.Orlando
Guevara Núñez
Una vez
escuché del destacado intelectual Carlos Alberto Libânio Christo,
conocido como Frei Betto, que hoy se pueden tomar palabras del Héroe Nacional cubano, José
Martí, decirlas en una conferencia sin citar la fuente, y el auditorio puede
cree, por la actualidad que son del
conferencista.
Leyendo
Nuestra América, de Martí, encontré unas palabras que ratifican la aseveración
del brasileño amigo de la Revolución cubana y ferviente martiano.
Fue en abril
de 1884, en New York, en ocasión de un homenaje al prócer independentista José
de San Martín.
Buenos y
malos americanos tituló
Martí ese escrito. Disfrútelo el lector.
“De un lado se están poniendo en América los que, sin
fuerzas para cumplir con los deberes que les imponen, prefieren renegar de las
glorias americanas, como si con esto se librasen del mote de menguados y egoístas;
y de otro lado, los que, sin rencillas imbéciles por una parte, pero sin
excesos lamentables de lo que demanda el espíritu de raza por la otra, se
estrechan, ponen en alto la bandera nueva y van rehaciendo la cuja en que se
yerguen, que aquellos otros muerden a escondidas, gateando al favor de su
sombra.
De un lado los que cantan la forma de nuestras
glorias, pero abjuran y maldicen de su esencia, y de otro los que tienen tamaño
de fundadores de pueblos, y, por sobre el miedo de los timoratos y las
preocupaciones de la gente vana, no quieren hacer de la América alfombra para
naciones que les son inferiores en grandeza y espíritu, sino el pueblo original
y victorioso anticipado por sus héroes, impuesto por su naturaleza y hoy
sobradamente mantenido en estima por sus hijos; no por los que con el mismo
plectro –porque esos usan plectro– endiosan a Bolívar y a sus tenientes, y al
espíritu ¡oh vergüenza! contra el que aquellos hombres magnánimos combatieron;
sino por aquellos otros americanos que cuidan más de cumplir dolorosamente su
deber de hijos de América en tiempos difíciles, que de pavonear serventesios y
liras humildes, en cambio de interesados aplausos, a los ojos de regocijadas
tierras extranjeras. Los conocemos, los conocemos. Y los más sinceros son en
política como esos raquíticos naturalistas de ojos cortos, que de puro mirar a
los detalles pierden la capacidad de entender, a pesar de sus grietas y de sus
cataclismos, la armonía de la Naturaleza; son siervos naturales, que no pueden
levantar la frente de la tierra; son como flacas hembras que no saben resistir
una caricia. Un título los compra. Con lisonjas y celebracioncillas se les
tiene. Decimos que los conocemos”.
Hoy, en
nuestra América, están presentes
personas como las caracterizadas por el Apóstol de la independencia
cubana. Y a más de 130 años de aquella
descripción, podemos repetir con él: ¡Los
conocemos, Martí, los conocemos!
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