Orlando
Guevara Núñez
En su
demencia contra la Revolución cubana, la mafia contrarrevolucionaria de Miami, apoyada por el gobierno de los Estados
Unidos y ahora por el secretario
general de su Ministerio de Colonias
Yanquis (OEA), con la mentira como arma
favorita, se dispone a revitalizar su cruzada contra nuestro sistema de salud.
El tamaño de sus mentiras tiene la misma dimensión de su desvarío y de sus fracasos.
Un objetivo
es tratar de desprestigiar los programas
de colaboración médica cubana, con
disparatadas afirmaciones de que nuestros profesionales de la salud son
obligados a prestar servicio en el exterior, calificando esas misiones como “esclavitud
moderna” y “trata de personas”. Ninguna ofensa mayor a nuestros valiosos
integrantes del ejército más noble que existe en el mundo: nuestro ejército de
las Batas Blancas, como lo bautizó Fidel.
Se conoce ya la estúpida afirmación de que nuestros
trabajadores de la salud en Venezuela son un personal militar e incluso que intimidan a sus pacientes para que apoyen el gobierno de Nicolás
Maduro. Claro, que de paso pretenden
ocultar la verdad del firme apoyo del pueblo venezolano a su gobierno,
bastión contra el cual se han estrellado
los intentos imperiales de vencerlo.
Otra parte
de la agresión contra Cuba es la presión al Congreso yanqui para aplicar de
nuevo la política de Parole es decir, incentivar la deserción
del personal médico cubano
en misión en otros países y llevarlos
hacia los Estados Unidos.
¿A quién
podrán engañar con estas patrañas? ¿A
los millones a quienes el personal médico cubano, en más de un centenar de
países les ha salvado la vida? ¿A los familiares de esas personas? ¿A los millones que gracias a este programa han
recuperado la vista? ¿A los millones que
han sido librados de enfermedades y dolencias, sobre todo en lugares donde
nunca había ido un médico?
Prestigiosas autoridades en esta esfera, como la
Organización Mundial y la Panamericana de la Salud, han reconocido y elogiado el aporte cubano a la
salud en el mundo, especialmente en los países pobres, frente a epidemias y desastres naturales. Esa
verdad está vetada en los grandes medios de comunicación al servicio de los
intereses imperiales, cómplices de la mentira y de las campañas anti cubanas.
¿Pretenden engañar al pueblo cubano, principal
beneficiario de un sistema de salud donde desde hace mucho tiempo la medicina
dejó de ser una mercancía y el enfermo un cliente? ¿Al pueblo donde el
principal de los derechos humanos – el derecho a la vida- está al alcance de
todos, sin excepción ni discriminación de ningún tipo?
Es
evidente el objetivo de buscar adeptos para justificar la sucia guerra
contra Cuba, para causarle dificultades a nuestro pueblo, para aplicarnos
nuevas sanciones.
Para los
energúmenos del gobierno yanqui, las misiones médicas cubanas en el exterior
constituyen una violación de los derechos humanos. Son los mismos que
santifican sus 800 bases militares en decenas de países, sus más de un cuarto de millón de efectivos militares en tierras foráneas, sus
guerras de rapiña causantes de millones de muertos, heridos y desplazados, de hambrunas y enfermedades,
cuyas principales víctimas son de la población civil.
Quienes
pretenden denigrar a Cuba, envían a otros países soldados para segar vidas; Cuba
envía médicos para salvarlas. Nuestros detractores, agreden a otros pueblos
para dominarlos, para saquearlos, para causar hambre, miseria y enfermedades;
Cuba acude a otras naciones para ayudarlas, para curar enfermedades e incluso
para evitarlas.
Y de esa
obra estamos orgullosos los cubanos. Orgullosos de los más de 600 mil cubanos
que en los últimos 55 años han prestado sus servicios en más de 160 países.
Orgullosos de que en nuestro país, bloqueado, amenazado y agredido, se hayan
formado ya, de manera gratuita, más de 35 mil profesionales de la salud para
138 naciones. Y es notable el aporte de docentes cubanos en Facultades de Medicina de varios
países de distintos continentes.
Hay muchos
datos que son reveladores de nuestra obra y nuestro prestigio en la salud, pero
solo escojo uno: En 1916, los colaboradores cubanos en el exterior atendieron a
127 727
352 personas, es decir, a una población 11 veces superior a la
nuestra. Y es solo uno de los 55 años de existencia de este programa.
Esta es la
gran verdad sobre la cual no podrá prevalecer la mentira.
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