.Orlando Guevara Núñez
En 1893, el periódico Patria
publicó un libro titulado Los
poetas de la guerra, con prólogo de
José Martí, donde está contenido el pensamiento citado.
Explica nuestro Héroe Nacional la utilidad y la justeza de recoger los versos nacidos durante la guerra, y
celebra que Serafín Sánchez, recitador durante un encuentro, hubiese aprendido
de memoria, de los labios de los poetas, los versos que ahora se publicaban,
surgidos cuando los hombres firmaban las redondillas con su sangre.
Analiza que en muchos casos
falta calidad en los versos, pero argumenta que su literatura no estaba en lo
que escribían, sino en lo que hacían. “Rimaban mal a veces pero solo pedantes y
bribones se lo echarán en cara: porque morían bien”. “Las rimas eran allí
hombres: dos que caían juntos, eran sublime dístico: el acento, cauto o
arrebatado, estaba en los cascos de la caballería”
Menciona a varios poetas, como fueron Miguel Jerónimo Gutiérrez y Antonio Hurtado
del Valle, y José Joaquín Palma y Luis Victoriano Betancourt, y Antenor Lescano y Francisco la Rúa y Ramón Roa. A ellos
y a otros, los define con pocas
palabras: El más puro, La Rúa; el más constante, Juan Miguel Ferrer; el más intencionado, Luis Victoriano
Betancourt; el más caballeroso Fernando
Figueredo; el más decidor: Marcos García;
el más original, Ramón Roa
En ese prólogo menciona
Martí a una muchacha, hija de patriotas,
que recitaba versos, y sobre ella expresa un pensamiento conocido por los
cubanos; “Herminia, la hija, era de todos amiga discreta e inocente, y
siempre fue como quien sabía que sin
sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre.
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