. Orlando Guevara Núñez
En Cangamba, República Popular de Angola, una vez más, se cumplió el principio de que la Revolución no abandona nunca a sus hijos. El heroísmo de los combatientes cubanos y angolanos que en ese minúsculo pedazo de tierra africana resistieron el cerco y el ataque de fuerzas superiores en número y armamento, fue un valladar infranqueable para sus enemigos.
Sobre los protagonistas de este episodio glorioso, acontecido en los días del 2 al 10 de agosto de 1983, escribiría el General de Ejército Raúl Castro: “La rendición, la derrota o la posibilidad de caer prisioneros no pasaron por la mente de ninguno de ellos. Fue firme la decisión de enfrentar al enemigo hasta las últimas consecuencias, sin pensar en su número o el mejor armamento de que disponía”.
Allí, completamente cercados, casi sin alimentos, sin agua ni medicinas, los cubanos escribieron una de las páginas más brillantes en la historia del internacionalismo proletario. Y también en la historia de la Revolución cubana, pues el Comandante en Jefe Fidel Castro - quien desde Cuba dirigió la operación de rescate de los combatientes de Cangamba – y Raúl, coincidieron en afirmar que en su vida de revolucionarios no recordaban haber vivido una semana de tan expectante y dramática tensión.
En medio de aquel cerco, los combatientes cubanos y angolanos recibieron una carta que fue para ellos un refuerzo decisivo. La firmaba Fidel. El máximo jefe de la Revolución cubana, repetía ahora el principio que durante la lucha en Cuba había aplicado: darlo todo por salvar la vida de sus compañeros. Así lo había hecho en el Moncada, para proteger la retirada de los combatientes; también durante el desembarco del Granma, cuando un expedicionario cayó al agua y la orden fue buscarlo hasta encontrarlo y salvarlo.
Un día le oí decir a uno de los héroes de Cangamba: “Aquella carta de Fidel fue para nosotros como si hubiéramos recibido un ejército”. En esa misiva, les expresaba el Comandante en Jefe: “Hemos adoptado todas las medidas para apoyar las tropas sitiadas. El envío de refuerzos cubanos por helicópteros a ese punto es prueba de nuestra determinación de librar y ganar esa batalla junto a los angolanos”. Otra vez, ante una situación extremadamente difícil, Fidel hablaba solo el lenguaje de la resistencia y la victoria. Y ese espíritu se impregnaba en la conciencia de nuestros combatientes.
“Poderosas columnas blindadas avanzan ya rápidamente en dirección a Cangamba”. “Todo depende ahora de la capacidad de ustedes para resistir el mínimo de tiempo indispensable para que esas tropas lleguen a su objetivo”. A esa misión se sumaron, con una destacada actuación, nuestros pilotos internacionalistas de la aviación de combate, de la aviación de transporte y de los helicópteros.
Las instrucciones de Fidel precisaban cada detalle: “Desde sus posiciones, bien atrincherados, con serenidad, confianza en sí mismos y total determinación deben rechazar los ataques enemigos, resistir a pie firme el fuego artillero y aniquilar a los que intenten apoderarse de la posición”. “Es preciso ahorrar municiones y asegurar un fuego certero, así como soportar con firmeza el hambre y la sed si se agotan los víveres y el agua”.
La gravedad de la situación quedaba clara en la carta de Fidel:”Nuestras tropas llegarán rápido, en tres o cuatro días, pero si la distancia, los obstáculos naturales y la acción del enemigo, las retrasasen el doble o el triple del tiempo, o aun más, hay que resistir, porque llegarían allí a cualquier precio”.
No se hablaba con triunfalismo; pero había certeza en el triunfo.
“Confío en el valor insuperable de ustedes y les prometo que los rescataremos cueste lo que cueste”. Así concluía la comunicación de Fidel, firmada a las 6:00 de la tarde del día 7 de agosto de 1983.
Tres días después, el 10, se cumplía la palabra sobre el rescate. El enemigo sufría otra aplastante derrota. Con el valor y el heroísmo de los combatientes cubanos y angolanos, se había cimentado la victoria.
Los últimos tres mandatos de Fidel a los combatientes sitiados fueron fielmente cumplidos y hoy la historia reafirma su valía: Que Cangamba se convierta en cementerio de los mercenarios que sirven a los odiosos intereses de los racistas surafricanos; Que Cangamba sea un símbolo imperecedero del valor de los cubanos y angolanos; Que Cangamba sea ejemplo de que la sangre de angolanos y cubanos derramada por la libertad y dignidad de África no ha sido en vano.
La gloria, el heroísmo y la victoria de Cangamba, se agigantan en el tiempo. Y es legado para las generaciones de combatientes que asumen hoy, junto a los ya experimentados, las nuevas tareas de la defensa de la Patria.
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