.Orlando Guevara Núñez
Muchas veces hemos utilizado
los cubanos esta enseñanza martiana, consistente en elegir el sacrificio,
dictado por el honor, ante un bienestar acompañado por el deshonor.
Esta vez, el mensaje está
contenido en un poema: Yugo y Estrella,
insertado en los Versos Libres. Estos versos, al decir del propio José Martí,
fueron escritos cuando tenía él 25 años de edad. Siendo así datarían de 1878.
Se asegura, sin embargo, que algunos están firmados por él en 1882.
En su nota introductoria
dice nuestro Apóstol: “Estos son mis versos. Son como son: A nadie los pedí
prestados. Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma
adecuada a ellas, dejé volar mis visiones”
Más adelante afirma: “Tajos
son éstos de mis propias entrañas, mis guerreros. Ninguno me ha salido
recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas
salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida”
Y en esa colección está
incluido el poema Yugo y Estrella. Se describe una opción que, al nacer, su madre puso ante
él, como “dos insignias de la vida”.
“Este, es un yugo: quien lo acepta, goza. / Hace de manso buey, y como
presta/ servicio a los señores, duerme en paja/ caliente, y tiene rica y ancha
avena (…)
“Esta,
que alumbra y mata, es una estrella./ como que riega luz, los pecadores / huyen
de quien la lleva, y en la vida/ cual un monstruo de
crímenes
cargado / todo el que lleva luz se queda solo. / Pero el hombre que al buey sin
pena imita/ buey torna a ser, y en apagado bruto/ la escala universal de nuevo
empieza/ El que la estrella sin temor se ciñe/ como que crea, ¡crece!” (…)
Así,
puesto a escoger entre las dos insignias, decide:
Dame
el yugo, oh mi madre, de manera / que puesto en él de pie, luzca en mi frente/
mejor la estrella que ilumina y mata.
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