miércoles, 25 de agosto de 2021

Gloria Cuadras de la Cruz : Mujer de flor y fusil

 

  .Orlando Guevara Núñez                                           

 


“Después del Moncada nos dimos cuenta de que Fidel era el hombre que necesitábamos”. Así definiría Gloria Cuadras de la Cruz una de sus razones para incorporarse al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, desde su fundación en Santiago de Cuba.

La historia revolucionaria de esta ciudad no podría escribirse sin mencionar a la destacada santiaguera que desde muy joven – y hasta su último aliento- combatió la opresión, denunció a los gobiernos corruptos y no faltó nunca a la acción que preconizó en su lucha por la conquista primero y la consolidación después, de la libertad de la Patria.

Formó parte de la primera dirección del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Oriente, ocupando el cargo de Responsable de Propaganda. Eso aconteció en 1955.

Su trayectoria revolucionaria había comenzado muchos años atrás. En 1930, participa en la fundación del Directorio Estudiantil de Santiago de Cuba y en manifestaciones resulta lesionada por la represión policial. En 1933 integra el Comité del plantel del Instituto santiaguero que toma el centro y forma parte de la comisión depuradora de los elementos entreguistas, hasta que a fines de ese año se traslada a la capital cubana y es colaboradora del revolucionario antiimperialista Antonio Guiteras Holmes.

Al año siguiente, de nuevo en su natal Santiago de Cuba, por sus acciones es otra vez detenida y maltratada. Sus inquietudes revolucionarias y espíritu de justicia y honradez, la llevan en 1947 a la fundación del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) liderado por Eduardo Chibás.

Desde el mismo golpe de estado del dictador Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, expresa públicamente su rechazo al cuartelazo y su oposición al impostor. Crea el Frente Cívico de Mujeres Cubanas para oponerse a la dictadura y luchar por la libertad y los derechos ciudadanos.

Desde mayo de 1953, Gloria Cuadras inicia una audaz labor como comentarista radial en la entonces CMCR santiaguera y desde abril de 1955 mantiene- hasta abril de 1956- el espacio Cuba Libre, a través del cual fustiga a la tiranía. “Yo misma lo hacía, lo dirigía y lo leía”, afirmó. “En esa hora hablábamos de Fidel, de sus ideales, de aquellos muchachos del Moncada, y lo hacíamos para toda la provincia, porque queríamos desmentir los horrores y las mentiras que decían Chaviano, Tabernilla y Batista”.

El asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953, es un hecho trascendente en la vida de Gloria Cuadras. Ya conocía a Fidel desde el Partido Ortodoxo, pues ambos eran delegados a la Asamblea Provincial de Oriente por dicha organización. Al conocerse la noticia del asalto, en unión de otros compañeros, sale a la calle, tratando de localizar y salvar a los combatientes revolucionarios.

Luego participa en el rescate y custodia de los cadáveres de los asaltantes, para evitar que los esbirros los desaparecieran.

Sobre ese hecho de tanto contenido humano y revolucionario, diría la heroína del Moncada, Melba Hernández Rodríguez del Rey: “En este caso tengo que referirme a una gloriosa compañera que todos ustedes recuerdan, a Gloria Cuadras de la Cruz – y al esposo de ella-, quienes desde el primer instante en que empezaron a trasladar los cuerpos de nuestros compañeros muertos para el cementerio Santa Ifigenia, se ligaron a nosotros. Ellos cuidaron nuestros gloriosos cadáveres hasta dejarlos depositados en Santa Ifigenia y siempre nos mandaron mensajes de que estaban bien cuidados y de que se les ponían flores. Siempre muy cerca de nosotros el pueblo de Santiago de Cuba y muy especialmente el caso ejemplar de esa luchadora que se llamó Gloria Cuadras y de su esposo, Amaro Iglesias, un compañero muy querido, a quien cada vez que voy a Santiago de Cuba lo visito”.  La persecución policial no impide que Gloria asista al juicio celebrado a los moncadistas, en el Palacio de Justicia, para expresarles su apoyo moral.

La acción del 30 de noviembre de 1956 encuentra a Gloria Cuadras, junto a Frank País, como partícipe de la acción que levantó en armas a la ciudad para apoyar el desembarco del Granma. Integra el Estado Mayor de esa gesta gloriosa. A fines de 1958- luego de las páginas heroicas escritas en la clandestinidad, se incorpora como combatiente del Segundo  Frente Oriental que llevara el nombre de su querido jefe. La Revolución triunfante de 1959 le daría a esta incansable e inclaudicable mujer la satisfacción de ver realizados sus más caros sueños, los mismos que había defendido con su palabra, con su acción y hasta con sus propios dientes, con los cuales marcó la mano de un connotado esbirro batistiano durante un enfrentamiento en plena calle de Santiago de Cuba.

A esa Revolución dedicó el resto de su vida, en un intenso quehacer que sólo fue interrumpido por la muerte, ocurrida el 25 de agosto de 1987, en la ciudad que tanto amó.

En el Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba trabajó durante sus últimos años y fue integrante de ese organismo, participando como Delegada en los dos primeros Congresos de la máxima organización política de la sociedad cubana.

Ahora, su recuerdo se agiganta como símbolo del patriotismo, la abnegación y la talla combatiente de la mujer cubana. A ella la recordamos siempre como lo que fue: mujer de flor y fusil.

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