domingo, 23 de junio de 2019

Raúl Castro en el juicio del Moncada: valentía y denuncia, con el índice hacia el futuro




.Orlando Guevara Núñez


El joven Raúl Castro Ruz fue el último de los moncadistas llamados a declarar durante el juicio seguido a los protagonistas de los hechos del  26 de julio de 1953 –ataque a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
Para la Fiscalía y el Tribunal, era un caso más de un juicio en que las condenas estaban prefabricadas. La mayoría de los revolucionarios irían a la cárcel; los asesinos de la tiranía batistiana quedarían libres. La justicia se inclinaba ante el poder de los opresores. Pero Raúl  le imprimió una tónica especial  a sus declaraciones.
El libro de la periodista Marta Rojas El juicio del Moncada, recoge algunos  momentos de aquel episodio. Otros los obtuve de una conversación con Baudilio Castellanos, abogado  defensor de varios de los asaltantes.
Después de la primera pregunta del Fiscal a Raúl,  fue si había participado en el asalto. La siguiente fue cuándo lo había embullado Fidel a participar en la Revolución.
La respuesta de Raúl fue concreta, con un planteamiento que todavía hoy muchos desconocen: “Si hubiera sido porque mi hermano Fidel me embullara, no habría venido porque nunca lo hizo; yo vine a Santiago por resolución propia, tuve que andar muy ligero para que se me permitiera tomar las armas para ver si cambiamos este sistema”
En realidad, como lo expresó Marta Rojas, Fidel no quiso que Raúl viniera al Moncada por el hecho de ser su hermano, sino por convicción. Y cuando lo admitió, exigió que fuera el más estoico y disciplinado del grupo y que los jefes de célula no tuvieran con él favoritismo por ser de los más jóvenes y mucho menos por ser su hermano.
Un hecho poco divulgado es que Raúl no formaba parte de la dirección que organizó los hechos del 26 de julio de 1953. Y que vino al Moncada como soldado de fila. Asumió la jefatura del grupo que atacó el Palacio de Justicia en el mismo fragor del combate, por su decisión y valentía.
La   contestación de Raúl  provocó otras dos interrogantes del Fiscal: ¿A qué sistema se refiere usted? ¿No era el objetivo solamente derrotar al gobierno constituido?
Y Raúl respondió como se había trazado hacerlo, aunque no se lo preguntaran: “Había que destruir este gobierno, primero, para después adecentar al país y hacerlo progresar como es debido; cuando declaré en el vivac me refería a la Reforma Agraria, como uno de los postulados de esta Revolución, pero no es como usted dice, dar tierra a los campesinos, es algo más que eso, es darle la tierra y hacerla producir; el sistema este es malo desde que empezó la República; Cuba está llena de analfabetos, se cometen injusticias, se le roba el dinero al pueblo… había que derrocar el régimen para iniciar la revolución, ya Fidel lo dijo en su primera comparecencia  en el juicio, revolución es la que querían Martí y Maceo, la de nuestros mambises… Pero no trajeron más a Fidel, parece que le temen, temen que lo que él predica prenda en el pueblo, porque prendería si así pudiera comunicarse con el pueblo: el pueblo siente esas cosas, pero no le han dado oportunidad de que lo exprese”.
Claro está que al  presidente del Tribunal  no le convenía ese tipo de razonamiento de Raúl. Por eso le llamó la atención: “Limítese a responder las preguntas del señor fiscal”  pero el acusado, con dignidad, le argumentó: “Eso estoy haciendo, el fiscal indaga sobre el programa de la revolución y sobre el sistema y tengo que responderle lo que me pregunta”.
En una conversación, publicada por este autor, Baudilio Castellanos narró cómo, al negársele ver a Fidel en la prisión de Boniato, pidió entrevistarse con Raúl y se lo permitieron. El objetivo era trazar una estrategia para el juicio. Y  el encuentro  se produjo, aunque con la presencia de un sargento, lo que hacía difícil la conversación.
Así lo recordó Baudilio: “Yo pensaba, bueno y ahora qué vamos hablar, porque si tenemos a éste aquí, así  no vamos a preparar la defensa. Yo estaba un poco desconcertado acerca de cómo íbamos a empezar y entonces le digo a Raúl: ´Bueno, el problema de mi visita es cómo vamos a organizar la defensa´  Y él me dijo: ´La defensa es fácil, Bilito. Mira nosotros vamos a decir que vinimos aquí y, bueno, ahora estamos presos. Y que si  nos dan un chance, volveremos a venir y la próxima vez sí vamos a ganar”.
Tal vez ante la posición de Raúl, explica Baudilio, el sargento, en una forma muy discreta, se alejó del lugar, dejándolos solos.
A otra pregunta de rigor del Fiscal, ¿Disparó usted?  la respuesta de Raúl fue certera: “ Sí, disparé, derribé a tiros la puerta de la azotea de este mismo Palacio de Justicia, esta fue la posición que me asignaron, como decía derribé  a tiros la puerta y, sin embargo, cuando me hicieron la prueba de la parafina, dio negativa”.
El joven Raúl Castro no se estaba defendiendo, estaba acusando. ¿Cómo no me pregunta qué hice con los hombres que detuve en la Audiencia, desarmándolos a muchos de ellos? Tuve hasta que encerrar a algunos en un escaparate y cuando nos fuimos le abrí la puerta para que no asfixiaran, porque no vinimos a matar soldados o adversarios por gusto, nuestra misión era otra”.
Y cuando el fiscal comentó que iba a preguntarle sobre los hechos de la Audiencia, pero el acusado se había adelantado, de nuevo se alzó la hidalguía de Raúl: “Excúseme, me adelanté, pero es que hay tantas cosas por decir y tantas que no se preguntan porque parece que las respuestas que pueden darse a esas preguntas no serían del agrado de algunos”.
En el transcurso del juicio, Raúl denunció los crímenes contra los asaltantes y las mentiras de los chacales de la tiranía. Un ejemplo de ello fue cuando el Fiscal preguntó sobre el uso de armas blancas por los asaltantes. He aquí su viril denuncia contra el máximo representante del dictador en Santiago de Cuba:
“Ese fue otro ardid del coronel Chaviano que cuando vengan a declarar los médicos que examinaron a los heridos y los muertos de ellos, podrán destruir, si dicen la verdad, porque tendrán que confesar que ningún cadáver tenía heridas de armas blancas; Chaviano declaró esa mentira para justificar el crimen, con ello demostró su debilidad e impotencia, lo que él quería era echar a guerrear  los soldados contra el pueblo y ya verá los resultados de su incapacidad y de su crimen”.
El joven Raúl Castro Ruz fue condenado a 13 años de prisión. Junto a los demás moncadistas, fue amnistiado, por la presión popular, el 15 de mayo de 1955, pero poco después marchó al exilio en México, vino en el Granma, combatió en la Sierra Maestra, fue ascendido a Comandante del Ejército Rebelde y fundó el Segundo Frente Oriental Frank País, del cual fue su jefe hasta la victoria del  1ro. de enero de 1959.
La valentía de Raúl en el juicio fructificó en nuevos jóvenes, los crímenes denunciados fueron castigados, y el futuro preconizado es hoy una hermosa realidad, defendida por todo un pueblo.
Ese es el mismo Raúl  héroe de la guerra y la paz, que hoy sigue conduciendo al pueblo cubano, al cual ha enseñado que frente  al enemigo no habrá nunca rendición, ni conciliación, ni derrota.

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