sábado, 21 de diciembre de 2019

Del combate a la victoria






.Orlando Guevara Núñez

Diciembre de 1958 fue muy intenso para el Ejército Rebelde, y particularmente para el  Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba en su punto culminante la contraofensiva estratégica contra las fuerzas de la tiranía batistiana. No había día sin combates. El Ejército Rebelde, luego de expulsar  de la Sierra Maestra al enemigo, ahora lo acorralaba en sus propias madrigueras en las ciudades, lo cercaba, lo acosaba, lo desalojaba, lo rendía.
En la zona oriental, las fuerzas de los frentes comandados por Fidel, Raúl y Almeida, avanzaban de forma indetenible. El cerco sobre Santiago de Cuba se cerraba cada día. En el norte de Oriente y límites con  Camagüey, el Cuarto Frente Simón Bolívar  batía también al ejército del tirano e impedía el paso de refuerzos para esta zona. 
En la zona central, las columnas invasoras de Camilo y el Che cumplían a cabalidad su misión. En Pinar del Río el frente guerrillero estaba también acosando al enemigo.
En Oriente habían sido liberados El Cristo, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire, El Cobre, Jiguaní, Contramaestre, sumados  otros  poblados del territorio del Segundo Frente. Se combatía en Maffo y se preparaba  el ataque a Palma Soriano. Otros muchos poblados, cercados y hostigados.
Fidel estaba  convencido de la cercanía del triunfo. Pero advierte los peligros internos y externos. Y sobre ello alerta a todos los mandos rebeldes.
Desde su puesto de mando,  precisa detalles para todos los frentes y columnas. Cursa órdenes. Exige disciplina. Ordena el combate sin tregua hasta la rendición incondicional del enemigo. El 20 de diciembre, la Comandancia Central , establecida en  La Rinconada, en las cercanías de Jiguaní, se traslada para el ingenio  América (hoy América Libre) aledaño a Contramaestre.
El 22 de diciembre de 1958, en El Tamarindo, lugar cercano a la ciudad palmera, se había reunido el alto mando rebelde, con la presencia del Comandante en Jefe, Fidel Castro; el jefe del Segundo  Frente Oriental Frank  País, Comandante Raúl Castro, y el también Comandante Juan Almeida Bosque, máximo  jefe del Tercer  Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy. En esa histórica reunión fueron concretados los detalles para la toma de la ciudad de Palma Soriano y el avance rebelde hasta la victoria total sobre las fuerzas batistianas.
La moral del Ejército Rebelde crece en cada acción; la del enemigo disminuye. Pero otros peligros  acechaban a la Revolución. Y la visión y audacia de Fidel los desbaratan.
Los acontecimientos del 28 de diciembre, confirmarían las consideraciones visionarias de Fidel. Esa  mañana, el Comandante en Jefe sostuvo una entrevista solicitada por el general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones del ejército de la tiranía  y responsabilizado con sus tropas en Oriente, quien, apunta Fidel, “había mostrado disposiciòn para sumarse al movimiento militar que junto al Ejército Rebelde precipitaría la caída de la tiranía y el triunfo de la Revolución”.
En este encuentro quedó pactado que el 31 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, se produciría la sublevación militar en la capital. Fidel propone similar movimiento en el Cuartel Moncada, lo cual es aceptado por Cantillo.
El jefe batistiano, pese a las advertencias de Fidel, parte hacia la capital del país. Había estado de acuerdo con tres advertencias del jefe de la Revolución: ni golpe de estado, ni dejar escapar a Batista y otros asesinos, ni contactar con la embajada norteamericana.
Ya en La Habana, el general traicionó todo lo pactado e hizo las tres cosas que se había comprometido a no hacer. Argumentó que lo acordado debía aplazarse hasta el 6 de enero. El peligro previsto por Fidel se había cumplido; un golpe de estado que pretendía escamotear el triunfo de la Revolución.
En la mañana del 1ro. de enero de 1959, en el Central América, Fidel recibe la noticia sobre la huída del tirano. En la capital está en marcha el golpe de estado, fruto de la traición de Cantillo y el complot yanqui.
Una  alocución de Fidel,  a todos los Comandantes del Ejército Rebelde y al pueblo de Cuba precisa las órdenes. La lucha continuará hasta la victoria final, sin otro arreglo con el enemigo que la rendición incondicional.
Hace un llamado al pueblo y especialmente a los trabajadores  a prepararse para la huelga general cuando fuese orientada para contrarrestar cualquier golpe contrarrevolucionario. La respuesta del pueblo fue de un respaldo total a Fidel y a la Revolución.
La decisión fue marchar hacia el combate final, en Santiago de Cuba. Pero no fue necesaria la confrontación militar. La Revolución había transitado del combate a la victoria.

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