. Orlando Guevara Núñez
En la historia de las agresiones de los gobiernos de
Estados Unidos contra Cuba después del triunfo de la Revolución, hay sobradas
muestras del desprecio profesado contra nuestro pueblo. Un acto inamistoso que
no olvidaremos nunca, fue que desde el primer día del triunfo
del 1ro. de enero de 1959, centenares de criminales de guerra en Cuba,
escaparon hacia los Estados Unidos, donde encontraron seguro abrigo, protección
y apoyo.
El repugnante asesino Esteban Ventura
Novo, responsable de cientos de muertes, torturas y desapariciones; el
multicriminal Pilar García; las bestias –porque sería una ofensa al género humano llamarlos personas- Rolando
Masferrer Rojas, Julio Laurent, Oscar Pedraja Padrón, José Eleuterio Pedraza
Cabrera, José María Salas Cañizares (asesino del héroe de la lucha clandestina
en Santiago de Cuba, Frank País García); Merob Sosa García, Carlos M.
Tabernilla Palmero, Manuel Ugalde Carrillo y otra sangrienta jauría, en Estados
Unidos fueron recibidos como héroes.
Y comenzaron los ataques contra nuestro país.
Violaciones de nuestro espacio aéreo, bombardeos, incendio de cañaverales,
ametrallamiento a objetivos económicos, sabotajes que causaron pérdidas de
vidas humanas y de cuantiosos recursos materiales. Formación de bandas armadas
creadas, financiadas, entrenadas y dirigidas por la CIA y los propios gobiernos
norteamericanos.
Puede
decirse que todas las administraciones yanquis han sido hostiles con la
Revolución cubana. Algunos han ladrado menos, pero han mordido igual.
Sólo entre diciembre de 1961 y enero de
1963, como consecuencia del llamado Proyecto
Cuba, aprobado por el gobierno de los Estados Unidos el 30 de noviembre del
primer año mencionado, nuestro país sufrió 5 780 acciones terroristas, entre éstas 716
sabotajes de envergadura en instalaciones industriales.
En esta larga y tenebrosa historia de
agresiones, 3 478 cubanos han perdido la vida y 2099 sufrieron lesiones que los
marcaron como incapacitados.
La CIA ha utilizado en varias ocasiones
la guerra bacteriológica contra Cuba, causando muertes de seres humanos, de
animales y daños irreparables a plantaciones que constituyen renglones básicos
para la alimentación y la exportación cubanas. Sólo el dengue hemorrágico, en
1981, causó a Cuba 158 muertes, entre éstas las de 101 niños. Súmese la
introducción de plagas como la roya de la caña de azúcar, el moho azul del
tabaco, el insecto Trip Palmi contra cultivos agrícolas, la conjuntivitis
hemorrágica y la fiebre porcina. Estas agresiones han quedado totalmente impunes, por la mentira y el
apañamiento de las principales autoridades norteamericanas.
Solo en el sabotaje al navío francés La Coubre, el 4 de
febrero de 1960, perdieron la vida 101 cubanos; contra las bandas mercenarias
murieron 549 hermanos nuestros; en Playa Girón cayeron 176. Pagando ese alto
precio, los cubanos hemos mantenido esta Revolución frente al imperio más
agresor y asesino que conoce la historia de la humanidad.
Pero hay otras cosas que demuestran el desprecio de los
gobiernos norteamericanos hacia el pueblo cubano. Desde los primeros días de la
Revolución, alentaron la emigración ilegal hacia Estados Unidos.
No fue por
amor a nuestro pueblo, sino para causarle daño. De nuestros 6 000 000 se
llevaron la mitad; miles de personas calificadas, como serpientes encantadas,
siguieron el convite a la deserción, con el propósito de hacer fracasar la
economía.
Salir de forma ilegal de Cuba, incluso arriesgando la
vida en la travesía, se convirtió en una credencial para entrar y vivir en
Estados Unidos con el privilegio que se les niega a millones de
latinoamericanos que allí viven como indocumentados. Mientras alentaba los
viajes ilegales inseguros, ese gobierno cerraba las puertas a la emigración
legal. Lo que les importaba no era beneficiar a quienes se iban, sino
perjudicar a quienes se quedaban.
Pero si se quieren
pruebas auto confesadas sobre ese
desprecio a los propios emigrados, El 7 de marzo de 1962, la Junta de
Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, se planteó en un documento secreto: “La determinación de
que una sublevación interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de
los próximos 9 a 10 meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos
en el sentido de fabricar una provocación que justifique una acción militar
norteamericana positiva”.
Así, dos
días después, la Oficina del Secretario de Defensa de ese país, sometió a la
consideración de esa Junta el documento Pretextos
para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en Cuba. Como
ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre juntos en la
política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro país.
Un simple
vistazo a las medidas contenidas en el referido documento, pone al descubierto
la realidad de que los vende patrias y
oros emigrados cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del
imperio yanqui contra la Revolución cubana. Adviértase el desprecio y el odio
juntos.
“Pudiéramos
hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o
simulada)” “Pudiéramos promover intentos
contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta
el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente
divulgados”.
La demencia
iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un
incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y
derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica,
Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de
estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses
comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y
la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano
en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más
atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno
de los Estados Unidos.
“Pudiéramos
desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en
otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar
encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados
Unidos”.
Huelgan los
comentarios. Pero faltan cosas por decir. Y serán dichas.
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