sábado, 6 de marzo de 2021
José Martí, criterios sobre la relación capitalistas y obreros
Orlando Guevara Núñez
Nuestro Héroe Nacional, José Martí, tuvo una clara visión sobre las contradicciones entre capitalistas y obreros. Unos como explotadores; como explotados los otros. Así, en una Carta de los Estados Unidos, dirigida al Director del diario argentino La Nación, publicada en ese órgano el 13 de septiembre de 1882, afirma:
“Estamos en plena lucha de capitalistas y obreros. Para los primeros son los créditos en los bancos, las esperas de los acreedores, los plazos de los vendedores, las cuentas de fin de año. Para el obrero es la cuenta diaria, la necesidad urgente e inaplazable, la mujer y el hijo que comen por la tarde lo que el pobre trabajó para ellos por la mañana. Y el capitalista holgado constriñe al pobre obrero a trabajar a precio ruin”.
“Los que viven suntuosamente, merced a colosales especulaciones, azuzan al Congreso, a fin de mantener siempre repletas las arcas del Tesoro, a no mermar las contribuciones exorbitantes que afligen los frutos y tráficos en toda la nación. (…) Para el capitalista, unos cuántos céntimos en libra en las cosas de comer, son apenas una cifra en la balanza anual. Para el obrero, esos centavos acarrean, en su existencia de centavos, la privación inmediata de artículos elementales e imprescindibles. El obrero pide salario que dé modo de vestir y comer. El capitalista se lo niega”.
Su análisis profundiza en otros males. “Otras veces, movido del conocimiento del excesivo provecho que reporta al capitalista un trabajo que mantiene al obrero en pobreza excesiva, rebélase este último, en demanda de un salario que le permita ahorrar la suma necesaria para aplicar por sí sus aptitudes o mantenerse en los días de su vejez”.
“Pero ya- afirma- estas rebeliones no son hechos aislados. Las asociaciones obreras, infructuosas en Europa y desfiguradas a manos de sus mismos creadores, por haberse propuesto, a la vez que remedios sociales justos, remedios sociales políticos violentos e injustos, son fructuosos en Norteamérica, porque solo se han propuesto remediar por modos pacíficos y legales los males visibles y remediables de los obreros”. Como se lee, al inicio, Martí consideró imprudente la violencia de los obreros para luchar por sus derechos, y creyó posible una solución pacífica entre ellos y los capitalistas, concepto que varió al final, reconociendo la legitimidad de la lucha violenta para conquistar derechos negados a los trabajadores.
Habla sobre el incremento de las huelgas en los Estados Unidos. Y predice un futuro inevitable, afirmando que “en este pueblo de trabajadores, será tremenda una liga ofensiva de los trabajadores. Ya están en ella. El combate será tal, que conmueva y renueva el Universo. Estas que hierven, son las leyes nuevas. Esta es, en todas partes, época de reenquiciamiento y de remolde. El siglo pasado aventó, con ira siniestra y pujante, los elementos de la vida vieja. Estorbado en su paso por las ruinas, que a cada instante, con vida galvánica amenazan y se animan, este siglo, que es de detalle y preparación, acumula los elementos durables de la vida nueva”.
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