.Orlando
Guevara Núñez
Diciembre
de 1958 fue muy intenso para el Ejército Rebelde, y particularmente para
el Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba en su punto culminante la
contraofensiva estratégica contra las fuerzas de la tiranía batistiana. No
había día sin combates. El Ejército Rebelde, luego de expulsar de la
Sierra Maestra al enemigo, ahora lo acorralaba en sus propias madrigueras en
las ciudades, lo cercaba, lo acosaba, lo desalojaba, lo rendía.
En
la zona oriental, las fuerzas de los frentes comandados por Fidel, Raúl y
Almeida, avanzaban de forma indetenible. El cerco sobre Santiago de Cuba se
cerraba cada día. En el norte de Oriente y límites con Camagüey, el
Cuarto Frente Simón Bolívar batía también al ejército del tirano e
impedía el paso de refuerzos para esta zona.
En
la zona central, las columnas invasoras de Camilo y el Che cumplían a cabalidad
su misión. En Pinar del Río el frente guerrillero estaba también acosando al
enemigo.
En
Oriente habían sido liberados El Cristo, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire,
El Cobre, Jiguaní, Contramaestre, sumados otros poblados del
territorio del Segundo Frente. Se combatía en Maffo y se preparaba el
ataque a Palma Soriano. Otros muchos poblados, cercados y hostigados.
Fidel
estaba convencido de la cercanía del triunfo. Pero advierte los peligros
internos y externos. Y sobre ello alerta a todos los mandos rebeldes.
Desde
su puesto de mando, precisa detalles para todos los frentes y columnas.
Cursa órdenes. Exige disciplina. Ordena el combate sin tregua hasta la
rendición incondicional del enemigo. El 20 de diciembre, la Comandancia Central
, establecida en La Rinconada, en las cercanías de Jiguaní, se traslada
para el ingenio América (hoy América Libre) aledaño a Contramaestre.
El
22 de diciembre de 1958, en El Tamarindo, lugar cercano a la ciudad palmera, se
había reunido el alto mando rebelde, con la presencia del Comandante en Jefe,
Fidel Castro; el jefe del Segundo Frente Oriental Frank País,
Comandante Raúl Castro, y el también Comandante Juan Almeida Bosque,
máximo jefe del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy. En
esa histórica reunión fueron concretados los detalles para la toma de la ciudad
de Palma Soriano y el avance rebelde hasta la victoria total sobre las fuerzas
batistianas.
La
moral del Ejército Rebelde crece en cada acción; la del enemigo disminuye. Pero
otros peligros acechaban a la Revolución. Y la visión y audacia de Fidel
los desbaratan.
Los acontecimientos del 28 de
diciembre, confirmarían las consideraciones visionarias de Fidel. Esa
mañana, el Comandante en Jefe sostuvo una entrevista solicitada por el general
Eulogio Cantillo, jefe de operaciones del ejército de la tiranía y
responsabilizado con sus tropas en Oriente, quien, apunta Fidel, “había
mostrado disposiciòn para sumarse al movimiento militar que junto al Ejército
Rebelde precipitaría la caída de la tiranía y el triunfo de la Revolución”.
En este encuentro quedó pactado que el
31 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, se produciría la sublevación militar
en la capital. Fidel propone similar movimiento en el Cuartel Moncada, lo cual
es aceptado por Cantillo.
El jefe batistiano, pese a las
advertencias de Fidel, parte hacia la capital del país. Había estado de acuerdo
con tres advertencias del jefe de la Revolución: ni golpe de estado, ni dejar
escapar a Batista y otros asesinos, ni contactar con la embajada
norteamericana.
Ya en La Habana, el general traicionó
todo lo pactado e hizo las tres cosas que se había comprometido a no hacer.
Argumentó que lo acordado debía aplazarse hasta el 6 de enero. El peligro
previsto por Fidel se había cumplido; un golpe de estado que pretendía
escamotear el triunfo de la Revolución.
En la mañana del 1ro. de enero de
1959, en el Central América, Fidel recibe la noticia sobre la huída del tirano.
En la capital está en marcha el golpe de estado, fruto de la traición de
Cantillo y el complot yanqui.
Una alocución de Fidel, a
todos los Comandantes del Ejército Rebelde y al pueblo de Cuba
precisa las órdenes. La lucha continuará hasta la victoria final, sin otro
arreglo con el enemigo que la rendición incondicional.
Hace un llamado al pueblo y
especialmente a los trabajadores a prepararse para la huelga general
cuando fuese orientada para contrarrestar cualquier golpe contrarrevolucionario.
La respuesta del pueblo fue de un respaldo total a Fidel y a la Revolución.
La decisión fue marchar hacia el
combate final, en Santiago de Cuba. Pero no fue necesaria la confrontación
militar. La Revolución había transitado del combate a la victoria.
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