Orlando Guevara Núñez
Es bastante conocido el documento en el cual nuestro Héroe Nacional escribe este aforismo. Se trata de la carta por él dirigida a su amigo Gonzalo de Quesada, firmada en Montecristi, el 1ro. de abril de 1895 y que, con justeza, ha sido conceptuada como su testamento literario. Conocerla, nos ayudaría a comprender mejor su aporte para la conservación, organización y publicación de sus múltiples creaciones literarias.
Estaba viviendo Martí un momento crucial. Diez días después, desembarcaría por Playita de Cajobabo, junto a Gómez y otros patriotas. Se cumplía su sueño de muchos años. Por eso apuntó en su carta; “De Cuba, ¿qué no habré escrito?: y ni una página me parece digna de ella: solo lo que vamos a hacer me parece digno”.
En otro párrafo, le explica a su amigo: “Mi cariño a Gonzalo es grande, pero me sorprende que llegue, como siento ahora que llega, hasta a moverme a que le escriba, contra mi natural y mi costumbre, mis emociones personales. De ser mías, sólo, las escribiría: por el gusto de pagarle la ternura que le debo; pero en ellas habrían de ir las ajenas, y de eso no soy dueño. Son de grandeza en algunos momentos, y en los más, de indecible y prevista amargura”. A continuación, plasma el pensamiento de que En la cruz murió el hombre en un día: pero se ha de aprender a morir en la cruz todos los días
Es una callada lección de que el sacrificio y la entrega de un día, hay que convertirlos en práctica perenne.
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