miércoles, 26 de mayo de 2021

28 de mayo de 1957: una convergencia de Fidel con Martí

 


.Orlando Guevara Núñez

El 28 de mayo de 1957, fecha en que tuvo lugar el combate de El Uvero, en la costa sur de la otrora provincia de Oriente, hoy territorio de Santiago de Cuba, se produjo un hecho, asombrosamente parecido, que abrazó el pensamiento ético de Fidel Castro con el de José Martí.

Después del combate victorioso para la guerrilla de Fidel, quedaron en manos rebeldes, contando los heridos, 33 prisioneros de la tiranía batistiana. Y la decisión del mando insurrecto fue liberarlos a todos, previa cura de los heridos. Ni un solo maltrato, ni una vejación.

Pero ese mismo día, en el norte oriental, la propia tiranía, luego de hacerlos prisioneros, asesinaba a 16 expedicionarios que habían llegado a ese territorio para incorporarse a la lucha armada contra la dictadura. Un brutal asesinato.

Una afirmación martiana revela el hecho parecido, en otra época, pero con la misma connotación.

“El mismo día en que en Santiago de Cuba una infame sed de sangre que subleva toda mi prudencia, asesinó criminalmente a 60 soldados-soldados- del Virginius, un jefe insurrecto – no podía conocer todavía este hecho- ponía en libertad completa a un número mayor de prisioneros españoles que tenía en su poder. Allí están los mismos diarios españoles, ellos no pudieron ocultar esta humillante verdad”.

Así actuó el Ejército Rebelde hasta el fin de la guerra. Es sabido que durante los hechos del 26 de Julio de 1953 – asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y el Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo- de los 61 combatientes rebeldes caídos, solo seis murieron en combate; los 55 restantes fueron asesinados, luego de bárbaras torturas. Y luego del desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956, en la costa oriental cubana, de los 21 expedicionarios caídos, solo tres fueron en combate, y 18 asesinados.

El concepto humanista y ético de Fidel sobre el trato a los prisioneros de guerra, fue un factor contribuyente del triunfo; el instinto asesino y brutal del ejército batistiano, fue un factor de su derrota.

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