Orlando Guevara Núñez
Este pensamiento acomoda bien para quienes se auto proclaman
contrarios a la política y dicen ser neutrales. Y es que todo está enmarcado,
para bien o para mal, en una política. Fue en un trabajo titulado así: La política, publicado en Patria, el 19 de marzo de 1892, que
nuestro Apóstol vertió este criterio.
Afirma que el espionaje español, comprendiendo que
el peligro para la política de España está precisamente en la buena política
revolucionaria, fomenta en los reformadores cubanos y en las casas de trabajo
el odio a la política.
Y hace importantes
definiciones sobre este término. Dice que la política es el estudio de los
diversos medios de vida común que ha discernido o pueda discernir el hombre.
Señala que la aristocracia es una
política y la democracia es otra. Que el zarismo es política, y es política la
anarquía. Por ello, sentencia que los hombres que desean sinceramente una
condición superior para el linaje humano no pueden ser cómplices de la política
de policía que anda predicando el desdén a la política.
Continúa Martí su reflexión
exponiendo que el deber de procurar el bien mayor de un grupo de hijos del
país; no puede ser superior al deber de procurar el bien de todos los hijos del
país. Hace una diferencia entre la política protectora de intereses de poder,
vanidad y apetitos, a la que defiende la virtud, y lucha por salvar al pueblo.
Defiende el principio de que
cuando la política pretende un mero cambio de forma en un país, sin cambiar las
condiciones de injusticia en que viven sus habitantes, y tiene por objeto, bajo
el nombre de libertad, el reemplazo en el poder de unos autoritarios por otros,
el deber de un hombre honrado no será nunca el de echarse a un lado de la
política, para dejar que sus parásitos la gangrenen. Es la casa en que vive lo
que le gangrenan, y ha de entrar en ella para purificarla, agrega.
En contraposición, asevera
que cuando la política es para poner en condiciones de vida a los hombres que
el gobierno priva de los medios de aspirar por el trabajo y el decoro a la
felicidad, falta al deber de hombre quien se niegue a pelear por la política
que busque ese derecho al trabajo y al decoro.
Proclama que los hombres que
lo son, se juntan para salvar el barco de quienes lo desvían, y los hombres que
no lo son, los hombres recortados, los egoístas, se echarán, solos, a los pocos
botes de naufragio; dejando atrás a sus compañeros de desgracia y vagarán,
abandonados, por las olas.
“La cobardía y la
indiferencia no pueden ser nunca las leyes de la humanidad", a lo que suma que es
necesario, para ser servido de todos, servir a todos.
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