago, que barrería a las fuerzas opresoras de sus cuarteles y dejaría abierto el camino para el postrer combate en la capital oriental, Santiago de Cuba.
Mientras se peleaba en Maffo, los combates de San José del Retiro, en Jiguaní, y de Palma Soriano, liberaban esas localidades los días 19 y 27 de diciembre, respectivamente.
En ambos casos los combates fueron cruentos y la victoria costó vidas valiosas al Ejército Rebelde. Las pérdidas enemigas en hombres, armas y posiciones fueron considerables.
En el BANFAIC, el enemigo había rechazado propuestas rebeldes de tregua para buscar un entendimiento y evitar mayores derramamientos de sangre, desdeñando así su única salvación. La ilusión de un refuerzo salvador no llegaría nunca a ser real y en ese empeño fue derrotado un batallón procedente de Bayamo, sufriendo decenas de bajas.
Los combatientes revolucionarios pelearon en Maffo con singular valor y heroísmo. Eran pocos los metros que separaban a los contendientes. La aviación batistiana bombardeaba indiscriminadamente la zona. Metralla calibres 30 y 50, bombas de 250 y 500 libras caían sobre la indefensa población y una de ellas mató a tres niños.
Pero el cerco de acero no cedía y poco a poco estrangulaba a la resistencia enemiga. Las reservas de agua y alimentos se agotaban, mientras que un altoparlante situado frente al BANFAIC ofrecía informaciones y partes sobre el desarrollo de la guerra, denunciaba las inmoralidades del régimen opresor, difundía música e himnos y explicaba el trato rebelde a quienes se rendían y dejaban de luchar contra el pueblo.
El 29 de diciembre, llega a la zona de operaciones de Maffo el Comandante Raúl Castro y, ante la negativa del enemigo a rendirse, se prepara un carro que con una manguera rociaría gasolina a las naves fortificadas para luego prenderles fuego. Pero no hizo falta esa operación, porque al día siguiente la capitulación sellaba la victoria rebelde.
Había sucumbido el último reducto militar batistiano entre Bayamo y Santiago de Cuba. Un comandante, cinco tenientes y 124 soldados prisioneros, al menos un muerto y diez heridos. Un total de 130 armas y 58 000 balas capturadas. Ese fue el saldo de pérdidas del enemigo.
Las tropas rebeldes del Primer y Tercer Frentes orientales, habían tenido cinco muertos y 20 heridos, quienes con su propia sangre escribieron la historia de esta batalla.
Cuentan muchos combatientes de aquella heroica jornada, que una tanqueta utilizada por el Ejército Rebelde en la confrontación, no tenía marcha atrás. Su mecanismo sólo respondía al avance. Así marchan hoy los pobladores de esta localidad. Y así avanza la Revolución a 63 años de la epopeya victoriosa: sin marcha atrás, como la tanqueta de Maffo.
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