.Orlando Guevara Núñez
Personas
humildes. Trabajadores, profesionales, campesinos, estudiantes, empleados.
Algunos sin empleo. Esa era la procedencia de la inmensa mayoría de los jóvenes
que el 26 de Julio de 1953 protagonizaron el asalto a los cuarteles Moncada y
Carlos Manuel de Céspedes.
Esa
composición social de los asaltantes desconcertó al enemigo, acostumbrado a
luchas entre los millonarios, entre los
ladrones y arribistas cuyo motivo era el poder no para servir al pueblo, sino
para robar más, mientras las masas se
empobrecían y eran oprimidas. Una nueva fuerza surgía en el escenario de la
nación cubana.
Jóvenes
procedentes, principalmente, de la Juventud
Ortodoxa y del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), fundado
por Eduardo R. Chibàs, cuyo lema político era Vergüenza contra dinero. Su único móvil era el patriotismo.
Por
eso, desde el inicio, el propio dictador, Fulgencio Batista, mintió al afirmar
que las acciones del 26 de Julio habían sido financiadas con un millón de pesos
facilitados por Carlos Prío, el presidente que él mismo había derrocado con el
traidor golpe de estado del 10 de marzo
de l952.
Fidel
demostraría después que las armas y
demás gastos habían sido costeadas con el aporte de los mismos combatientes
revolucionarios, muchos de ellos despojándose de sus escasos bienes personales.
En
los preparativos del asalto, 1 200 jóvenes habían sido entrenados y estaban
dispuestos para el combate. Pero – cifra citada por Fidel Castro- para el
asalto al Moncada y al Carlos Manuel de Céspedes, dispuso de 160 combatientes.
Era lo que permitía la disponibilidad de armas.
Para
las acciones en Santiago de Cuba, Fidel asignó 120 combatientes. El resto
tendría su misión en Bayamo. Al Moncada irían 90, aunque en realidad fueron 78,
pues dos autos extraviaron la ruta. Al Hospital Civil, bajo el mando de Abel
Santamaría, segundo jefe de la acción, fueron 23, incluyendo a Haydèe
Santamaría, Melba Hernández y el doctor Mario Muñoz Monroy. Al Palacio de
Justicia concurrieron cinco que desde el inicio del combate fueron capitaneados
por Raúl Castro. En Bayamo, en realidad la cifra fue de 25 participantes.
Fracasado
el intento de tomar el Moncada, Fidel ordenó la retirada, con punto fijado en
la Granjita Siboney, desde donde habían partido esa misma madrugada. De allí,
rumbo a las montañas de la Gran Piedra,
para proseguir la lucha armada. Un total de 18 combatientes lo siguieron, hasta
ser hecho prisionero, el 1ro. de agosto.
¿Cuál
fue el destino de los moncadistas después del asalto? En las acciones de
Santiago de Cuba sólo seis revolucionarios cayeron en combate. Pero otros 45 fueron hechos prisioneros,
torturados de forma salvaje y posteriormente asesinados. En Bayamo no hubo
bajas rebeldes, aunque diez asaltantes detenidos resultaron también masacrados
por los esbirros de la tiranía. En total, 61 muertos.
He
aquí el nombre de esos héroes gloriosos de la Patria.
Flores Betancourt
Rodríguez, Gildo Fleitas López, Renato Guitart Rosell, José de Jesús Madera
Fernández, Pedro Marrero Aizpurúa, Carmelo Noa Gil, Pablo Agüero Guedes, Raúl
de Aguiar Fernández, Reemberto Abad Alemán Rodríguez, Gerardo Álvarez Álvarez,
Tomás Álvarez Breto, Juan Manuel Ameijeiras Delgado, Antonio Betancourt Flores,
Hugo Camejo Valdés, Gregorio Careaga Medina, Pablo Cartas Rodríguez, Alfredo
Corcho Cinta, Rigoberto Corcho López, Giraldo Córdova Cardìn, José Francisco
Costa Velásquez, Fernando Chenard Piña, Juan Domínguez Díaz, Víctor Escalona
Benítez, Rafael Freyre Torres, Jacinto García Espinosa, Raúl Gómez
García, Manuel Gómez Reyes, Virginio Gómez Reyes,
Luciano González Camejo, Guillermo Granados Lara, Angelo Guerra Díaz, Lázaro
Hernández Arroyo, Emilio Hernández Cruz, Manuel Isla Pérez, José Antonio
Labrador Díaz, Boris Luis Santa-Coloma, Marcos Martí Rodríguez, Mario Martínez
Ararás, Horacio Matheu Orihuela, Wilfredo Matheu Orihuela, Roberto Mederos
Rodríguez, Ramón Méndez Cabezòn, Mario Muñoz Monroy, Miguel Ángel Oramas
Alfonso, Oscar Alberto Ortega Lora, Julio Reyes Cairo, Ismael Ricondo Fernández,
Félix Rivero Vasallo, Manuel Rojo Pérez, Manuel Saìz Sánchez, Rolando San Román
de las Llanas, Abel Santamaría Cuadrado, Osvaldo Socarràs Martínez, Elpidio
Sosa González, José Luis Tasende de las Muñecas, José Testa Zaragoza, Julio
Trigo López, Andrés Valdés Fuentes, Armando Valle López, Gilberto Varòn
Martínez y Pedro Véliz Hernández.
Los
restos venerados de 37 de esos compañeros, unidos a los de Haydèe Santamaría y
Léster Rodríguez Pérez, Melba Hernández Rodríguez del Rey y Pedro Miret Prieto,fallecidos después, reposan en el cementerio Santa
Ifigenia, de esta ciudad. Más recientemente, también junto a ellos, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Otros
32 moncadistas hechos prisioneros que lograron sobrevivir a la masacre, fueron
juzgados y sancionados. Cuatro, entre ellos Raúl Castro, recibieron penas de 13
años de cárcel. A 10 años fueron condenados 22 combatientes, incluido Juan
Almeida Bosque.
Tres
recibieron sanción de tres años. Para dos –Haydèe Santamaría y Melba Hernández-
el dictamen fue de siete meses. Y la sanción mayor, de 15 años, dictada el 16
de octubre de 1953, fue para el jefe del asalto, Fidel Castro. Otros 18 fueron
absueltos por falta de pruebas y varios no fueron apresados.
Vinieron
entonces los meses de prisión, durante los cuales no cesó la lucha. Luego,
la amnistía del 15 de mayo de 1955 y la
partida hacia México donde se prepararía la expedición que a bordo del yate
Granma llegó a Cuba el 2 de diciembre de 1956 para reanudar la lucha armada contra la misma
tiranía.
En
esa nueva contienda, como expedicionarios, vendrían 21 combatientes del 26 de
Julio de 1953. Entre ellos, Fidel Castro, Raúl Castro y los hoy Comandantes de la Revolución Juan Almeida Bosque y
Ramiro Valdés Menéndez. En los días del desembarco, fueron hechos prisioneros y
asesinados los moncadistas Antonio López Fernández (Ñico), José Ramón Martínez
Álvarez, Armando Mestre Martínez y René
Bedia Morales.
Otros
dos valerosos combatientes del 26 de Julio y del Granma, Julio Díaz González y
Ciro Redondo García, caerían gloriosamente en combate en la Sierra Maestra. El primero, el
28 de mayo de 1957, en El Uvero. El segundo, el 29 de noviembre de igual año en
Mar Verde del Turquino.
Varios
de los que evadieron la feroz persecución después del asalto del 26 de Julio,
protegidos en muchos casos por la población, se incorporaron luego a la lucha
revolucionaria y hoy continúan siendo símbolos de la juventud cubana, aquella
que con un altruismo sin límites vino a
esta heroica región oriental a ofrendar- como lo expresara Fidel- su vida y su
sangre para que Martì siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Hoy la
Patria sigue contemplando orgullosa a aquella juventud martiana
y fidelista. Ellos, los caídos y los que hoy viven, son los constructores y
conductores de nuestra obra. Y con ellos, cada día, nuestro pueblo
revolucionario continúa asaltando el
cielo.
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