viernes, 16 de agosto de 2019

¡Morir por la patria es vivir!




.Orlando Guevara Núñez




“Abreviemos esto, coronel. Soy abogado y como tal conozco las leyes y sé la pena que me corresponde; pero no por eso crean ustedes que triunfarán, pues la isla está perdida para España.” Con estas viriles y proféticas palabras, respondió Pedro Figueredo Cisneros (Perucho) la primera pregunta que le hizo el presidente del Tribunal  español que lo juzgaba, con la petición fiscal de muerte por fusilamiento.
La ciudad de Santiago de Cuba, fue el escenario de la muerte de Perucho, el 17 de agosto de 1870. El cementerio de Santa Ifigenia, atesora los restos de este Mayor General del Ejército Libertador Cubano y autor del Himno Nacional Cubano.
Por sus méritos, llegó a ser Jefe del Estado Mayor y Subsecretario de Guerra de la República en Armas. Antes se había distinguido como antiesclavista y contrario al dominio de España en Cuba, actitud por la cual sufrió prisión.

Fue uno de los promotores del incendio a la ciudad de Bayamo para que no cayera de nuevo en manos de España.  Prendió fuego a su propia vivienda Luego de esta acción marchó a la manigua, con la familia,  hasta ser hecho prisionero, enfermo de tifus, lo que le impedía caminar y defenderse.

Su vertical posición independentista, se había puesto de manifiesto cuando expresó su decisión de unirse a Carlos Manuel de Céspedes y marchar con él a la gloria o al cadalso. En la ciudad de Bayamo, montado sobre su caballo y en medio del fragor de la lucha, escribió las notas del Himno Nacional Cubano, estrenado el 20 de octubre de 1868  el cual proclama que “Vivir en cadenas es vivir en afrenta y oprobio sumido” y que “Morir por la Patria es vivir”.

Durante la toma de Bayamo por los soldados del Ejército Libertador, la abanderada fue Candelaria Figueredo Vázquez, su hija, quien se sumó a la lucha en el monte y al ser hecha prisionera fue enviada hacia los Estados Unidos, donde permaneció hasta el cese del poder español en su tierra.

Antes de la ejecución, las autoridades coloniales, desconociendo los valores de Perucho, le propusieron perdonarle la vida si hacía dejación de la lucha, lo cual fue rechazado con hidalguía por el insigne cubano, quien expresó que sentía la muerte “Sólo por no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra redentora que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos”. Y una sentencia suya fue confirmada por la historia, porque ¡España perdió a Cuba!
¡Morir por la Patria es vivir!, expresó en sus últimos instantes de existencia el patriota. Esas palabras, lejos de perecer acribilladas por las balas de los enemigos, resurgió con mayor fuerza y se multiplicó en los campos de batalla, como símbolo de una decisión que, generación tras generación, se hizo patrimonio de los cubanos hasta su libertad definitiva y adquiere hoy mayor dimensión ante las actuales amenazas, esta vez contra un enemigo más brutal y traicionero: el imperialismo norteamericano.

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