. Orlando Guevara Núñez
Cuando Nikky Haley, en su condición de embajadora de
los Estados Unidos en la ONU, tomó la palabra en la sesión de ese organismo
para explicar lo inexplicable: el voto de su gobierno en contra del proyecto de
Resolución cubano que condena el bloqueo
económico, comercial y financiero a nuestro país, su intervención fue algo así
como una tesis para graduarse de ignorante. Y obtuvo la máxima calificación.
Sus palabras fueron una mezcla de desconocimiento
sobre la historia, de mentiras, de falta de ética y de irrespeto a todos los
países representados en el máximo organismo internacional.
No tendría la Nikki que venir a Cuba para conocer
las verdades sobre la esencia del criminal bloqueo de su país al nuestro. Allí,
en los Estados Unidos existen documentos desclasificados, hace rato, que
podrían ilustrarla. O al menos ayudarla para no aparecer antes los ojos del
mundo, con la ridiculez que lo hizo.
Allí, en un documento desclasificado desde 1991, puede corroborar la denuncia de nuestro canciller, Bruno Rodríguez
Parrilla, sobre el carácter genocida del bloqueo a Cuba, expresado en abril de
1960: “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del
desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades
económicas” “Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para
debilitar la vida económica de Cuba”. “Una
línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a
Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre,
desesperación y el derrocamiento del gobierno”
La Nikki
podría obtener con facilidad los
resultados de la reunión del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados
Unidos, celebrada el 17 de marzo de 1960, donde fueron aprobados dos documentos
tan injerencistas como contrarrevolucionarios: El Programa de acción encubierta
contra Castro, que incluía medidas propagandísticas, militares y la
creación de una oposición interna en
Cuba; y el Programa de presiones
económicas contra el régimen de Castro, donde se pretendía buscar un apoyo
interno a las fuerzas que ya en el exterior se alistaban para propinar un golpe
mortal a la Revolución.
Otra fuente, a su disposición, pudiera ser la
reunión del Departamento de Estado de su país, celebrada el 27 de junio de 1960,
donde fueron debatidas y acordadas varias medidas que consideraron necesarias
para destruir a la Revolución cubana.
Los resultados de esos acuerdos están ahí. Reducción de la cuota azucarera en 700
000 toneladas, cierre de las operaciones de la planta de concentrado de níquel,
de Nicaro; recomendación a los norteamericanos
de no visitar a Cuba; presiones a bancos norteamericanos privados para impedir créditos a nuestro país;
prohibición de exportaciones norteamericanas a Cuba, junto a presiones a otros
países para sumarse al bloqueo;
Junto a estas y otras medidas económicas, se
produjeron sabotajes, apoyo a la contrarrevolución
interna, intentos de aislar a Cuba con
la complicidad de la OEA y otras muchas medidas con el mismo fin: destruir el
proceso revolucionario cubano.
Todos esos proyectos desembocaron en la invasión de Playa Girón, integradas por unos 1 500 mercenarios reclutados, entrenados,
armados y financiados por el gobierno de los Estados Unidos y su Agencia
Central de Inteligencia. Y acompañada por tantas mentiras como mercenarios.
Al parecer,
la Nikki lo único que heredó de aquella derrota de su gobierno fueron
las mentiras.
Pero fracasada la invasión surgieron nuevos planes
agresivos. El esfuerzo se concretó en la
llamada Operación Mangosta, aprobada por el presidente Kennedy el 30 de
noviembre de 1961, con el mismo fin:
asesinar a la Revolución cubana.
Esos documentos pueden ser estudiados por la Nikki para mitigar en
algo su ignorancia. Allí pueden verse, con toda claridad, las verdaderas
intenciones del gobierno norteamericano contra Cuba.
Allí están detalladas las 32 medidas. Económicas
(13), de inteligencia (4), políticas
(6), psicológicas (4) y militares (5).
En esa época, el pueblo cubano enfrentó con dignidad
el más brutal acoso del imperio agresor norteamericano.
El 3 de enero de 1961, Estados Unidos había roto
unilateralmente sus relaciones con Cuba;
el 17 de abril, se había producido la invasión de Playa Girón; el 3 de febrero de 1962, se había oficializado
el bloqueo a Cuba; en agosto de ese año, Cuba había sido expulsada de la OEA. En nuestro país llegaron a operar 299 bandas
de alzados con más de 4 000 integrantes, armados y dirigidos por la CIA,
quienes cometieron diversos crímenes contra campesino, obreros, maestros y la
población civil, hasta ser exterminadas por el pueblo uniformado.
Fue aquella la ocasión en que el gobierno yanqui
llegó a elaborar un cronograma para el
fin de la Revolución en octubre de 1962.
Solo
entre 1961 y 1963, el gobierno
norteamericano , a través de la CIA, ejecutó en Cuba 5 760 acciones terroristas, entre éstas 716
contra instalaciones industriales. Secuestros de naves aéreas y marítimas,
quema de cañaverales, infiltraciones de grupos armados y de sabotaje.
Esa es
la historia, ignorada por la Nikki, que ha costado al pueblo cubano la vida de
3 478 de sus hijos, más miles de heridos, entre ellos 2 099 con
discapacidad permanente.
Con lo
que no contaron nunca los planes yanquis contra Cuba, fue con la grandeza de un
jefe como Fidel, la misma grandeza de su pueblo y la capacidad de ambos para resistir y vencer.
Tengo a
manos un libro titulado Bloqueo, el
asedio económico más prolongado de la historia, del autor Andrés Zaldívar
Diéguez, publicado en La Habana, en 2004. Confieso que si pudiera, se lo
obsequiaría a la Nikki, como contribución a alfabetizarla en el tema histórico sobre las agresiones de su
país y el nuestro.
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