sábado, 2 de febrero de 2019

Hay versos que hacen llorar, y otros que mandan montar a caballo




.Orlando Guevara Núñez

En 1893, el periódico Patria  publicó un libro titulado Los poetas de la guerra,  con prólogo de José Martí, donde está contenido el pensamiento citado. 
Explica  nuestro Héroe Nacional  la utilidad y la justeza de recoger  los versos nacidos durante la guerra, y celebra que Serafín Sánchez, recitador durante un encuentro, hubiese aprendido de memoria, de los labios de los poetas, los versos que ahora se publicaban, surgidos cuando los hombres firmaban las redondillas con su sangre.
Analiza que en muchos casos falta calidad en los versos, pero argumenta que su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían. “Rimaban mal a veces pero solo pedantes y bribones se lo echarán en cara: porque morían bien”. “Las rimas eran allí hombres: dos que caían juntos, eran sublime dístico: el acento, cauto o arrebatado, estaba en los cascos de la caballería”
Menciona a varios  poetas, como fueron  Miguel Jerónimo Gutiérrez y Antonio Hurtado del Valle, y José Joaquín Palma y Luis Victoriano Betancourt, y Antenor  Lescano y Francisco la Rúa y Ramón Roa.  A ellos  y  a otros, los define con pocas palabras: El más puro,  La Rúa;  el más constante, Juan Miguel Ferrer;  el más intencionado, Luis Victoriano Betancourt; el más caballeroso  Fernando Figueredo; el más decidor: Marcos García;  el más original, Ramón Roa
En ese prólogo menciona Martí a una muchacha, hija de  patriotas, que recitaba versos, y sobre ella expresa un pensamiento conocido por los cubanos;  “Herminia, la hija,  era de todos amiga discreta e inocente, y siempre fue como quien sabía que sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre.

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